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La política que la gente no llama política por LUIS MONTILLA

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LUIS MONTILLA



Desde hace algún tiempo hemos venido notando con atención y sorpresa, como en las diferentes asambleas, espacios donde se debaten asuntos políticos, incluyendo distintos programas de opinión política trasmitidos por algunos medios de comunicación y redes sociales, quienes toman la palabra para expresar sus opiniones y puntos de vista como es lo correcto en una sociedad libre, plural y democrática, la mayoría de las veces son reconocidos y destacados dirigentes gremiales, estudiantiles, empresariales y de partidos políticos, hasta con responsabilidades de dirección en sus organizaciones políticas. Pues muchas veces, estos actores políticos en su introducción al hacer uso de la palabra, tratan de desmarcarse de la política con frases como, “aunque yo no soy político”, “como yo no vivo de la política”, “no pretendo politizar tal o cual asunto”, “no tengo nada que ver con ese asunto político”, “trataron de enredar la reunión o iniciativa metiendo la política”, y un largo listado de frases en referencia. Nos hemos puesto a pensar y reflexionar sobre esta actitud asumida por algunos ciudadanos que participan activamente en política y queremos buscarle una explicación más o menos lógica y razonable. Lo primero que podríamos decir, es que abundan las referencias a la política en tono peyorativo, despectivo, receloso. Suele ser asociada la política con confusión, división, engaño, favoritismo, manipulación, imposición, maniobras, trampa, corrupción y otros calificativos negativos. Mucho más en nuestro país, donde las pasiones están desbordadas, la llamada “antipolítica” copa todos los espacios del accionar político y hasta hablar de “diálogo” o “elecciones” está prohibido, puede generarte una condena o descalificación, ser tratado de traidor o “colaboracionista” del régimen. Es así, como con mucha frecuencia, podemos escuchar de algunos, que están “al margen o por encima” de la política, considerándolo como un valor. Inclusive “politizar” un asunto, o tomar decisiones por “razones políticas”, es entendido generalmente, como un juicio condenatorio. Por otro lado, podríamos agregar a esta observación, la importancia y marcada influencia que por y desde los partidos políticos ha tenido la participación política de los ciudadanos en nuestro país; los partidos políticos han sido los grandes organizadores y movilizadores de la participación política en los procesos electorales y la vida pública de los ciudadanos. Y aunque la política también es asociada a conceptos solemnes, que la gran mayoría afirma defender y reconocer como: libertad, justicia, igualdad, paz, seguridad, bienestar, bien común; la gente entiende como política la actividad referida solo a los políticos, los partidos políticos, las elecciones, los candidatos, el gobierno en todos sus niveles, nacional, regional, municipal; es decir, la “política formal”, tradicional. Sin pretender desde este espacio, dar una clase para estudiantes de Ciencia Política, podríamos sin embargo cumpliendo nuestra función pedagógica, tratar de aclarar que la palabra política se deriva de la palabra polis, utilizada por los antiguos griegos para denominar la ciudad. Por ejemplo, Atenas fue una polis. La política va a estar relacionada con las actividades necesarias para asegurar una buena vida en común dentro de una polis. Entonces es correcto, incluir como política una amplia gama de fuerzas formales e informales para resolver problemas comunes y expandir el bien común. Así la política es actuar públicamente para propiciar el bienestar humano. Ejemplificando podemos decir, que una asociación vecinal para atender la comunidad es una asociación política. Una agrupación ciudadana a favor de la conservación del ambiente es una agrupación política. Una junta directiva escolar que decide sobre presupuesto es política. Y todos aquellos esfuerzos que hacen los ciudadanos con respecto al país o a la comunidad donde viven, tiene un interés político. La política es una actividad connatural del ser humano. El gobierno, los partidos, las elecciones son aspectos de la política, pero dista mucho del todo en la política. La política no comprende solo a los políticos. Como observó el gran filosofo griego Aristóteles por allá en el siglo IV a c., “Todos somos por naturaleza entes políticos”. La política tuvo su origen en las discusiones de los mercados atenienses y en las asambleas populares, mucho antes de que existiera un aparato gubernamental. En todas las sociedades libres, se practican dos tipos de política, la política electoral (gubernamental) y la política ciudadana. La primera es dominada por los políticos, los partidos políticos y por la burocracia. La segunda es aquella que la gente rehúsa a denominar y vincular con la palabra política. Vemos la primera clase de política en las campañas, en las elecciones, en los partidos políticos y en los discursos de los políticos. La segunda, la encontramos en las asociaciones vecinales, los foros públicos y todas las organizaciones para la acción cívica. Lo que debemos tener claro y nunca confundir, es que ninguna de estas dos formas de política puede ser sustituida o remplazada por la otra. Los esfuerzos de la gente de practicar un tipo de política informal, no cancela las peligrosas tendencias que ubican a la gente en la abstención electoral y la llevan a adoptar una posición totalmente escéptica frente a quienes ocupan cargos públicos o de gobierno. Tampoco es una política la antítesis moral ni ética de la otra. Me explico, la política de los políticos, de los partidos políticos y de los gobiernos no es la política “mala”, aunque mucha gente no pueda ubicarse en ella. Y la política de los ciudadanos no es la política “buena”, aunque mucha gente la encuentre “accesible”. Ambas clases de política pueden estar sujetas a corrupción, a producir sus propias formas de exclusión y de frustración. En estas reflexiones sobre la política, creemos que el gran reto de los políticos y de los partidos políticos -hoy muy debilitados y disminuidos en medio de la peor crisis política de nuestro país-, debe consistir o centrar su atención en cómo vincular la política tradicional con aquella que la gente ya practica, porque a pesar de las diferencias y frustraciones que se pudieran generar, la gente encuentra natural la política ciudadana, el tipo de actividad donde todos pueden participar. Estas siempre son actividades que están más allá de votar y obedecer las leyes; son actividades cívicas y políticas. Mucha gente está ya involucrada naturalmente en una política de tipo más amplio y acogedor, de menos confrontación. Si bien no todo lo que hacemos es político, existe una dimensión política para la mayoría de las cosas que hacemos.






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