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El Papa denuncia el expolio y las heridas «a nuestros hermanos y nuestra hermana tierra» en Amazonia

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PAPA FRANCISCO


En la misa de clausura del Sínodo de Amazonia, el Papa Francisco ha denunciado este domingo que «los errores del pasado no han bastado para dejar de expoliar y causar heridas a nuestros hermanos y a nuestra hermana tierra: lo hemos visto en el rostro desfigurado de la Amazonia».

Comentando la parábola del fariseo y del publicano que van al templo a orar, Francisco ha alertado en su homilía frente al fariseísmo de algunos cristianos que se creen mejore que los demás: «La religión del ‘yo’ sigue, hipócrita, con sus ritos y ‘oraciones’, olvidando que el verdadero culto a Dios pasa a través del amor al prójimo».

Igual que en la misa de apertura del Sínodo, hace tres semanas, los indígenas participantes en la asamblea estaban en primera fila de la basílica de San Pedro, con sus tatuajes faciales y sus mejores coronas de plumas.

Como desde atrás no se les ve, el Papa lo ha comentado al margen del texto escrito, añadiendo que «a su lado están también los más pobres, y los enfermos de la Comunidad del Arca» en sus sillas de ruedas.

Refiriéndose a las intervenciones y testimonios de los 258 participantes en el Sínodo -incluidas 35 mujeres, el número más alto hasta ahora, y 16 indígenas, una presencia sin precedentes-, el Papa ha dado las gracias a todos por enseñarnos “a mirar la realidad de otro modo, acogiéndola con las manos abiertas como un don, habitando la creación no como un medio para explotar sino como una casa que se debe proteger”.

Pero, sobre todo, el Papa se ha referido en primer lugar a las personas, lamentando tantas resistencias, incluso entre los cristianos, a vivir el mandamiento del amor.

En tono dolorido ha comentado “cuántas veces, también en la Iglesia, las voces de los pobres no se escuchan, e incluso son objeto de burlas o son silenciadas por incómodas”.

Conciencia personal

Así como las tres semanas de trabajo del Sínodo se centraron en el modo de impulsar la evangelización de Amazonia, ayudar a sus 33 millones de habitantes y proteger su medio ambiente, la homilía final era una invitación al examen de conciencia personal.

Frente a la actitud maniquea, Francisco ha comentando la parábola evangélica, haciendo notar que «si nos miramos por dentro con sinceridad, vemos en nosotros a los dos, al publicano y al fariseo. Somos un poco publicanos, por pecadores, y un poco fariseos, por presuntuosos, capaces de justificarnos a nosotros mismos, campeones en justificarnos deliberadamente. Con los demás, a menudo funciona, pero con Dios no».

El Papa ha hecho notar que el fariseo de la parábola va al templo pero desprecia a los demás y solo habla de sus propios méritos por lo que, «más que rezar se elogia a símismo. De hecho, no le pide nada al Señor, porque no siente que tiene necesidad o que debe algo, sino que, más bien, se le debe a él. Estáen el templo de Dios, pero practica la religión del yo».

Francisco ha insistido vigorosamente en que «debemos sentirnos necesitados de salvación. Todos. Es el primer paso de la religión de Dios, que es misericordia hacia quien se reconoce miserable. En cambio, la raíz de todo error espiritual, como enseñaban los monjes antiguos, es creerse justos».

Era una homilía intimista pero, al mismo tiempo, muy exigente pues insistía en que «la religión del ‘yo’ sigue, hipócrita con sus ritos y ‘oraciones’, olvidando que el verdadero culto a Dios pasa a través del amor al prójimo».

Y aconsejaba mucha prudencia pues «también los cristianos que rezan y van a Misa el domingo están sujetos a esta religión del ‘yo’. Podemos mirarnos dentro y ver si también nosotros consideramos a alguien inferior, descartable, aunque sólo sea con palabras. Recemos para pedir la gracia de no considerarnos superiores, de creer que tenemos todo en orden, de no convertirnos en cínicos y burlones».

Una caricia en la cabeza

Su mensaje final al Sínodo estaba claro. La solución de los problemas de la Amazonia llegará mucho antes si los cristianos se comportan de modo más coherente con su propia religión.

El Papa había recibido el sábado el documento final. Es un mero conjunto de sugerencias para multiplicar la actividad misionera en ese territorio, que utilizará como material de trabajo para escribir una exhortación apostólica al respecto antes de fin de año.

La ceremonia final en la basílica de San Pedro clausuraba a la segunda fase del Sínodo, la asamblea, continuadora de la primera, la extensa consulta a 80.000 personas en ese territorio a lo largo de dos años. La tercera fase, la de aplicación, es siempre la más importante, y comienza ahora.

Aunque Francisco tenía aspecto cansado, al término de la misa se ha acercado a los enfermos de la primera fila, en buena parte discapacitados mentales, a los que saludaba haciendo una caricia en la cabeza a quienes no iniciaban el gesto de estrechar su mano.

ABC






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