Mérida, Marzo Viernes 29, 2024, 07:42 am

Inicio

Opinión



Parvulario

De toros y terroristas (II) por ALIRIO PÉREZ LO PRESTI

Diario Frontera, Frontera Digital,  ALIRIO PÈREZ LO PRESTI, Opinión, ,De toros y terroristas (II) por ALIRIO PÉREZ LO PRESTI
ALIRIO PÉREZ LO PRESTI



@perezlopresti

El 11 de marzo de 2004 (11M) ocurrió una serie de ataques terroristas en cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid. Murieron 192 personas y alrededor de 2000 resultaron heridas. La estación de Atocha tenía muestras de condolencias y se podía ver en ella algunos vagones destruidos. Las heridas todavía estaban abiertas, por lo que en el instituto tratábamos de identificar y ayudar a las víctimas de los sucesos, e intentar de aliviar su estrés postraumático. Corría 2005 y los madrileños estaban especialmente conmocionados y dolidos por el horror que habían experimentado. En ese ambiente tan extraño, en el que el dolor de las cosas extremas de la vida se conjuga con la cotidianidad, pasé un tiempo que recuerdo con nostalgia y circunspección. La vida de las personas puede seguir felizmente mientras el mundo que los circunda se hace pedazos. Como quería seguir apreciando de buenas tardes de toros y Madrid no ofrecía lo que buscaba, me iba a los pueblos cercanos que ofrecían mejores carteleras. En una ocasión, por lluvia, tuvieron que suspender una corrida y perdí el viaje, por lo que ese día en el que viajaba de Madrid a El Escorial era importante para mí porque un banderillero de estilo inmaculado se iba a presentar con el primero de la tarde. Tomé el tren a El Escorial y mientras viajaba, disfrutaba de la espléndida vista. Absorto en mis ideas y recuerdos, apenas me di cuenta de que a medio camino se activó una amenaza de ataque terrorista en el tren donde viajaba, específicamente en el vagón donde estaba sentado, por lo que el tren se detuvo a medio camino, se abrieron las puertas y al menos media docena de hombres con pasamontañas y armas largas inundaron el vagón con luces rojas, apuntándonos. Eran las Fuerzas Especiales antiterroristas.

No hubiese pasado de ser una curiosidad si no sueltan cuatro perros rottweiler, uno de los cuales corrió directamente hacia mí y con la fuerza de su impulso, clavó su hocico justo en mi entrepierna. Creo haber perdido el conocimiento por el impacto, sin embargo, ante la inminente posibilidad de que cualquier movimiento de mi parte hubiese terminado en un disparo justiciero en mala lid o en un furioso ataque canino, me mantuve estoicamente inmutable y sentado, con el aliento perdido y dolido a rabiar en mi centro de gravedad. Luego de olfatearme un rato en mis intimidades, el perro se alejó, se fueron los soldados y el tren avanzó hacia nuestro destino. De lo bien que estuvo el banderillero me acuerdo perfectamente, a la par de que esa noche mi esposa me preparaba una bolsa de hielo para mitigar la hinchazón de las zonas propias de mi hombría. 









Contenido Relacionado