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La crónica menor

EL PAPA MONTINI por Cardenal Baltazar Porras Cardozo

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CANRDENAL B. PORRAS CARDOZO


El 6 de agosto de 1978, solemnidad de la Transfiguración del Señor, fallecía en su residencia veraniega de Castelgandolfo el Papa Pablo VI, 262 sucesor de San Pedro, quien gobernó la Iglesia desde el 21 de junio de 1963 hasta la fecha arriba indicada. Le tocó continuar la labor emprendida por su antecesor Juan XXIII, de llevar a buen puerto el Concilio Vaticano II que había clausurado su primera sesión. La primera decisión de Giovanni Battista Montini fue declarar seguir adelante con lo previsto en el calendario conciliar que tuvo tres sesiones más hasta el 8 de diciembre de 1965 en que se clausuró solemnemente, el más universal, -ecuménico-, de todos los concilios pues contó con la presencia de obispos de todos los continentes y de los sitios más remotos del planeta.

 

El Vaticano II dio inicio a una nueva primavera en la Iglesia, en su relación con el mundo moderno, el acercamiento al mundo religioso no católico y a una serie de reformas internas de la institución eclesiástica que marcaron un nuevo momento en la reflexión teológica y pastoral de la Iglesia. América Latina se adelantó en el camino postconciliar con las asambleas del episcopado del subcontinente, siendo la de Medellín (1968) la convocada, aprobada e iniciada por el propio Pontífice en el primer viaje de un Papa a América Latina. También convocó la de Puebla (1979) pero no pudo presidirla pues murió poco antes, siendo pospuesta para unos meses más tarde por Juan Pablo II.

 

Montini ha sido considerado el Papa más relevante del siglo XX, calificativo que enaltece su figura pues los sumos pontífices de dicho siglo han sido considerados, como hombres de grandes dotes y virtudes en la conducción de la Iglesia Católica en medio de las vicisitudes y cambios profundos del mundo en el siglo pasado. Procedía de una familia acomodada del norte italiano, de profunda raíz cristiana y comprometida con los cambios sociales que se estaban dando en su tierra. Desde joven sacerdote pasó a trabajar en Roma en el Vaticano, llegando a ser uno de los colaboradores más cercanos al Papa Pío XII como Sustituto de la Secretaría de Estado. En 1954 lo nombró Arzobispo de Milán, destacándose como un gran pastor cercano a su clero, a los trabajadores y al complejo mundo social de una de las diócesis más importantes del mundo.

 

Supo sortear con destreza y no pocos sufrimientos las muchas contradicciones internas por los cambios surgidos a raíz del Concilio y de las transformaciones políticas, sociales, económicas y tecnológicas de la década de los sesenta. Pablo VI renunció a varios de los privilegios y boatos no acordes con los nuevos tiempos, dio inicio a viajes emblemáticos al mundo entero: a la asamblea de la ONU, a Tierra Santa, a Manila, a Bogotá, entre otros. Promovió una serie de congresos internacionales, y entre sus documentos sobresalen el del diálogo, -Ecclesiam Suam-, en medio del Concilio; Humanae Vitae, sobre el control de la natalidad, el más polémico por las reacciones a que dio lugar, aunque el tiempo le está dando la razón. Evangelii Nuntiandi, el de mayor impulso y progreso a la acción evangelizadora de la Iglesia. Lo mantuvo hasta su último aliento su gran fe y entereza marcado por la dulzura de la devoción a la Madre de la Iglesia.

 

Tres de los cardenales nombrados por él, se convirtieron en sus sucesores: Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. El más fiel a su pensamiento, el Papa actual Francisco quien ha retomado la ruta postconciliar y con sus palabras, gestos y acciones, ha tomado de Pablo VI lo que ha señalado en su carta programática, Evangelii Gaudium, de la que ha dicho que tiene poco de original pues recoge lo mejor de Evangelii Nuntiandi y de Aparecida. El Papa argentino lo declaró beato el 19 de octubre de 2014 y lo canonizó el 14 de octubre de 2018. Recordarlo a 42 años de su desaparición física es algo más que una simple conmemoración. Pedir su intercesión para que la barca de Pedro siga siendo luz y sal en medio de las incertidumbres de estos tiempos es el mejor homenaje que podemos hacer: San Pablo VI es ejemplo de entrega total y de la esperanza contra toda esperanza.

39.- 5-8-2020 (4177)





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