Mérida, Marzo Viernes 29, 2024, 02:55 am
Andrés Ruiz, de 31 años, llegó hace una semana a Lima
con un violín como equipaje. Licenciado en Música por el Conservatorio de la
Universidad de los Andes, en Mérida (Venezuela), era el director de la banda
municipal y daba clases a más de 100 alumnos en un liceo. Ahora, con Darwin
Guardia, un abogado de 40 años de su ciudad, es músico callejero.
Como Ruiz, más de 400.000 venezolanos han llegado a
Perú huyendo de la crisis en su país y atraídos por la oferta de empleo del
Gobierno. El pasado mayo, Migración otorgó un permiso extraordinario de
trabajo, gratuito y provisional a todos aquellos migrantes de Venezuela que
tramitaran el permiso temporal de permanencia que, al mismo tiempo, les da
acceso a los servicios sanitarios y educativos.
La medida permite "actividades generadoras de
renta de manera subordinada o independiente", por hasta un plazo de
sesenta días naturales, que, posteriormente se puede prorrogar de manera
automática, según el documento. Pero la llegada masiva de venezolanos ha
colapsado el sistema y los permisos se atrasan cada vez más. El Ejecutivo
intenta controlar la oleada exigiendo el pasaporte de entrada al país, como
también lo ha hecho Ecuador, el país de tránsito hasta llegar a Perú.
“El viaje por
Ecuador duró siete días, hemos dormido en el suelo, con las maletas; pasé por
la frontera de Rumichaca en los días que la fila era de 5.000 a 7.000 personas
del lado ecuatoriano”, rememora Ruiz. El dinero de sus dos trabajos dejó de
alcanzarle para mantener a su hija de tres años y a sus padres y se lanzó a
buscarse la vida en Perú.
Este músico vive en una colchoneta en una habitación
que comparte con otros venezolanos. Cada día va a trabajar a una calle en el
emporio textil de Gamarra, donde los minoristas se surten de prendas fabricadas
a bajos precios, y una de las zonas a la que llegan más migrantes. En las
galerías comerciales es común que los dependientes sean venezolanos y, en las
calles, jóvenes de la misma nacionalidad venden café, artículos para mascotas,
alimentos, o anuncian las ofertas de las tiendas.
Según una encuesta de la Organización Internacional
para las Migraciones (OIM), un 34% de los venezolanos gana el sueldo mínimo o
menos, el 85% trabaja sin contrato, y el 65% tiene algún nivel de educación
superior. La mayoría de los profesionales venezolanos que llega a Perú vive
unos días o meses desempleado, prepara y vende arepas y café, o pasa por
oficios como taxista o vigilante.
Yannely García, de 21 años, había terminado su
carrera de contadora (contable) en la Universidad de los Andes y le faltaba un
semestre para acabar Educación. Viajó durante seis días hasta Tumbes, en Perú,
desde San Cristóbal (Táchira), y ahora trabaja como vendedora en una tienda de
ropa para bebés, también en Gamarra.
“Somos cinco hermanos,
viajé para ayudar a mi familia porque estaba gastando mucho en los estudios:
las fotocopias, por ejemplo, salían muy caras. Llevo ya tres meses en Perú y el
primer mes y medio lo único que conseguí fue limpiar apartamentos, era
agotador”, relata. “Con tres meses de trabajo me falta poco para pagar la deuda
de 450 dólares que tenía para viajar a Perú”, aunque dice que el resto del
dinero se le va en el pago de alquiler, el agua, internet y el transporte.
“Exigen mucho en el trabajo, aunque una de todo de sí”, agrega la joven.
En la galería Santa Lucía, en Gamarra, trabaja
Valentín Duarte, de 22 años, graduado como técnico superior en Publicidad y
Marketing hace tres años en Maturín, capital del Estado Monagas. Vive en Perú
hace un año y después de otros tres trabajos, ahora es vendedor en un puesto de
trajes. “Nunca había vendido en la calle: empecé vendiendo jugos (de fruta),
luego doblaba ropa en una tienda, y tuve un puesto de oficinista con un
abogado, pero la gente que tiene más dinero se aprovecha y no me quiso pagar,
por eso tuve que irme de ese empleo. Quizá mi formación me ha ayudado a no
tener vergüenza con el público”, explica.
Precariedad laboral y xenofobia
En las tres últimas semanas los venezolanos han
enfrentado el peor embate xenófobo desde que empezó el éxodo. El racismo se ha
colado en la campaña electoral a la alcaldía de Lima. “Los venezolanos van a
decidir el futuro del Perú en las próximas elecciones porque tendremos un
millón de venezolanos quitándole trabajo a otros peruanos”, es el mensaje de
uno de los candidatos. Sin embargo, la entidad que elabora el padrón electoral ha
informado de que solo 26 venezolanos votarán en los comicios municipales de
octubre.
“El venezolano tiende a ser explosivo y el peruano detonante, no hay que caer en la provocación. Yo he tenido empleadores excelentes, salvo ese que mencioné: al que sabe trabajar con buena intención, le va bien”, argumenta Valentín Duarte. “El Estado tiene que construir una política migratoria que no hemos tenido”, ha reconocido el ministro de Trabajo de Perú, Christian Sánchez.
Una periodista venezolana que atiende un puesto de ropa en Gamarra, y que prefirió no dar su nombre, asegura que los trabajos que consiguen alcanzan solo para sobrevivir: “Me iré de Perú, no es como había imaginado”.