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“Medicinas para salvar vidas” por Padre Edduar Molina Escalona

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Padre Edduar Molina Escalona



En el recorrido cuaresmal de este año el Papa nos pide recorrer tres caminos que sustentan la vida de todo creyente: La fe, la esperanza y la caridad. La fe como expresión de la oración como diálogo filial con el Padre. El ayuno, como vía de pobreza y de privación; y, la limosna con mirada y gestos de amor hacia el hombre herido y en las periferias de la existencia humana.


 


A lo largo de cuatro décadas la Iglesia en Venezuela nos ha propuesto ejercer este tercer camino, a través de acciones concretas y solidarias, que nos sensibilicen a todos, que nos hagan mirar alrededor y sentir en nuestra propia carne “los heridos del camino”, con la llamada “Campaña Compartir”, que no es otra cosa que mirar el ejemplo de “Jesús buen samaritano”, imitar sus gestos y actitudes de enorme humanidad, que nos animen a salir de la desesperanza e indiferencia en la que está hundido nuestro pueblo. Como nos lo enseñó Benedicto XVI: “Se trata de “mirar al que tenemos al lado para ejercer con él la caridad, retirar la mirada egoísta hacia nosotros mismos, retirarnos la preferencia en todas nuestras decisiones para poner al prójimo en primer lugar”.


 


El 20 de septiembre del pasado año, el Papa Francisco se encontró con los miembros del Banco Farmacéutico de Roma, en sus 20 años de fundación, y en su discurso expresó el pensamiento motivador de nuestra Campaña Compartir 2021: “Quien vive en la pobreza es pobre en todo, incluso en las medicinas, y por lo tanto su salud es más vulnerable”.


 


La ardua labor de Cáritas Venezuela, por medio de sus boletines epidemiológicos, han revelado la grave situación en el deterioro de la salud de los venezolanos, unido a la compleja crisis económica que imposibilita el acceso a los medicamentos, productos médico-quirúrgicos y de bioseguridad.  Por medio de la campaña Medicinas para Salvar Vidas, se busca hacer visibles los muchos samaritanos que hoy necesitan en Venezuela “el aceite del consuelo y el vino de la esperanza”, el apremiante llamado del Señor “a montar sobre nuestra cabalgadura y llevar al herido a la posada” (Lc 10,25-37). Todo un enorme desafío a nuestra fe que nos debe impulsar a salir de nuestra comodidad e inhumanidad para atender y acompañar “aun desde nuestra propia pobreza”, con tantos que hoy mueren por falta de medicinas. 


 


La campaña N° 41 de este año, es un grito en el desierto del dolor de nuestros enfermos a la comunidad internacional, para que dejando a un lado parcialidades políticas e ideológicas, centre su atención y acción solidaria en una ayuda humanitaria real y participativa, que nos ayude a impulsar los cambios estructurales que urgen en Venezuela para vencer la pobreza, la violencia, la exclusión y la enfermedad.


 


Esta campaña no podemos reducirla a “pañitos de agua tibia”, o actividades esporádicas, debe ser el reimpulso para todos los que sentimos el sufrimiento del hermano, desde las pequeñas acciones de las parroquias con las Cáritas y los bancos de medicinas, hasta las instituciones públicas y privadas con toda la sociedad civil y su valioso aporte y donaciones. Tomando conciencia que para la caridad no hay religión ni color político.


 


El Papa Francisco en su «Fratelli Tutti», expresó: “La caridad es un don que le da sentido a nuestra vida. Es un impulso delo corazón que nos hace sufrir con el que sufre y que nos lleva al encuentro del que está solo, enfermo, angustiado para así entre todos construir la civilización del amor… La caridad con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos” (183).


 


La tarea de lograr caminos de “desarrollo eficaz” impone luchar contra la “marginalidad farmacéutica”, que lleva al mundo a una injusta distribución de los medicamentos. Bien lo decía Pablo VI: “El mundo está enfermo, su mal está menos en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos, que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”.


 


La Campaña Compartir tuvo su inicio el pasado 17 de febrero con el Miércoles de Ceniza, y quiere ser testimonio de una Iglesia pobre para los pobres, que en salida misionera muestra el rostro misericordioso del Padre a la Venezuela enferma de tanto odio y polarización política con la medicina de la reconciliación de una nación en la que todos somos hermanos, siguiendo el llamado del próximo beato venezolano Dr. José Gregorio Hernández: “Haz el bien”.


 


Mérida, 7 de marzo de 2021






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