Mérida, Mayo Martes 30, 2023, 11:25 am
La noche de los Goya
se conjugó en un presente que sonaba a futuro distópico -todo a través
de la pantalla, sin contacto físico y a distancia-, pero los académicos
prefirieron mirar al confortable pasado de ‘Las niñas’,
una mirada cargada de nostalgia y reivindicación de las mujeres que le
valió a su directora, Pilar Palomero, convertirse en la quinta cineasta
que gana el Goya a dirección novel, mejor película y de guión original.
Solo Agustín Díaz Yanes, Alejandro Amenábar, Achero Mañas y Raúl Arévalo
lo hicieron antes. «Para vivir la vida hay que mirar al futuro, y para entenderla, mirar hacia atrás», dijo Antonio Banderas en
el emotivo monólogo inicial -minuto de silencio incluido- con el que
pareció adelantar lo que habían votado sus compañeros de la Academia de
Cine. Fue la gala más diferente, innovadora y corta -una hora
menos que el año anterior- de las 35 ediciones. Y también la más
emotiva. Parecía que con la idea de hacerla ‘híbrida’, con los 166
nominados desde casa conectando con el teatro del Soho de Málaga, la
emoción se iba a perder por el desagüe de la fluidez y el ritmo. Pero no
falló nada en la técnica -salvo a Fernando Trueba-. Al revés, el ‘zoom’
abrió una ventana directa a las lágrimas y los abrazos de los ganadores
que celebraban en casa, sin el rigor y la presión de subir al
escenario. Eso sí, a más de uno las restricciones se le olvidaron en el fulgor de la noche con unos salones que parecían previos a la aparición del coronavirus. ‘Adú’ (cuatro galardones) y ‘Akelarre’ (cinco)
se repartieron los primeros premios técnicos hasta que llegó ‘Las
niñas’. Y ya no tuvo rival. Pilar Palomero se llevó el de dirección
novel. Y con ese y los dos de reparto (él, Adam Nourou, por ‘Adú’ y ella, Jone Laspiur, por ‘Ane’) se habían entregado siete en 25 minutos. Récord de velocidad para la fiesta dirigida por Antonio Banderas. En las únicas categorías principales donde ‘Las niñas’ no podían competir, mejor dirección y guión adaptado, ganaron Salvador Calvo por ‘Adú’
y David Pérez Sañudo por ‘Ane’. Fue una gala, la de la 35 edición, en
la que solo una categoría tenía un ganador asegurado -animación para ‘La gallina turuleca', única presentada-, aunque en realidad eran dos: en documental, ‘El año del descubrimiento’ tenía
cuatro contrincantes pero ningún rival. Y se llevó también el de mejor
montaje. Tampoco parecía haber dudas en que la Academia daría el Goya a
mejor película iberoamericana a Fernando Trueba, pero compartiendo
categoría con 'El agente topo', 'Ya no estoy aquí' y La llorona' podía
haber pasado cualquier cosa. En interpretación, dos debutantes en la categoría principal triunfaron, aunque con carreras más que diferentes. Mario Casas,estrella desde su debut en 2006 de mano de Antonio Banderas en ‘El camino de los ingleses’, se llevó su primer Goya reivindicando sus papeles de ídolo juvenil sin camiseta; y Patricia López Arnáiz, ‘curranta’ del cine más en los márgenes y de la televisión, lo ganó por ‘Ane’, la otra alegría ‘debutante’ en el cine español de la noche junto con ‘Las niñas’. Porque entre los nominados veteranos rascaron poco. De las ocho nominaciones de ‘La boda de Rosa’,
de Icíar Bollaín, solo ganó actriz de reparto (Nathalie Poza) y canción
original. Y el ‘Sentimental’ de Cesc Gay, solo Alberto San Juan como
actor de reparto de las cinco opciones. Y Juanma Bajo Ulloa, que volvía a
los Goya cual ‘ave fénix’ con ‘Baby’, se fue de vacío. «¿Hablo
ya?», dijo Nerea Torrijos, la primera premiada de la 35 edición nada
más recibir el Goya a diseñadora de vestuario por ‘Akelarre’. ‘Shhhhh’,
mandó callar a los que gritaban en su salón de casa, entre ellos seguro
alguno de a los que se lo dedicaba. Fue un ejemplo de lo que vino
después: gente en casa mirando a una ‘webcam’ y mandando besos al aire.
Nada que no haya hecho todo el mundo durante este duro año -lo demostró
el ‘In memoriam’, con más rostros jóvenes que otros años- solo que con
los protagonistas vestidos de traje de noche. Lo más encorsetado y a la
vez lo más poderoso de la ‘virtualidad’ fueron las intervenciones
grabadas de lo que se podría llamar ‘amigos de Banderas por el mundo’,
estrellas de Hollywood y otros lugares que mandaban sus mensajes en
apoyo al cine español. Una muestra de la inagotable agenda del malagueño
y que confirma que lo de ‘el actor más internacional de nuestro cine’
es todavía hoy más una realidad que un tópico desgastado. «No es la gala que nos hubiera gustado celebrar»,
dijo Mariano Barroso, presidente de la Academia, excusándose ante los
nominados. Pero todo el frío del teatro del Soho vacío lo calentó la
sonrisa que irradiaba Ángela Molina, que recogió el Goya de Honor -la
única que abrazó al cabezón ayer- de mano de su querido Jaime Chávarri.
«Cuando hablo de mis padres me invade una ola de amor que me devuelve
la vida. Quiero dar las gracias a mi padre por mi madre, y a mi madre
por mi padre. Este Goya es vuestro, con todo mi amor», agradeció
emocionada la intérprete en su noche más especial. En realidad, en la
noche más especial del cine español, que firmó la mejor gala de los
últimos años. ABCA toda velocidad
Calor en el vacío