Mérida, Abril Miércoles 17, 2024, 04:55 pm
@lloaizar
Hay ideas poderosas que han sido y son influyentes desde hace siglos. Han atrapado la imaginación y los sentimientos de los seres humanos, permitiéndole modelar formas de pensar y ser, configurar modos de convivencia, sociedades y civilizaciones.
Defender la libertad de empresa y el derecho de propiedad sobre las riquezas producidas, conformar relaciones de convivencia social fundadas en el mérito de las personas, no en los privilegios obtenidos por nacimiento, concesión o adscripción, establecer un ordenamiento político y jurídico respetuoso de los derechos individuales, particularmente, la libertad y la igualdad, reconocer como único poder legítimo al que se funda desde la expresión libre de la voluntad del pueblo y ejercer el poder sometido a la ley, son algunas de las más poderosas ideas que desde hace siglos mueven al mundo.
Pero como sabemos, nada está dado por seguro, la vida es una lucha continua para superar obstáculos y todo lo que anhelamos debe construirse con dedicación y gran esfuerzo. De manera que hacer de esas ideas el soporte de nuestras vidas ha sido difícil y ha requerido el empeño de muchos hombres durante mucho tiempo y todavía la tarea puede considerarse inacabada.
Los venezolanos nos encontramos precisamente en ese punto en el que la defensa de estas ideas define a buena parte de los que queremos que el país avance hacia mejores horizontes, pero no nos ponemos de acuerdo sobre la forma de hacerlo. Lo que parece que más claro tenemos es que el estatismo no sirve para generar riqueza y bienestar; que las formas políticas excluyentes producen violencia y caos; que el desconocimiento de los derechos individuales termina generando crímenes contra la humanidad; que la servidumbre, subordinación y desigualdad liquida la dignidad de los pueblos y que el poder sin control jurídico se convierte en tiranía.
Es el momento para que la política despliegue su función pedagógica y permita definir un nuevo proyecto nacional, más allá de los intereses particulares que hasta ahora sólo han demostrado su contundente fracaso. Tengamos presente que la unidad de los venezolanos sigue siendo una clave fundamental para definir lo que queremos colectivamente a partir de la experiencia acumulada en estos años.