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Metrópolis emeritense con cuatro obispos por Edgar Márquez

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Edgar Márquez


Un acontecimiento regional y nacional ha tenido lugar en la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Mérida, este viernes tres de junio, en horas de la mañana. La jerarquía, el clero y la feligresía dieron entusiasta bienvenida al nuevo Arzobispo Coadjutor, durante ceremonia cargada de emotividad y fervor religioso.
Venido de la diócesis de Guayana, Puerto Ordaz, y nativo de Maracaibo, Monseñor Helizandro Terán Bermúdez, se convierte en el quinto coadjutor en la historia de la mitra emeritense y será, en el futuro, el séptimo metropolitano.
Por primera vez un zuliano rige le grey merideña, luego de que sus antecesores fueran nativos de Caraballeda (Silva García), Lobatera (Chacón Guerra), Capacho / Tovar (Pulido), Turmero (Pérez Cisneros), Sabana Grande (Salas) y Caracas (Porras). Interesante proceso histórico de la arquidiócesis emeritense, que no merideña, porque su nombre está ligado a la ciudad y no al estado.
Por cierto, hay dudas sobre el nacimiento de Monseñor Pulido Méndez. Varios estudiosos lo ubican en Rubio, Capacho y Tovar, mientras que en un sitio de internet lo llevan hasta Ocumare de la Costa de Oro. Hay trabajo para otros laboriosos investigadores.
Las expresiones culturales y religiosas estuvieron presentes en la catedral, gracias al empeño del esclarecido sacerdocio y a la coordinación del obispo auxiliar Monseñor Rojas. En medio de la celebración destacaba la recia personalidad del Arzobispo titular, el Cardenal Baltazar Porras, un eminente hombre de Dios que pronto se despedirá del ejercicio activo, pero que en sus años recientes ha demostrado tanta vitalidad como cuando llegó a Mérida, procedente de Caracas.
Monseñor Terán Bermúdez viene a Mérida precedido de estudios superiores de primer nivel, de haber sido superior de su congregación, director de colegio y obispo de Puerto Ordaz. Es persona de trato sencillo y afable, al decir sus biógrafos. Su presencia ha servido para proclamar que hoy en Venezuela cualquiera de los obispos está en condiciones espirituales e intelectuales de asumir nuevas y mayores responsabilidades, y que ello ocurre por la gracia del Creador y no por cuestiones personales o grupales.
Ahora, quiero referirme a un hecho que para muchos pasó inadvertido en el acto del viernes anterior. Luego de la ceremonia, al salir, posaron por instantes, y fue captada la foto, los cuatro obispos de Mérida. Un hecho curioso, novedoso e histórico. Por primera vez hay cuatro hombres del episcopado dentro de la curia episcopal emeritense.
En el pasado siempre hubo dos o tres. Titular, coadjutor y emérito, pero nunca se alcanzó el cuarteto. Ahora sí. El elenco incluye al emérito Monseñor Luis Alfonso Márquez Molina (de Tovar), al auxiliar Luis Enrique Rojas Ruíz (de Mérida), al Coadjutor Helizandro Terán Bermúdez (de Maracaibo) y Su Eminencia Monseñor Baltazar Cardenal Porras (de Caracas).
He querido resaltar este hecho porque la historia se escribe con hechos relevantes, que deben ser debidamente señalados y explicados. Hoy, nos regocijamos con este singular hecho. Nuestra sede episcopal es una de las más prestantes de América, y como tal debemos poner en relieve la circunstancia, para que además de entenderse sirva de ejemplo de cómo se deben conservar las instituciones en nuestro país, al modo como lo hace la iglesia católica.
Es propicio el momento para enviarle un abrazo de afecto, amistad y elevado aprecio al Cardenal Baltazar Porras, a quien durante muchas ocasiones tuve el placer de recibir en Santa Cruz de Mora y compartir gratamente. Su egregio sacerdocio honra al clero venezolano y se inscribe dentro de una página especial de la historia eclesial venezolana.
Porras, hombre de bien sostenida sencillez y afabilidad, es hoy un hombre cercano al papado. Su labor, como asesor del Santo Padre, ha tenido que ver con eventos en toda América. En Venezuela ha asumido nuevas e inmensas responsabilidades, como el caso del Arzobispado caraqueño y la dirección de la causa del beato José Gregorio Hernández.
Todo para honra de la iglesia universal. 




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