Mérida, Marzo Jueves 28, 2024, 05:01 am
Lo que parecía lejos de suceder en el Edificio de
Cardiología aún sin concluir en el Hospital Universitario de Los Andes (HULA),
sucedió. Los tubos de cobre instalados en una de las tres plantas del edificio
fueron sustraídos en su totalidad. El cálculo conservador considera que
aproximadamente ciento cincuenta (150)
metros fue el daño a la edificación. Después
de violentar una de las ventanas del nivel emergencia frente al auditorio del HULA, utilizaron todo
el tiempo necesario para cortar y sustraer los tubos de cobre, cuyo uso estaría
destinado para el suministro de gases medicinales de la futura Unidad de
Cuidados Coronarios, Unidad de Cuidados Postoperatorios y los tres quirófanos
para Cirugía Cardiovascular.
El Edificio no tiene vigilancia desde hace seis (6)
años cuando atentaron mortalmente contra el vigilante de guardia el 31 de
diciembre. Por supuesto, la estructura está expuesta al pillaje y vandalismo
que de no tomarse las medidas pertinentes, poco a poco, la edificación será
destruida.
Sobre la vigilancia, en múltiples oportunidades se
planteó tanto a las autoridades de salud regional como al ejecutivo del estado.
Anteriores directivos nacionales fueron informados sobre estos menesteres. Pero
no ha habido ni la voluntad ni la
preocupación para atender el planteamiento y de no tomarse las medidas
pertinentes, los dos ascensores podrán ser víctimas de manos malévolas y
destructoras.
Nuestra pregunta, cuándo se reparará el daño
ocasionado al patrimonio público, una instalación de salud para el beneficio de
una gran colectividad del occidente del país. Quién será responsable de la
pérdida patrimonial.
Acudimos a la sensatez para que se nos escuche. De
esta situación está enterada la Dirección del HULA y la Corporación de Salud.
Muchos años, más de una veintena hemos diligenciado
en todos los niveles para que Mérida y la Región Los Andes dispongan de un
Centro Cardiológico de alto nivel asistencial y académico, sede del segundo
postgrado de Cardiología en antigüedad de Venezuela, con la mayor productividad
científica y asistencial. Pero cada día pareciera que está más lejos el sueño
de una generación de la Cardiología Hospitalaria.
Las instituciones de salud se derrumban como castillo de arena sin muro de contención alguno. El esfuerzo de muchos años está al borde del abismo. No hay freno que disminuya la velocidad de deterioro e incertidumbre que conducirá indeteniblemente al caos y al colapso total. Cada día que pasa sin aplicar correctivos serán años de mora para recuperarla a los estándares de un mundo desarrollado. El tiempo se está agotando. El tiempo es el recurso menos recuperable.