18/10/18. El 09 de octubre de 1558 se funda la ciudad
de los Caballeros de Mérida, hace 460 años, por el capitán Juan Rodríguez
Suárez. Tan pequeña era la ciudad que la Universidad de Los Andes la arropaba,
ambas se confundían, al punto que Mariano Picón Salas llegó a decir “una
universidad con una ciudad por dentro”. Aquí aprendimos a deleitarnos con “Las
cinco águilas blancas” de Don Tulio; a vibrar con la juventud ulandina rebelde,
con el canto a la mujer de “Preciosa merideña” de Pedro J. Castellanos; con el
arte, de Salas Dávila, la pluma de Marco Vinicio Salas; las esculturas de
Manuel De La Fuente y Carlos Colmenares, con el buen humor de nuestro querido
payasito “Teterito”, con nuestra TAM desde sus pioneros Hugo Anzil y Miguel
Antonio Salas; podemos ascender hasta lo más alto de nuestra sierra a través
del Teleférico más alto y largo del mundo (hoy Sistema Teleférico Mukumbarí); a
deleitarnos con nuestros dulces típicos y la gastronomía; en fin. Es esta
mágica ciudad un portento de luz para quienes aquí la Providencia les dio la
posibilidad de nacer y vivir. Hoy tenemos una Mérida herida y olvidada por un
gobernador que asumió la conducción de este estado producto de la mala gestión
del gobernador Alexis Ramírez, a quien el pueblo castigó a través del candidato
Jehyson Guzmán. Guevara gobierna con una oposición dividida que no le permite
direccionar y conducir el estado Mérida hacia un mejor nivel de desarrollo,
pierde una oportunidad de oro con la gente que le dio su confianza para
transformar a Mérida en una ciudad y estado modelo del país. Aquí no existen
programas de vivienda, los centros de salud están desasistidos; los bachaqueros
tienen el dominio de la ciudad, los comerciantes aumentan los rubros de manera
desenfrenada y no pasa nada; los principales alimentos los desaparecen ante la
mirada indiferente de los funcionarios regionales; el turismo ha decaído por
falta de políticas de promoción y asistencia en esta materia. Nunca con los
adecos se vivió mejor y ésta vez no es la excepción. La gestión del alcalde del
municipio Libertador, Alcides Monsalve, es totalmente gris. Nuestras calles y
avenidas hacen la semblanza de una ciudad fantasma, no hay luz para
iluminarlas. No hay un rincón de Mérida que no esté minado de basura. Ningún
alcalde de Mérida ha presentado a las comunidades un plan de reciclaje de
basura, que le permita generar ingresos propios para su entidad. El problema
del transporte pica y se extiende; los choferes de todas las líneas irrespetan
a los usuarios. Las calles y avenidas se convirtieron en un caos total, no hay
reglas, ni controles de ningún tipo. Volvimos a la Mérida primitiva. Las
responsabilidades del gobierno a nivel central con Mérida, a través de su
protector Jehyson Guzmán, son ineficientes. El servicio de agua en la ciudad y
todo el estado Mérida es pésimo, hasta hace poco consumíamos agua no
potabilizada; no existe un plan de suspensión del vital líquido, ni tampoco se
explica las causas por las cuales lo hacen. Los cortes y bajones de luz aún
persisten. El servicio en materia de seguridad es pésimo, los atracos y robos
están a la orden del día, no hay
policías. Los bachaqueros y comerciantes desangran el salario de quienes buscan
todos los días un sustento para sobrevivir, sin que los organismos nacionales
actúen. Se necesita un protector de Mérida que en realidad asuma el compromiso
con el pueblo merideño. Los merideños nos sentimos decepcionados por la
inacción de tres personas que no hacen los cambios necesarios para devolverle a
Mérida el rostro y la atención que merece. No hay nada que celebrar. Los
merideños nos merecemos un mejor trato. Es el momento de reivindicarse con el
pueblo merideño. Todos tienen una gran deuda con esta ciudad y el estado. La
paz, la salud, la alegría a nuestra Mérida herida y olvidada es sin condiciones,
con humildad de las partes. Todos tienen una oportunidad para reescribir la
historia, con la pluma de la paz para demandar por más bienes, servicios
públicos, leyes más democráticas y equitativas y no para marchar o defender la
propiedad privada, o negocios extranjeros, o propiciando invasiones militares.
Los merideños luchamos por nuestra Patria y el HOMBRE después de haberla
emancipado. “Bienaventurados los que luchan por la paz, porque su recompensa
será la libertad de consciencia que nos corresponde, sin excepción”.