Mérida, Diciembre Jueves 07, 2023, 05:42 am
A despecho de toda consideración política por
los incumplimientos que caracterizan a nuestros líderes latinoamericanos, se
adelantan en Caracas, cuna del creador de la Gran Colombia, Libertador Simón
Bolívar, Las negociaciones de paz gobierno colombiano-guerrilla ELN, en
presencia de países garantes de los acuerdos a los cuales pudieran arribarse en
el contexto sobre: la construcción de una nación en paz y equidad, así como en
transformaciones para los asuntos sociales y ambientales, para lo cual han sido
invitados, además, algunos países de la CE, así como otros latinoamericanos y
EEUU, incluso.
Indudabablemente, por los nexos de Nicolás
Maduro con el ELN, grupo que le ha concretado una lealtad absoluta, Caracas a
cuenta del erario –renta petrolera- está
aportando su cuota parte en el proceso de referencia, aunque sin expectativa
alguna de que ese grupo desaloje cerca de unos 40 municipios en nuestro
territorio, incluidos los de las áreas de minería ilegal, aparte de unas ocho
entidades federales, en donde por intereses propios de funcionarios del
gobierno, incluidos los del mismo presidente Maduro, se hallan insertos, junto
con iraníes, a objeto de avanzar ante una supuesta guerra asimétrica con EEUU. Pero,
Según investigaciones de Insight Crime, se trata de una relación “simbiótica”
comprometedora, inexorablemente, para ambas naciones.
Por tanto, en virtud de las consideraciones
expuestas, aun con la asistencia de países garantes de los acuerdos, las
expectativas colombo-venezolanas de lograrse un acuerdo de paz tal vez podrían
tornarse algo remotas porque se trata de un grupo radicalísimo
(fundamentalista) en sus objetivos a cualquier precio y/o circunstancias, pues
los intereses del narcomunismo y sus afectos parecieran, sin apología, algo imbatibles,
ante la imprecisión notoria de EEUU para refrenar tales ambiciones, en
detrimento de todo un continente que sucumbe ante la miseria suspiciosa del
Foro de Sao Paulo y sus adláteres, ahora proyectados sobre la base de los ingresos
petroleros venezolanos en un país donde sus habitantes deben enfrentar, a todo
trance, las deficiencias incuestionables de los servicios públicos, al extremo
de emigrar en busca de opciones halagüeñas, mientras el régimen se vanagloria de
una supuesta eficiencia y atribuye a un enemigo imaginario todos sus
desaciertos.