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LA INGOBERNABLE PDVSA por Luis Loaiza Rincón

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LA INGOBERNABLE PDVSA por Luis Loaiza Rincón


Enfrentar exitosamente la corrupción exige conocer y atacar sus causas estructurales, más allá de lo episódico y de la naturaleza de los valores, que son también muy relevantes, pero nos dejan, casi siempre, en la superficie del problema.

Para algunos, estos fenómenos son intrínsecos al Estado y a la cultura rentista, tan arraigados en Venezuela. No obstante, la evidencia demuestra que la corrupción prosperará en cualquier espacio donde prevalezca la debilidad de las instituciones públicas.

En el caso específico de PDVSA, desde el momento mismo de la nacionalización de la industria petrolera en 1976, se inició un complejo proceso, que dura hasta hoy, gracias al cual esta especie de “sociedad de cartera”, desarrolla creciente autonomía ante el control público. Es lo que se ha llamado de forma corriente tener un “Estado dentro del Estado”.

PDVSA lleva tempo ingobernable y junto al despilfarro y el expolio de los recursos que genera, sólo encontramos decadencia. Aun así, PDVSA no tiene quien la controle. El Ministerio del ramo, hoy llamado Ministerio del Petróleo, fue desmantelado y perdió la capacidad técnica de gobernar el negocio y controlar los niveles de producción de crudo y gas natural. Otro tanto ocurre con los ineficaces órganos contralores. Además, debemos tener claro que PDVSA no produce ni un sólo barril de petróleo porque, en la práctica, se convirtió en una agencia de licitación al servicio de la industria privatizada.

En este momento se hace preciso demarcar tanto el rol del Estado, como el del sector privado nacional y extranjero, relacionado con la industria petrolera. En el primer caso, en el del Estado, se precisa claridad y eficacia legal y operativa como administrador de un recurso natural no renovable que pertenece a la nación, como accionista único de PDVSA y como accionista mayoritario de las alianzas con el sector privado nacional y extranjero.

En este punto también está claro que cada escándalo de corrupción fortalece la opción de la re-privatización de la industria petrolera, que es un debate que se rehúye o se enfrenta superficialmente, desde la polarización que nos incomunica desde hace años.

Por ahora, sujetar nuevamente a PDVSA al control fiscal y político del Estado constituye un reto compartido tanto por el gobierno, como por cierta oposición que administra o administró filiales de PDVSA en el exterior, como lo son CITGO y MONOMEROS, empresas en las que también se han presentado recurrentes casos de corrupción.





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