Mérida, Marzo Miércoles 26, 2025, 11:33 am
José
Montecano es un lucero de cantos. Si nuestro país fuera un barco, Paraguaná
sería la proa que desafía las aguas del mar Caribe, y avanza hacia el Norte. La
punta de esa proa sería el cabo San Román, y así mismo la cabeza de Venezuela,
porque es el punto más septentrional de la tierra salobre y dulce, como el cardón
que nos da su agüita para calmar esa sed que tenemos en esta tierra de gracia.
Desde cualquier punto que miremos, la península siempre va a semejar una cabeza
inclinada al occidente; aunque llevemos golpes duros de los vientos alisos, nos
sostenemos en su cuello delgadísimo desde el ismo arenoso de los médanos de
Coro.
El
falconiano lleva una fuerza interior en su alma que canta como la fuerza del
medanal, porque somos arenas que danzan la esperanza de un pueblo que ha sido
historia en la tierra firme de América, llena de paisajes de hermosos mosaicos,
y de contrastes bendecidos por la mano de nuestro universo maravilloso. Así es
el canto del hombre que anda en el paisaje, será más que el pájaro cantando su
alegría y tristeza en el canto de la tierra del viento, del barro, el adobe y
la tapia que construyen allí su propia existencia.
Escribir
sobre José Montecano, amigo y paisano, es tarea muy comprometedora; además, si
hemos compartido caminos como los paraguaneros que nos secan los pies de tanto
andar en busca de los sueños. Cómo no acordarme de nuestra travesía a El
Vínculo de Curaidebo para llegar hasta El Cardonal, a mi casa en Santa María,
con nuestro entrañable amigo Heberto León. Montecano encantó a todos
rememorando otros tiempos con sus canciones, con un cuatro prestado de apenas
tres cuerdas.
Nuestro
cantautor es Esmil Padilla Rossell, quien
nació en la Ciudad de Punto Fijo, en el año de 1955, y es mejor conocido
como José Montecano en honor al cerro que está ubicado en San José de Cocodite,
municipio Falcón. Allí está ubicado el cerro Montecano, donde quedan las cuevas
del Guánamo que es un reservorio natural mucho más visitado, y de mayor
accesibilidad en otras épocas. Sus padres son de origen paraguanero: Carmen
Adela Rossell y Esmil Rafael Padilla.
Su
primera producción discográfica fue en el año 1977, un acetato de 45 rpm el
cual se tituló “Sentir Coriano” y “Canción del Mar”, canciones escritas por su
hermano Alí Primera Rosell.
En
este cantor hay una toda una trayectoria musical que lleva más de cincuenta
años de vida musical. Montecano merece un homenaje por su trayectoria y trabajo
en el canto venezolano. José Montecano es un cantor que lleva por dentro su
venezolanidad con un corazón paraguanero hecho como el guayacán que siempre
esta verdecito así haya mucho verano. En aquel entonces, su hermano Alí Primera
le escribió en aquel longplay: “Querido
José: como bienvenida quisiera ofrecerte algunas de mis reflexiones por si te
sirven de algo; aunque las enseñanzas que vayas recogiendo en el camino y tu
propia conciencia serán tu mejor guía”.
José
Montecano es un cantor que logra comunicarse con su pueblo, que se ha
convertido en alma y corazón de un pueblo que sufre y se expresa en la sensibilidad
expresada en el canto, porque el cantor se forja en el calor de la lucha del
pueblo. Y como Alí decía: sin capacidad de aprender, no se puede llegar a
enseñar. Porque el nuevo canto que se hace tan necesario hoy en día no precisa de ídolos, sino de voces sinceras que no perfumen la hienda, sino todo lo contrario. Hoy se ha confundido
el compromiso cantor con el culto a las personalidades que olvidan quienes los
llevaron al poder. Desde esta trinchera José Montecano, hermano cantor, nunca
ha perdido la inmensa fe en el compromiso con lo humano, y en la vida plena de
ese canto.
Montecano
nos ha respondido como cantautor por haber encontrado el camino de los que
abren brecha en la inquebrantable perseverancia de un pueblo amoroso y digno
que espera de ese nuevo canto un himno a la lucha contra esos indignos que han
puesto a pasar hambre al venezolano, y ha sometido la esperanza de un bravo
pueblo envejecido por la espera de promesas incumplidas y decretadas en el
limbo del desengaño y la estafa. Pero ese canto lo llevamos en la sangre, y nuestro
cantor nos refresca en el paisaje desértico. Paraguaná es la mujer más hermosa
que con su luna llena nos enamora, y su vendaval nos alegra el alma y cuerpo en
toda esa línea azul índigo en su ecosistema enclavado en el Wai-Jai, hábitat de
enanos guardianes de tesoros, donde sólo el ave falcónida llega.
Ese
es el canto que nos regala el cantor de hombre y paisaje. Montecano es lucero
que alumbra nuestra Paraguaná, olvidada y víctima de grandes silencios. A veces,
aunque el viento sea muy delgadito, nos grita en toda esa ventolina o barullo
de su propia esperanza hecha paisaje. El poeta Andrés Castillo escribió sobre Montecano
en su disco “Hombre y Paisaje” que su canto es un homenaje a su tierra amada, a
la tierra falconiana y a sus compositores que han sabido ponerle corazón a los
acordes, la querencia que todos sentimos por la falconía amorosa, fértil,
generosa de este pueblo grandioso y que lleva sus huellas impregnadas en las
luchas del pasado y del presente por su
porvenir.
Nos
cuenta su compadre y poeta Simón Petit que José Montecano es un cantor que recorrió escuelas llevando su canto y el
de otros compositores y poetas de la tierra que cuenta y canta un canto. En
cada pizarrón de cada salón hay una lectura enseñando la conciencia de nuestra
cultura falconiana, y la promoción de nuestros géneros musicales. Los inicios
de Montecano fueron con el “Grupo Araguaney”, y con el canto bravío de la sierra
falconiana con temas como “El receloso”, y el merengue de Ramón Blanchart y su
tema “El Mero Cabezón”. Montecano ha llevado a la canción necesaria algunos de nuestros
cultores musicales y poetas como Guillermo de León Calles, Charles Arapé,
Héctor Hidalgo Quero, Simón Petit, Rider Diaz, el “papa” Meneses, Yasmil
Marrufo, entre otros. Por otro lado, ha rendido tributo a la Paraguaná hermosa
y cantada en las palabras de Alí Brett Martínez, como “Aquel Alí Brett”. La
fuerza de su canto es como el viento bravo de la península y la fuerza del
medanal que trajina en su cuatro y guitarra apegado al abrazo firme de su San
José de Cocodite, o mejor dicho, la Guacuira de agua fresca y de muchachas
bonitas que florecen como las
trinitarias.
Montecano
ha estado presente en la canción latinoamericana, ha sido un militante de
compromiso social. Desde su juventud militante comunista, lo recuerdo en
aquellas batidas de Tribuna Popular, nunca soltó su cuatro, y siempre estuvo de
la mano de aquellos maestros como el hermoso gordo “Guarecuco”, el poeta y
maestro Héctor Mujica, así como el gran faro de luz Luis Beltrán Prieto
Figueroa. Participó en festivales de la voz
revolucionaria dentro y fuera del país. José Montecano ha cantado junto a
Silvio Rodríguez, Carlos Varela, Amaury Pérez y también junto a los
venezolanos: Simón Díaz, Gualberto Ibarreto, Reynaldo Armas, Toña Granados,
Cecilia Todd, Lilia Vera, Francisco Pacheco, entre otros.
Su
canción sencilla y a la vez melodiosa ha transitado el más hermoso camino del
despecho y la alegría en su repertorio musical latinoamericano y del Caribe,
con temas de Alfredo Sadel, José Alfredo Jiménez, Rafael Rodríguez, Henrique
Hidalgo, Miguel Ordoñez, Ilan Chester, Julio Jaramillo, Roberto Carlos, entre
otros. Sus canciones son las lefarias (variedad del cardón) donde el dulce dato (fruta del cardón) de nuestro
origen nace en cada camino paraguanero. Cómo no escribir sobre esos poetas que
han llevado en alto nuestro sentir como en ese trabajo emprendido y difundido
en el repertorio musical de Montecano, donde recobra sentido el cancionero
falconiano de los paisanos Rafael Sánchez López, Tino Rodríguez, Alexander
Sierralta, Daniel Reyes, Simón Petit, Hugo Fernández Oviol y otros venezolanos
de gran interés musical como Antonio Acosta Márquez, Iván Pérez Rossi y Miguel
Ordoñez.
Alí decía: ”Montecano mi hermano, es la voz que
me ayuda desde mi familia, cuando se me van los gallos él los agarra, se los
mete en el pecho, y sigue cantando”. Esmil Padilla Rossell es un paraguanero
que ha hecho de nuestra tierra un terrón de canto y amor por el azul cielo y
mar, en el que hemos creído desde que conocí a aquel hombre y guía en las
luchas vecinales con el gran Aciclo Primera.
Dios
bendiga tu canto y tu grito por la sed de tu pueblo que algún día será lluvía
bendecida, por el amor de una navegante leyenda de mujer que ha entregado su
querer al vendaval. Así es Paraguaná Por
si no lo sabías, así como el título del álbum musical en el que Montecano
se sumó a finalizar el disco póstumo de Alí Primera.