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Julio Villamizar, el cronista de Ejido por Orlando Oberto Urbina

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Julio Villamizar, el cronista de Ejido por Orlando Oberto Urbina


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Cada generación conoce y juzga según el espíritu de su época.

                             Tulio Febres Cordero

 

Hablamos de un cronista que se preocupó por llevar adelante la tarea de investigador, escritor, poeta y luchador social. Desde 1997 se inició en el municipio Campo Elías como cronista oficial a tiempo completo sobre temas de gran importancia para la sociedad, tanto en el ámbito local como en el regional y nacional. En Julio Villamizar Sierra hay el espíritu de dar a conocer hechos de trascendencia histórica, social y cultural concernientes a uno de los pueblos más dinámicos del estado Mérida.

En su libro Origen y Evolución Histórica de la Ciudad de Ejido (2009) expone que la bandera del municipio Campo Elías está configurada por dos cuadrados verticales ondulados que expresan valores patrióticos presentes en la bandera nacional. El color rojo significa la sangre derramada por nuestros próceres para darnos la independencia absoluta de la patria y el fuego que produce la leña en las parrillas de los trapiches para transformar la caña de azúcar en mieles. El color amarillo simboliza el amanecer que indica un nuevo día de trabajo y las riquezas de nuestra nación; la planta es la caña de azúcar utilizada en la producción de panelas, azúcares y mieles, que es la actividad agroindustrial practicada desde hace siglos en lo que hoy es el municipio Campo Elías.

El cronista Julio Villamizar fue un ser excepcional a quien el pueblo merideño logró identificar con el quehacer diario de su trajinar investigativo como recopilador de historias, de archivos y de historia oral de muchos habitantes que le contaban algunos sucesos que vivieron en algunas aldeas de Mérida; pero, particularmente, en Santiago de las Lagunillas y en la ciudad de Ejido. Su indagación nos revela su lectura permanente de algunos historiadores; entre ellos Guillermo Morón y Eduardo Picón Lares, en torno a los desastres ocurridos durante la fundación de la provincia de Mérida, y la posterior detención de su fundador. Por ejemplo, el 17 de agosto de 1558, la Real Audiencia dictó provisión invistiendo al capitán Juan de Maldonado con el cargo de Juez de Comisión para que se trasladara al territorio de Sierras Nevadas, capturara al Capitán Juan Rodríguez Suárez, y lo remitiera prisionero con el expediente a Santa fe de Bogotá por los delitos de fundar la ciudad de Mérida sin el permiso legal, repartir tierras e indios, y haber cometido crímenes de toda clase a los naturales de la cordillera.

Julio Villamizar, también librero y escritor autodidacta, fue nombrado cronista del Municipio Campo Elías en 1986, y desde 1997 este escritor, poeta e investigador y luchador social se va a incorporar a tiempo completo con gran responsabilidad en la preservación y defensa del patrimonio histórico del municipio, el cual hoy se encuentra en condiciones deplorables y con una indolencia institucional; como es el caso del museo histórico-religioso Paco Ortega, que permanece inactivo desde hace más de cuatro años, y sus piezas histórico-religiosas arrumadas. Si hoy estuviese Julio Villamizar, seguramente esto no ocurriría, pues a este cronista de perseverante carácter siempre se le vio defender y proteger el patrimonio cultural ejidense.

 En sus notas encontradas en el archivo histórico de Ejido sobre las inundaciones de 1933, describe que “solo algunos de nuestros mayores guardaban en el repertorio de sus memorias y recuerdos, los detalles y peripecias de aquel hecho extraordinario que causó asombro e inquietud entre los ejidenses a finales de 1933. En efecto, el primero de noviembre de aquel año día de todos los Santos, a eso de las 7 de la noche, como parte de un torrencial aguacero, la ciudad de Ejido sufrió los embates de una gran inundación localizada por la crecida y desborde del río La Portuguesa, corriente de agua que entra a la ciudad por el Norte-Oeste y la atraviesa desde Manzano Bajo hasta su desembocadura en el río Chama. Ejido, para esa época, contaba con 5.680 habitantes y era una pujante población dedicada al comercio y la agricultura”.

También señala Julio Villamizar que las aguas del río La Portuguesa fueron las que mayormente causaron grandes daños a lo largo de su recorrido tormentoso por los lados de Zumba, sobre la antigua calle Justo Briceño, y en su travesía por los caseríos colindantes, todo lo cual produjo gran consternación, pánico y desolación entre los vecinos. Todo esto señala Julio Villamizar, aparte de las fuentes orales y relatos de muchos ejidenses de avanzada edad, quienes gentilmente respondieron a sus indagaciones, la hemos obtenido de la lectura y análisis del Diario “Patria”, importante vocero periodístico de la ciudad de Mérida, para esa época, en su edición Número 2.449, del 3 de Noviembre de 1933, publicó ese reportaje acerca de los sucesos devenidos como consecuencia de la citada inundación. Prosigue describiendo Julio Villamizar que el referido periódico nos apunta que para entonces “además del río La Portuguesa, las aguas de El Quebradón, las de la Quebrada Negra, de la Ceibita y las del río Montalbán, crecieron y arrasaron con los puentes, plantaciones y algunas casas y según el reportaje que comentamos amenazaron con sumir a la ciudad “en la más espantosa calamidad”.

Por otra parte, también nos relata lo que se sabe de la inundación del río Montalbán. La playa de la Vega de Ejido es un pequeño valle formado por la acumulación de arena, granzón y piedra arrastrados por la inundación del río Montalbán, acaecida el 27 de octubre de 1947. Este fenómeno natural dejó un saldo de 29 muertos y 20 desaparecidos. Algunos cadáveres fueron localizados en el río Chama, en puente real, los Araques y El Vigía. Señala Villamizar que esta terrible inundación se produjo por el derrumbe de un alud en la cuenca, formándose un tapón de tierra y piedra de gran tamaño que dio origen a una represa, donde se depositaron centenares de millones de litros de agua. Esta represa se rompió y produjo la inundación el día 28 de octubre de 1947. Eran como las 6:15 de la tarde al escucharse una explosión, se sintió una fuerte lluvia que por lo recia daba la impresión de que se trataba de un incendio de caña de azúcar.

A su paso, el caudal destruyó sembradíos, puentes, viviendas, carretas, camiones, automóviles. Lamentablemente, centenares de personas que para ese entonces habitaban en la población de Ejido, se acercaron hasta el puente de arco del río Montalbán para observar la inundación; y a muchas de ellas (cuando las olas del río se elevaron) el agua los tapó y se los llevó a largas distancias; unos murieron, otros desaparecieron para siempre, y decenas de hombres y mujeres y niños quedaron heridos y con defectos físicos.

También el diario El Nacional, en su edición del viernes 31 de octubre de 1947, en un reportaje titulaba: “Desolación y muerte es lo que ha quedado en Ejido”, y expresaba:      “En la mañana del 28 fueron encontrados los primeros cadáveres, horriblemente desfigurados. Muchos de los desenterrados del lodo mostraban mutilaciones macabras”.

Es de manera trascendental que este cronista de la ciudad de Ejido, Julio Villamizar Sierra, quien nació un 4 de julio de 1940 en la parroquia Montalbán, del municipio Campo Elías, y desde muy joven se inició en las labores periodísticas y en 1959 pasa a ser corredactor conjuntamente con el periodista Mauro Dávila del periódico “Voz y Lucha”, vocero de las inquietudes juveniles y vecinales de Ejido. También en su reseña se habla que a raíz de la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, ya Julio Villamizar colaboraba con la Revista “Joven Guardia”, órgano de la Juventud Comunista de Venezuela, de Caracas (1962-1963). También fue colaborador del suplemento literario del Núcleo Rafael Rangel de la Universidad de los Andes publicado en el Diario de los Andes de la ciudad de Valera estado Trujillo, además del periódico el Tiempo de Valera, el mensuario “Rescate”, del diario de Mérida, del mensuario “Quórum” de Tovar; y de los diarios “Frontera”, “La Verdad”, “El Vigilante”, “Cambio de Siglo”, y el diario “Pico Bolívar”, todos de la ciudad de Mérida.

En 1983, con el auspicio del Ateneo de Ejido, publicó en 1983 “Los Medios de Comunicación a través de la historia de Ejido”. El mismo año publicó a través del Concejo Municipal del Municipio Sucre del Estado Mérida el libro “La Fundación de Santiago de Las Lagunillas”. Fue miembro de la asociación nacional de Cronistas Oficiales de Ciudades de Venezuela, y durante el período 2005-2007 fue presidente de la Asociación de Cronistas del Estado Mérida, y reelecto presidente de la mencionada asociación para el período 2007-2009.





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