Mérida, Abril Jueves 25, 2024, 02:55 pm
No podemos negar que hemos sido críticos e inconformes con las
actuaciones de nuestra clase política, de nuestra élite política. Consideramos
que desde la llegada del comandante Chávez al poder en 1998, como un fenómeno
social y político, no han estado a la altura de las exigencias del momento
histórico. Pero ese debate quedó un poco lejos a la distancia, más cercano a
nuestros días, después de tantos desaciertos, desencuentros y disparates, se
construye la MUD, como plataforma de alianza y conducción partidista, la lucha
en unidad, las candidaturas unitarias, la tarjeta única para la competencia
electoral; pero los intereses partidistas y las ambiciones personales fueron
distorsionando éste acierto, hasta que terminó en un “supercogollo” conocido
como el G-4, con intereses muy distantes al de las grandes mayorías, quienes
habían sido sus más fervientes y fieles seguidores. Sin embargo, en medio de
los aciertos, se alcanza la cima con las elecciones parlamentarias del 6D-2015,
donde la alianza partidista agrupada en la MUD, gana por mayoría absoluta la
AN, convirtiéndose en la nueva mayoría política del país. A juzgar por sus
actuaciones, los intereses partidistas y las aspiraciones presidenciales se
fueron imponiendo, porque creyeron que el “mandado estaba hecho”, y no supieron
aprovechar el efecto producido por el triunfo como mayoría política
indiscutible y el desconcierto que eso causó en el partido de gobierno PSUV. El
momento era el propicio para acorralar al régimen mafioso, ponerlo contra la
pared y obligarlo a cumplir la Constitución y las leyes de la república. Por el
contrario, las actuaciones de la clase política agrupada en la MUD
inexplicablemente andaban distraídos en maniobras partidistas para hacerse del
control de una supuesta candidatura presidencial, tratando de destronar a
Maduro del poder tomando atajos y caminos verdes, esto le fue permitiendo al
régimen recuperarse de su aturdimiento y venir preparándose para dar la pelea
en condiciones de minoría derrotada, como si siguieran siendo la mayoría
política del país. Pasados los acontecimientos de los primeros meses del 2014 y
del 2017, donde después de desatada la violencia por varios meses dejando una
estela de muertes innecesarias, heridos y presos políticos, quedamos envueltos
en esas extrañas sensaciones de frustración, angustias y fracasos junto a
millones de seguidores de esa clase política, que votaban a ojos cerrados por
los candidatos impuestos por la alianza partidista, que habían dado un “cheque
en blanco” fanatizados en la desesperación de que se produjera un cambio
político en el país. Demasiadas incoherencias y desaciertos, que ha dado como
resultado una clase política atomizada, un liderazgo fragmentado, dividido,
donde todavía priman los intereses particulares por encima de los intereses del
país, sin superar los desencuentros, exclusiones, señalamientos y acusaciones
de unos contra otros, donde todos son culpables, imponiéndose una evidente
falta de comunicación desde hace muchos meses, que no permiten discutir y
diseñar un plan, una estrategia para recomponer la conducción política.
Mantienen esa actitud de soberbia, de arrogancia, sin saber qué hacer para
lograr agrupar a más del 85% que pide a gritos de desesperación la salida del
poder del régimen de Maduro. Este comportamiento de inmadurez política, ha
generado en nuestra sociedad una “cacería de políticos”, entre nuestra propia
gente, entre quienes habían llegado a idolatrarlos y aplaudirles todas las
tropelías y exclusiones que hacían en contra de diversos sectores de la oposición
democrática que no se alineaban en la MUD. Las redes sociales y la prensa
internacional están llenas de escándalos de corrupción, detenciones,
confiscación de bienes de altos personeros del régimen forajido y hampón, y
nuestra propia gente no lo señala ni lo comenta, no siendo así, si se trata de
algún miembro o familiar que milite en la oposición democrática y que no esté
en el grupo del cual simpatiza o apoya. Una “cacería de políticos” de oposición
implacable y despiadada, con la intención de destruirlos moralmente,
descalificarlos, desaparecerlos del mapa; hemos visto que montan fotos con
leyendas de “vendidos”, “colaboracionistas”, “traidores”, etc., inventando
cualquier cuento que vaya en esa dirección y cualquier otra desfachatez y
locura que se les ocurra al mejor estilo fascista, reenviando con mucha
eficacia y eficiencia todo disparate “anónimo” que circula en las redes
sociales como una “verdad”. Sin darse cuenta que precisamente esas son las
intenciones del régimen mafioso que controla el aparato del Estado, que muchas
de esas calumnias son diseñadas y lanzadas a las redes sociales desde sus
“laboratorios de guerra sucia”, para desmoralizar y diezmar a nuestros
dirigentes políticos e impedir los intentos de unidad. Nuestra gente “muerde el
peine” y desata toda su furia de jauría de lobos hambrientos, manipulados desde
intereses grupales perversos, y deja de lado al verdadero culpable del desastre
y ruina del país, que no es otro que Nicolás Maduro y su régimen mafioso.
Volvamos a la racionalidad y la sensatez, detengamos esta “cacería de
políticos” de oposición antes de que pase a otros niveles y terminemos
señalándonos y descalificándonos unos contra otros en beneficio del régimen. No
podemos construir una salida política odiando a los políticos.