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Van muchos años por Antonio José Monagas

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Van muchos años por Antonio José Monagas


In memoriam a José Miguel Monagas, mi padre

Se dice que “el tiempo vuela” Aunque tan aventurada frase, puede explicar o justificar aquella consideración cuando refiere que el tiempo es relativo. Quizás por la sensación que incita el atreverse a desafiar el tiempo a partir de la sombra que su paso arroja a lo largo del camino que se recorre. 

 

Sin embargo, a pesar de lo incomprensible que estas consideraciones resultan a los oídos de cualquier neófito en la materia, la distinción entre el pasado, el presente y el futuro pareciera ser una sutil ilusión. Aunque la obstinación que entraña su comprensión, no escapa de la intención de calificar tan sana ilusión de persistente. Más, por cuanto su alusión puede resonar por encima de toda contrariedad que intente resistir el natural embate que el tiempo plantea. 

 

Hablar de José Miguel Monagas 

 

Este modo de comenzar la siguiente disertación, responde sin duda, al recuerdo de quien fuera José Miguel Monagas, maestro, compañero y amigo. Sobre todo, mi padre.

Su palabra fue escuchada en aulas universitarias, sindicatos, tribunales, reuniones políticas, conferencias, escuelas y salones de legislatura o de constructiva conversación. Incluso, ante los micrófonos de emisoras de radio (Radio Universidad). Aunque lo que más motiva el recuerdo de su verbo apaciguado, ecuánime y certero, es el contenido de cada diálogo que sapientemente animaba con la probidad que dejaba ver cada vez que su presencia era atendida por maestros, profesores, estudiantes, vecinos, compañeros de ideas, proyectos, labores y programas. Pero también, por quienes adversaban su pensamiento e ideología política.

 

La forma de esbozar su opinión en torno a cuanta eventualidad podía irrumpir el silencio o sosiego institucional o colectivo, le ganó afecto, respeto y admiración. Tanto es así, que la vida que José Miguel Monagas bien supo llevar, lo hizo alguien tan especial, que bien pareciera semejar una obra de arte esculpida por la naturaleza del Orinoco, las circunstancias políticas que vivió y los amigos y compañeros que la vida le deparó. 

 

No sería de dudar que de cara al descalabro que agobia al país en todas sus manifestaciones, su sentir habría sido una especie de catalejo por el cual podría contemplarse en una mirada prospectiva, las realidades advertidas desde los cambios y conflictos con los que las coyunturas marcan su presencia.

 

Al cierre

 

Al vivir otro aniversario de la partida del maestro, compañero y amigo, José Miguel Monagas, vale brevemente alguna reflexión en torno al tiempo. Cabe entonces preguntar: ¿Es una cualidad de la vida que se aproveche en virtud de lo que se pasea ante la mirada? O ¿el tiempo es acaso fracción de una métrica cuyas dimensiones atrapan en la ingenuidad o en la ignorancia a quien osa sobrepasar los límites que fija para su disfrute?

 

Luego de haber transcurrido casi medio siglo del viaje sin retorno al cual la vida somete a todo ser viviente, queda el recuerdo de haber compartido con José Miguel, no sólo su palabra orientadora, fraterna, creadora y renovadora. También, sus abrazos de padre comprensivo. De amigo consecuente. De maestro ilustrado. Por eso, queda ahora vivir en los corazones que albergan el recuerdo perseverante donde crece la memoria mientras se cultiva el pasado cual labor de abnegado jardinero.

 

Así que estas líneas han de fraguar toda remembranza que se inspire en la palabra y recuerdo vivo de quien fuera mi padre de vida, amigo por la vida y maestro para la vida, José Miguel Monagas. Q.E.P.D. Aunque cabe decir que desde Marzo 1987 a hoy, contra los ciclos de la historia, que van muchos años.






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