Mérida, Marzo Miércoles 26, 2025, 09:47 am
El gran educador y filósofo Sócrates
decía: “el conocimiento empieza por el asombro”. Con ese asombro y fascinación
contemplamos la mano de Dios que ha guiado y acompañado la semilla crecida y
fecunda de nuestro Liceo “Neftalí Noguera Mora”.
Hoy abrimos un vino añejo de cinco décadas gloriosas, formadas por páginas de estudio, aprendizajes compartidos, sueños hechos realidad, trabajo en equipo, pasión por lo que hacemos, identidad de nuestro pueblo.
Lejano queda en el recuerdo aquel año
de 1973, cuando venidos de toda la comarca surmerideña, nuestras juventudes
llegaron a la vieja casona de Don Eulogio Noguera, para ser recibidos por su
primer director Profesor Guillermo Centeno Bazán, acompañado de su grupo de
profesores: Analia Molina Dávila, Eliodigna Mora de Escalona, Presbítero Emilio
Ramírez, Doctor Orlando Villavicencio, Manuel Carrillo, una secretaria, Rosa de
Tovar y el inolvidable Teodoro Molina como obrero de la institución. De esta
primera generación nace el primer periódico, impreso en multígrafo, de gran
variedad temas y en el que los estudiantes aportaron sus talentos.
También hizo falta habilitar otras
casas de familia, como la de Samuel Molina y Domingo Contreras, junto al salón
parroquial para salones de clases. Todo un titánico esfuerzo para llegar a su
moderna y actual planta física.
Para el año de 1974 se estrena su
inmortal himno, letra y música del recordado Profesor Misael Camacho Belandria.
En una de sus estrofas se resume la misión del Liceo: “nuestras aulas cantan
esperanza, que a la patria le debemos dar. Fe, ciencia e ideal, siempre
bandera, moral y luces, libertad, libertad”.
Al arribar a sus bodas de oro, damos
gracias por la meritoria labor de sus ilustres directores: Guillermo Bazán,
Luis Emiro Molina Moreno, Félix Angulo Molina, Dilcia Rivas Araque, Clodomiro
Quintero, Dionny Vega, Hernán Rivas, Angélica Mora y su actual profesora Yunia
Mora. Junto a sus equipos de trabajo docente, administrativo, obrero y padres y
representantes, asumiendo con valentía el reto de educar con el valor de la
excelencia.
Nuestro sentimiento de gratitud por
haber formado parte de sus aulas, de su alumnado y haber recibido lo mejor de
sus talentosos profesores, su personal administrativo y obrero; gente con
verdadera mística, vocación de servicio y constancia, logrando dar brillo a
estos primeros 50 talentos de oro, generaciones canagüenses que hoy con orgullo
llevamos muy en alto el ser parte de sus ex – alumnos. Por sus aulas han pasado
los que hoy debemos ser “constructores de una nueva sociedad”, profesionales en
todas las ramas, padres y madres de familias, obreros y campesinos, todos con
ese sello que nos marcó para siempre: “fe, ciencia y virtud”.
Apenas recién llegado a realizar
estudios en Madrid-España tuve la dicha de visitar y compartir las vivencias
del querido Padre Hermógenes Yebra, su testimonio del esfuerzo y la lucha por
hacer realidad el liceo para Canaguá, junto a la Comisión Pro-Centenario, sumado
al trabajo mancomunado de sus vecinos, dieron como fruto la moderna planta que
serviría de sede a la casa de estudios de las parroquias de nuestra
municipalidad y de muchos otros jóvenes venidos de toda la geografía merideña y
del país.
Que grato poder recordar mi jornada liceísta.
Desde la misma entrada al recinto, pulcros, observando siempre los buenos
modales, el saludo al personal y el silencio entre las filas ordenadas. Luego
de entonar el himno de la patria y del liceo, seguía la entrada al salón y el
esperar de pie al profesor que se esmeraba en preparar sus clases. El jolgorio
de la muchachada llegaba en los recesos a mitad de mañana, así como nuestra
curiosidad por el laboratorio de química, o las tremenduras en las clases de huertos
y siembras, junto al exigente entrenamiento deportivo. Todo ello iba marcando
nuestra personalidad, nuestras relaciones fraternas entre compañeros y la
admiración por llegar a ser los mejores profesionales.
Como todo inicio tuvo sus duras
dificultades, limitaciones y carencias. Pero el trabajo en equipo, la
responsabilidad y la ética profesional de la comunidad estudiantil lograron una
fructuosa labor académica que pronto se vio reflejada en sus primeros pasos en
actividades dirigidas a la comunidad, la plantación de pinos bajo la
coordinación de la Guardia Nacional, como jornadas ambientalistas, además de la
sociedad bolivariana, jornadas científicas, actos culturales, festivales que
motivaron la promoción de la música, el canto y el talento surmerideño. Así
como los desfiles carnavalescos y de aniversario de la institución por las
calles del pueblo, verdadera demostración de la creatividad e iniciativa de los
alumnos y profesores; junto a los campeonatos deportivos, desarrollando el
peculiar binomio de integración formativa: liceo-comunidad. Además de contar
siempre la Iglesia parroquial, como maestra por excelencia en los Pueblos del
Sur, sirviendo como profesores y animadores de la labor educativa docente. De
grato recuerdo el entonces párroco-profesor Emilio Montoya.
El Liceo “Neftalí Noguera Mora” nació
enraizada en el sentir de su pueblo, se hizo conocedor de sus personajes,
tradiciones y cultura autóctona, para crear conciencia en su alumnado de
identidad, sentido de pertenencia y compromiso en su difusión. Con gran alegría
se esperaba cada año el fruto final del curso académico con sus actos de grado,
de gran relevancia protocolar y participación comunitaria.
Mencionar nombres de personajes de
nuestro liceo podría llevarme al pecado de olvidar alguno, por ello, en nombre
de los antiguos alumnos debo agradecer a todos, los de ayer y los de hoy, a
tantos que dejaron su tierra para hacer de Canaguá su pueblo, dando lo mejor de
sus vidas a nuestro Liceo: Dios les pague con largueza. A los que ya partieron
a la Casa del Padre que Cristo los premie con la gloria de sus siervos buenos y
fieles. Nos corresponde hoy continuar y reimpulsar nuestro Liceo, en esa
mística de trabajo de formación integral, de respeto y honestidad en las
generaciones que serán las garantes de nuestro terruño sureño.
La visión humanista y el concepto de reconstrucción de sociedad de Don Neptalí Noguera Mora, en su amplia visión sobre el acontecimiento de la II guerra mundial europea, testimoniados en sus ensayos: “Alegría y llanto de Europa”, con una primera edición en 1947 y la segunda en 1965. Pudieran iluminar los acontecimientos que vivimos en nuestra Patria. En ellos hace referencia que, así como los alemanes de cara al futuro, tuvieron que pasar del anti-Cristo a Cristo, de Nietzche a Goethe y de Prusia a Weimar. Con la clara convicción de retomar los valores básicos del cristianismo en procura de la redención, la tolerancia, la paz y la convivencia, por encima de los esquemas del pesimismo individualista, dando paso hacia un ciudadano humanista, con sentido de lo colectivo, lejano a todo tipo de alineación de masas adoctrinadas. Visión perenne y necesaria en el camino de nuestra nación.
Culmino con letras de oro del poeta Don Neftalí, en su poesía “Primavera en Baltimore”: “miro la tarde en la muchacha rubia hundida en el color de los cerezos, sus corolas de rosa en primavera que mi pasión besa de lejos…. Yo volveré al calor porque hoy se fueron los gélidos mensajes de invierno. Llora mi juventud? No he perdido. Solo que acaso sienta la agonía del último crepúsculo de olvido en la materna aldea de mi vida.
Mérida, 19
de mayo de 2024