Mérida, Mayo Domingo 18, 2025, 06:10 am
Todo comenzó en 1994. Un vinilo fue el responsable de que el reconocido tenor italiano Andrea Bocelli se enamorara de la ópera. La música, desde entonces, ha sido consuelo desde que perdió la visión cuando era niño. Reconocido por sus interpretaciones de las óperas de compositores como Giaccomo Puccini, Giuseppe Verdi o Schubert, el artista de 66 años de edad cuenta con una trayectoria de más de 30 años sobre los escenarios al que se sumó este 22 de febrero el Estadio Monumental Simón Bolívar. Allí un público abarrotado en las gradas, observa, a las 8:45 pm, el video audiovisual que da inicio al concierto que reencuentra al público caraqueño con el artista.
Las luces se apagan. Se alzan los teléfonos celulares con las cámaras grabando el momento en el que Andrea Bocelli, con un elegante esmoquin negro brillante y lentes oscuros camina hasta el centro del escenario. No dice nada. Sonríe ante el micrófono, inhala, y al exhalar deja que la música hable por él con el primer tema de la noche «La Donna è mobile» para luego continuar con «Cavalleria rusticana: Intanto, amici, qua…Viva il vino spumeggiante».
La imagen de Bocelli, firme en su puesto frente al micrófono, se alterna en las grandes pantallas con la de los músicos de la Orquesta Simón Bolívar y el Coro Nacional Simón Bolívar que ingresaron a la tarima a las 8:40 pm. Tras más de hora y media de retraso, su entrada fue recibida con discretos aplausos de los presentes. Los músicos se ubicaron en su puesto y afinaron un par de notas frente a una multitud que todavía se movía en busca de sus asientos. Las sillas de la zona Tenor Vip, las más cercanas al escenario y las más costosas con precios de más de 600 dólares, estaban todas ocupadas. Hubo pocas sillas vacías, la mayoría en las gradas.
El ingeniero Andrés Mata, de 40 años de edad, consideró como una inversión comprar una entrada para ver al tenor italiano. Al concierto acudió con su esposa y un grupo de amigos que se ubicaron en la zona Oro. Aunque no se considera un fanático del intérprete que celebra una gira mundial para celebrar su carrera, piensa que poder ver un espectáculo de este nivel vale la pena.
“No me voy a llamar fanático pero esto es un evento que no se puede desaprovechar. Es bueno ver que en Venezuela hay artistas de este nivel después de tanto tiempo. Esta es una oportunidad única. No todos pueden costear una entrada; para el que conoce a Bocelli y conoce su trayectoria esto se puede ver como una inversión. Su espectáculo es muy bueno”.
Foto Ezequiel Carías @ezevisual
En su repertorio de la noche, Bocelli incluye «Mamma» con versos que el público corea emocionado cada vez que el tenor proyecta su voz. Sigue con “O Surdato ‘Nnammurato” para retirarse antes de dejar paso a una violinista solista que cautiva con un solo de «El Pajarillo». La solista interpreta tres breves solos que despiertan la admiración del público antes de que vuelva a salir Bocelli para cantar uno de los más esperados de la noche: «Funiculi Funicula», tema que los presentes cantan junto con el tenor.
Le sigue «En Aranjuez con tu amor», pieza que Bocelli tenor interpreta acompañado de la violinista solista y las notas conmovedoras de la orquesta que, sumado a las luces azules del escenario, provocaron las primeras lágrimas de la noche. El repertorio continúa con «Granada» antes de una breve pausa para que la solista afine su violín. Bocelli sale del escenario, siempre tomado del brazo del director que lo guía. Mientras, las notas del xilófono comienzan a sonar el reconocido tema de «Piratas del Caribe» que se suma a los efectos visuales.
| Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Luego de una hora de haber empezado el concierto Andrea Bocelli hace cantar a todo el Monumental con » Can’t Help Falling In Love». Con esa elegancia que lo caracteriza, el tenor recibe los aplausos con una reverencia y por primera vez en toda la noche agradece en el micrófono.
La música continúa con «Bésame mucho», uno de los más conocidos. Mientras el tenor canta, Nella hace su aparición y canta junto a él una canción que todo Monumental se sabe de memoria. Nella, ganadora del Grammy a Mejor Artista Nueva, acompaña con su característica voz quebrada al tenor a quien le da un abrazo durante el instrumental. «Gracias por venir a mi país», le dice Nella antes de dirigirse al público. «Les tengo otra sorpresa, quisiera invitar al escenario a César que me va a acompañar en el cuatro. Los dos somos margariteños», dice antes de silbar las primeras notas de «Tonada de luna llena».
Nella interpretó «Tonada de luna llena» | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
El médico Rafael Chavero, de 74 años de edad, se encuentra entre uno de esos miles de caraqueños que acudió al Monumental. Para él, comprar la entrada también fue una inversión. A pesar de los precios, 605 dólares en la zona Tenor Platinum, 462 dólares en la tenor Vip A, 385 dólares en la tenor Vip B y 308 dólares en tenor Vip C, no representó un gastó. Fue una inversión en cultura.
“Yo no estoy muy pendiente de los precios porque son los herederos (hijos) los que se encargan de eso. Pienso que esto es una inversión, lo que se invierte en cultura no es un gasto, la cultura nos hace mejores. Conozco a Bocelli desde hace mucho tiempo, por lo menos 15 o 20 años. Vinimos todos en familia. Estoy maravillado de ver la cantidad de gente. Este es un país que disfruta de la cultura”.
Chavero acude con su hijo Rafael, de 25 años de edad, recién graduado de la carrera de Medicina y su esposa, María Isabel Clemente, quien en realidad fue la que los motivó a acudir todos juntos al espectáculo. “Cada día me siento más orgulloso de ser venezolano. Somos enamorados de la gente que canta con amor y con el corazón. También soy un enamorado de la música nuestra. Venezuela es una potencia musical en el mundo, se lo debemos al maestro José Antonio Abreu”, añade.
| Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Los fanáticos, en su mayoría adultos y unos pocos jóvenes, incluyendo a algunas personas de la tercera edad, debían pasar hasta cinco controles para ingresar al estadio. En la puerta los vendedores aprovechan para ofrecer botellas de agua, una por 3 dólares y dos por 5. Otros revendían entradas que ofrecían con voz baja. Incluso hubo quienes vendían sombreros de terciopelo y bandanas con el nombre del tenor. Los presentes tuvieron que caminar en procesión y subir varias escaleras. Algunas se cambiaron los lujosos tacones por zapatos más cómodos para poder llegar a las gradas.
Lentejuelas, vestidos de terciopelo, brillo, trajes negro y sombreros se imponían como vestimenta en las zonas comunes del estadio. En la feria hay opciones para todos los gustos y antojos ya sea de cotufas, pollo, hamburguesas, tequeños y hasta arepas. La oferta de puestos es tan amplia que muchos optan por las promociones para atraer a los clientes. En el estadio está prohibida la entrada con agua, bebidas, cigarrillos o comida. Todo lo que se consuma debe comprarse dentro.
Hasta cinco controles de entrada debían pasar los presentes | Foto Ezequiel Carías @ezevisual
Clementina Pons, de 20 años de edad, camina por la zona de la feria con su amiga Clarissa Pecchio, de 21 años de edad, en busca de sus puestos en la zona Rubí VIP. Ambas, vestidas con esmero para la ocasión, cuentan que son fanáticas de Andrea Bocelli desde pequeñas gracias a sus padres con quienes vinieron. «Sabemos que es un privilegio«, afirman, antes de añadir que sus expectativas con el concierto son bastante altas: «He visto videos en redes sociales de cómo son sus shows y estamos muy emocionadas». Pecchio concuerda con ella. No todos pueden darse el gusto de comprar una entrada para un concierto de este nivel por lo que muchos acudieran a las redes sociales para participar en concursos que les permitieran ganar entradas.
Ese fue el caso de Mariana Parodi, de 30 años de edad y comunicadora social, quien hizo todo lo posible por presenciar el concierto, incluso si eso implicaba acudir sola. En su intento por ver a Bocelli, un artista al que ha admirado siempre, intentó primero costear la entrada más barata, la de 44 dólares. Pensó en la posibilidad de costear su boleto y, junto con su hermano, unir esfuerzos para comprarle una entrada a su mamá y así poder ir juntas. Al poco tiempo, las entradas en esa zona se agotaron. Desempleada pero aún emocionada por el concierto, intentó, entonces, conseguir algún trabajo que le permitiera pagar una entrada de 88 dólares. Estaba decidida a escuchar a Bocelli.