Mérida, Marzo Viernes 29, 2024, 08:49 am
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Don Juan ha sido tema de innumerables obras teatrales, novelas, películas, infinitos ensayos y estudios, muchos poemas, y ha llegado a convertirse en un símbolo humano. Forma parte de lo que pudiéramos llamar el juego de valores y símbolos de nuestro mundo. A él nos referimos constantemente y se han convertido en palabras del lenguaje ordinario las voces “donjuanesca” y “donjuanismo”. El machismo está profundamente enraizado con él.
Este personaje universal tiene incluso una imagen definida que parece venir del pasado, la que muchos artistas han estilizado de una manera atractiva y misteriosa. Es ese hombre en un traje del siglo XVI, vestido de una forma llamativa y extraña, generalmente joven, audaz, aventurero, enigmático, tocado de cierto halo diabólico. La vida es un festín que ha de ser asumido sin límites. Lo dionisíaco forma parte de su carácter. Este personaje, que aparece en muchas formas de nuestra vida diaria y que forma parte de lo que pudiésemos llamar los símbolos básicos de nuestra civilización, tiene un origen cierto. Tiene un punto de partida desde donde se lanza a todas las formas del arte, que lo han tomado por tema durante cerca de cuatro siglos.
Don Juan surge en el siglo XVII en España. Nace español y conserva su carácter español, con adulteraciones, en todo el teatro universal. De España lo han tomado los franceses, los italianos, los rusos, los ingleses, todos los pueblos de la tierra han hecho sus versiones, sus interpretaciones poéticas de Don Juan. Hay un Don Juan de Puschkin, hay un Don Juan de Byron, Hay un Don Juan de Mozart, hay varios donjuanes españoles hasta el de Zorrilla. En este hombre existe un tema fundamental: Es un hombre joven, gozoso de la vida, quien quiere disfrutar sin freno de todo lo placentero y grato.
Quizá no exista un personaje más famoso en el mundo de la ficción que Don Juan. Son muchos los pensadores que lo han utilizado como instrumento para desarrollar sus ideas. Filósofos como Kierkegaard y Unamuno, entre otros, recurren con frecuencia a él y los conceptos expuestos por Nietzsche en lo que respecta a lo apolínio-dionisíaco, son atinentes a la estética de Don Juan Tenorio.
Con la palabra
“dionisíaco” se expresa un impulso hacia la unidad, más allá de la
persona, de lo que es cotidiano, de la sociedad, de la realidad sobre el abismo
del crimen: un desbordamiento apasionado y doloroso de estados de ánimo hoscos, plenos, vagos;
una extática afirmación del carácter complejo de la vida, como de un carácter
igual en todos los cambios, igualmente poderoso y feliz; la gran comunidad
panteísta del gozar y del sufrir, que
aprueba y santifica hasta las más terribles y enigmáticas propiedades de la
vida; la eterna voluntad recreación, de fecundidad, de retorno, el sentimiento
de la única necesidad del crear y el
destruir.