A mi esposa e hijas
Tuve
la fortuna de leer en estos terribles días de dengue (qué triste
decirlo, y reconocer que como país somos una entelequia) uno de los más
recientes libros de no ficción de Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú,
1936), titulado: Conversación en Princeton (Debolsillo, 2019). Se
trata de un trabajo compilatorio hecho por el artífice de los textos e
interlocutor del Premio Nobel 2010, Rubén Gallo, quien invitó al autor a
dictar juntos un curso a partir de julio 2015 en la Universidad de
Princeton que girara en torno de la literatura y su relación con la
política. Para esta ingente tarea a los afortunados participantes de la
extensa jornada se les pidió que leyeran con anticipación cuatro de las
obras más emblemáticas del escritor peruano, cuales son: Conversación en la catedral, Historia de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, El pez en el agua y La fiesta del Chivo.
Gracias
a los esfuerzos compilatorios de Gallo los lectores no tenemos qué
vérnoslas con los normales saltos temáticos, digresiones, rémoras,
repeticiones y dinámicas propias de un curso como el señalado, pero
sentimos a todo lo largo de sus páginas que somos también privilegiados
interlocutores de Vargas Llosa, que podemos compartir (en un puesto de
honor, qué duda cabe) su vasta experiencia como novelista y ensayista, y
recibir con el verbo diáfano que lo caracteriza luces y sombras que nos
permitan la comprensión de sus posturas políticas, y de cómo éstas de
alguna manera impregnan algunos de sus libros sin que se resientan ni su
calidad ni su interés con el tiempo.
El libro se disfruta porque, a pesar de no haberse leído todas las obras estudiadas (en mi caso me falta Historia de Mayta),
el lector puede insertarse sin dificultad alguna en su trama, ya que
las preguntas de Gallo, así como las de los estudiantes, azuzan al autor
a un despliegue casi mediático del libro, dándonos las claves de su
ejecución, aclarándonos los porqués y las dudas, e internándose en su
prodigiosa memoria y cultura en la búsqueda de sus antecedentes,
contextos y referentes epocales, que nos hacen sentir cómodos y
conocedores de lo que allí se discute.
Para
quienes somos amantes de los libros y admiradores de la figura de Vargas
Llosa, el libro es un regalo insuperable, ya que nos entrega argumentos
que nos posibilitan conocer en detalle, no solo su obra, sino también
la de otros autores, dejando al descubierto técnicas, obsesiones,
quebraderos de cabeza, pistas, secretos guardados, triunfos, desengaños,
influencias y todo aquello que solemos resumir con el denominado (y
siempre esquivo) “estilo autoral”.
Al
finalizar nos queda la sensación de haber realizado un detallado
recorrido por parte de la obra del laureado autor, pero también la de
haber sido testigos de cómo este gigante de las letras universales la
construye. Como valor agregado, quedamos impregnados del liberalismo de
este hombre clave de nuestro tiempo, que con cada lección y ejecutoria
literarias nos invita a conocer parte de la historia de América Latina,
porque como nos lo dice con sagacidad al cierre: “Hacer “vivir la
historia” no es algo que consigan siempre los mejores historiadores (…),
aunque sin estos últimos los novelistas no hubieran podido valerse de
la historia como un alimento de la fantasía, pero es posible que sin los
tratamientos que han dado los novelistas a la historia, los personajes y
los hechos históricos no tendrían la vitalidad y la presencia que
tienen en la vida de las naciones”.
@GilOtaiza
rigilo99@hotmail.com