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Retos del sistema mundial de comercio por Alberto J. Hurtado

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ALBERTO J. HURTADO


El entorno de crisis que se evidencia en el sistema mundial de comercio permite concluir que sus bases alcanzaron un límite. La realidad da cuenta de un mundo donde la distribución del poder económico ha cambiado, la problemática medioambiental cada día exige mayor atención, los avances tecnológicos han aumentado la interdependencia de los países, y las personas reclaman mayor respuesta pública que garantice su inclusión en el proceso globalizador.


Este es un momento de reformas en el sistema multilateral de comercio que exige de cambios en la actuación de gobiernos y empresas para garantizar que el comercio beneficie a las personas sin colocar en riesgo la vida en el planeta. En este sentido, se debe dar prioridad al fortalecimiento de la gobernanza y responsabilidad de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para generar confianza en el sistema. Esto puede lograrse mejorando los compromisos institucionales con la sociedad civil y los grupos empresariales, aumentando la transparencia de los procesos y las negociaciones dentro de la OMC, y estableciendo criterios con base en la evidencia para dar trato diferenciado a los países, enfocados en restablecer la confianza perdida en el mecanismo.

De igual forma, los gobiernos deben aprovechar este momento para llevar a cabo una revisión exhaustiva del reglamento vigente de la OMC. Las reglas comerciales establecidas a principios de la década de 1990 no son las adecuadas para atender la nueva realidad económica mundial, caracterizada por un mayor flujo de servicios y datos, así como por la consolidación de nuevas tecnologías y el fortalecimiento de cadenas globales de valor.

Además, los gobiernos deben pensar creativamente sobre cómo redirigir a la OMC hacia la atención de los problemas más importantes de la actualidad: el cambio climático, la sostenibilidad y la desigualdad. Es decir, hacer coincidir en la OMC los instrumentos que permitan enfrentar los cambios de la globalización y los descontentos que estos generan.

En este orden van los comportamientos gubernamentales de muchos países miembros de la OMC, que muestran su disposición a adaptar las reglas comerciales a las exigencias del siglo XXI. En los últimos dos años se han hecho importantes avances en las negociaciones de comercio electrónico; el 10 de diciembre de 2019, los miembros de la OMC decidieron extender la moratoria para mantener los aranceles fuera de la Internet; se están logrando acuerdos en ámbitos tradicionalmente conflictivos, como la pesca y los subsidios agrícolas; se están dando negociaciones para crear reglas que faciliten la provisión de servicios, tanto a nivel nacional como regional, así como para ayudar a las pequeñas empresas en el mejor acceso a los mercados.

En este último aspecto, las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas se han beneficiado del sistema multilateral de comercio. Por ende, como principales usuarios y beneficiarios del sistema las empresas deben convertirse en sus defensores y participar activamente en el actual proceso de reforma. Su participación es relevante para lograr la modernización de las tres funciones de la OMC: monitoreo, resolución de conflictos y negociaciones.

Planteado de esta manera, se requiere de la acción de los gobiernos y de las empresas para atender los llamados de atención de la población sobre los impactos del comercio en el empleo, el medio ambiente y la desigualdad. El liderazgo conjunto de estos dos actores debe garantizar que el sistema comercial funcione para las personas, facilite la preservación del planeta, y permita incrementar los beneficios del intercambio mundial de bienes y servicios.

@ajhurtadob




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