Mérida, Abril Miércoles 17, 2024, 07:28 pm
En los 11 aeropuertos que se han convertido en puertos de entrada forzosos para quienes llegan a Estados Unidos desde Europa, guardar la distancia de seguridad que recomiendan los médicos para evitar el contagio del coronavirus ha sido imposible en las pasadas horas. Los nuevos filtros de seguridad en la frontera decretados por Donald Trump, en vigor desde la medianoche del viernes al sábado, han provocado unas caóticas colas que más bien son masivos embotellamientos de miles de personas que deben esperar en muchos casos hasta cinco horas para pasar el control migratorio y de aduanas.
Los peores casos fueron los de Chicago y Dallas, pero hubo colas en todos los aeropuertos internacionales,
entres los que están los de Nueva York, Los Ángeles y Washington, a los
que son redirigidos todos los viajeros que lleguen de Europa o hayan
estado en alguno de sus países en los pasados 14 días. La alcaldesa de
Chicago, Lori Lightfoot, incluso dio una conferencia de prensa el sábado
por la noche para denunciar el «desastre» que esas aglomeraciones
suponen, un foco de contagio masivo «que son únicamente responsabilidad
del gobierno federal por no prepararse como debe». El
servicio de control de fronteras, que depende del Gobierno federal, ha
pedido perdón y ha anunciado que va a ampliar los aeropuertos en los que
puede atender a los que lleguen de Europa. «En esta crisis hay que
esperar que haya colas en los aeropuertos», admitió la Agencia de
Aduanas y Protección Fronteriza en un comunicado. El presidente Trump
declaró el estado de emergencia el viernes. EE.UU., donde ayer había 3.000 casos diagnosticados y 62 fallecidos
de una población de 320 millones, es un país que se debate entre seguir
aferrado a una normalidad que se evapora hora tras hora o pasar ya
directa y voluntariamente a las medidas de excepción impuestas por los
gobiernos de Italia y España. Washington, la capital, amaneció ayer
vacía, con algunos comercios abiertos pero otros, como las tiendas
Apple, cerrados al menos hasta dentro de dos semanas. Los supermercados y
farmacias comenzaron a racionar bienes básicos como el papel higiénico y
los desinfectantes, que desaparecen de las baldas nada más son
repuestos. Donald Trump, que ha dado negativo
en la prueba que se le efectuó en secreto el viernes, no salió ayer de
la Casa Blanca, renunciando a su hábito de jugar a golf los fines de
semana. A los visitantes al complejo en que residente el presidente,
incluidos los periodistas, se les ha comenzado a tomar la temperatura. A
un reportero que el sábado tenía 38 grados se le impidió entrar en la
sala de prensa en la que apareció el presidente para responder a unas
preguntas. Como en España, no todos son cautelosos. El gobernador
de Oklahoma, publicó una foto en redes sociales en la que aparecía con
sus hijos en un restaurante abarrotado. «Hay que apoyar a los negocios locales»,
decía en un mensaje que después se vio obligado a borrar. El diputado
republicano Devin Nunes, de California, animó en televisión a los
ciudadanos a que salgan y gasten dinero en los bares para evitar un
descalabro económico. Hay muchos más que todavía creen que el
coronavirus no es una amenaza suficientemente seria como para quedarse
en casa. Algunos
de esos negacionistas han comenzado a pagar las consecuencias, ante el
rápido aumento de fallecidos. La cadena Fox Business ha suspendido hasta
nuevo aviso a la presentadora Trish Regan, quien dijo en antena que el
coronavirus es una excusa para echar a Trump de la presidencia, que justo llega en año electoral. Este
lunes es el primer día lectivo en que las escuelas de muchos estados,
incluida la capital, permanecen cerradas. Para los padres no es fácil,
ya que las bajas por razones médicas no están en principio pagadas. Una
vez expiran los días de vacaciones, un trabajador no percibe salario.
Eso lo intenta remediar una ley, aprobada por la vía de urgencia la
semana pasada y que aun debe ser ratificada por Trump, que les otorga
14 jornadas pagadas y les protege frente al despido por estar enfermos de coronavirus o tener que cuidar as familiares. ABC