Avanzo con Murakami y noto en él un afán
totalizador del hecho literario. Busca en cada página explicar
(explicarse) cada detalle de ese mundo mágico que lo ha llevado a la
cima de la consagración. Si se quiere, hay una excesiva racionalización
de la creación literaria y esto, por supuesto, se convierte en técnica,
mera técnica, alejándose peligrosamente del eje central de la escritura
creativa: el arte. Sin la chispa del genio creador ningún manual
instruccional surte efecto. Más que un profesional de las letras el
escritor es un artesano. Claro, en cierta medida entiendo su posición,
es requerido aquí y allá, sus textos son apetecidos en varios
continentes y todo esto hace que el autor se transforme en la pieza de
un perfecto engranaje, llamado hoy “mercado”.
25 de mayo Terminé
de leer el libro de Murakami y creo que la obra en su conjunto
constituye un enorme esfuerzo de introspección por parte del autor,
quien se interna en su ya largo recorrido literario para desvelarnos los
secretos celosamente guardados que depara su escritura. Una escritura
exitosa, sin lugar a dudas, que lo ha llevado a la consagración en su
país y en Occidente. Una escritura que rompe con el canon y logra
insertarse sin complejos en el gusto de los lectores de casi 50 países. Y
esto no es poco.
Comienzo a leer El fuego invisible, del español Javier Sierra, libro ganador del Premio Planeta 2017.
Comienza muy bien con una aguda reflexión sobre el poder de las
palabras, que de alguna manera preconiza la densidad, si no de toda la
obra, por lo menos de algunos de sus pasajes. Se agudiza el problema
de la gasolina en el país. Pasan los días y las colas se hacen más
largas en las gasolineras y se acrecienta el malestar social. De no
resolverse podría paralizarse el transporte de los alimentos, de los
medicamentos y ni decir del transporte público. Cada hora cuenta.
27 de mayo Lo
numinoso del Ser no brota con facilidad en las circunstancias
presentes. Mi vida espiritual es casi nula y mis emociones un
torbellino. Me refugio en la literatura en estos momentos difíciles
del país, y siento que logra en mí un efecto de sosiego y de liberación
de dopamina, que me empuja a ver todo bajo una mirada más alegre y
esperanzadora.
28 de mayo Hoy finalizamos la serie Juan Inés.
Qué decir: estoy conmocionado. Fue la monja mexicana un personaje de
excepción. Me alegra que sus “connotados enemigos” no hayan conseguido
su propósito: anularla. Después de tantos desengaños y sinsabores Sor
Juana se las ingenia para obviar al Santo Oficio y al perverso
arzobispo, quien había jurado silenciarla para siempre, y envía los
originales de su obra a España, y pronto es llevada a la imprenta. En
apariencia ella se somete a los dictámenes de la iglesia (entregar su
biblioteca al arzobispo y no volver a tomar la pluma y el papel para
versificar), pero en el último capítulo se nos dice que escribió buena
parte de su obra madura en la clandestinidad, y pudo salvar cientos de
tomos de su espléndida biblioteca. Su antiguo confesor, quien no cejó ni
un solo instante para anularla, en sus últimos días le reveló que lo
movió, no solo los empeños para salvar su alma (que siempre fue su
excusa), sino la envidia por su brillo y por su obra. Sor Juana, una
mujer sensual e impetuosa, se erige entonces en arquetipo de su tiempo
histórico. Su figura y su obra perduran en el tiempo.