Mérida, Julio Miércoles 16, 2025, 11:30 pm
Romain Nadal
Embajador de Francia en Venezuela
El
proceso de beatificación de José Gregorio Hernández es un requisito
propio de la Iglesia Católica, la cual al reconocer las virtudes
egregias de las personas que desea beatificar, da comienzo a un proceso
específico e institucional que lleva a la beatificación. Este
procedimiento interno de la Santa Sede, depende ante todo de una visión
espiritual que se funda en el Derecho canónico de la Iglesia Católica
Romana. Conviene subrayar el carácter soberano, en lo espiritual y en lo
temporal, de un acto que nace de la tradición histórica de la Iglesia.
Aunque respetando el principio de laicidad, deseo compartir la
alegría del pueblo venezolano, creyente o no creyente, después del
acuerdo tomado por Su Santidad el Papa Francisco de beatificar a José
Gregorio Hernández. El recuerdo de esta personalidad fuera de serie, no
solo marcó a los venezolanos por la intensidad de su fe sino también por
el papel trascendental que desempeñó en la Historia y para la Sanidad
Pública. Defensor inquebrantable de la dignidad de los hombres,
incansable promotor de la salud para todos, solo por la fuerza de su
actividad, revolucionó los servicios de la Sanidad, modernizando sus
técnicas y su organización con la creación de la Academia de Medicina de
Venezuela. Amigo de Francia, realizó estudios en este país donde trabó
amistades y consiguió valiosas cooperaciones científicas.
Recordando este lazo íntimo, casi privilegiado entre José Gregorio
Hernández y Francia, es un deber para mi, expresar la admiración que
sentimos por él, en el momento en que la Iglesia Católica se dispone a
declararlo beato. ¿Cómo no quedar impresionado en este año 2020 tan
peculiar por culpa de una pandemia que azota a todos los pueblos y
continentes por la actualidad de la herencia dejada por José Gregorio
Hernández?
Para evocar una figura excepcional cuya existencia
se fue forjando poco a poco al elegir irrevocablemente la salud de los
menos favorecidos y la atención a los más humildes, importa ser sobrio
de palabras. El prestigio de José Gregorio Hernández se debe a su
herencia médica y científica en la Venezuela de 2020 y también a su
posteridad intelectual, la cual, en la más perfecta fidelidad a sus
intuiciones, sigue siendo más que una renovación, un permanente estado
de creación.
Permítaseme recordar una palabra de la gran
lección vital que nos da todavía hoy José Gregorio Hernández, la palabra
fraternidad, principio universal entrañable para él, como solía
repetir. A todos nos consta su compromiso por la salud de todos los
Venezolanos. Una salud sin condiciones, sin categorías sociales, sin
excepciones, o sea que él se volcaba hacia los más débiles, los más
desamparados, los más olvidados.
Para José Gregorio Hernández,
encontrar al prójimo, no es un peligro sino un don, una gracia, una
oportunidad, una llamada para ser mejor. Huelga insistir, para calibrar
la trascendencia muy actual de esta experiencia fundadora para la
Sanidad en Venezuela, e inspiradora para el mundo entero. Así se ve como
la preocupación incesante por el prójimo, que configura la acción
médica de José Gregorio Hernández, que arranca de un acto fundamental de
respeto, que permite rodear los abismos de ignorancia donde se levantan
la indiferencia y a veces el odio. Un simple gesto de respeto sincero,
total, esencial puede superar las murallas más altas de la desconfianza,
el desprecio, el rechazo de los "otros". Es preciso, y suficiente,
hacerlo de verdad, incansablemente. Lejos de cualquier complacencia,
dimisión o caricatura. Se trata de ser lo que uno es escuchando
verdaderamente al prójimo.
Calibro perfectamente toda la
dimensión espiritual que los creyentes pueden encontrar en el camino de
José Gregorio Hernández. Pero quiero añadir, como embajador de una
República laica, que no hay mejor manera de ser verdaderamente ciudadano
de su país en el mundo tenso y perturbado de hoy.
Nuestra
mirada es distinta, después del fallecimiento de José Gregorio Hernández
hace 101 años, por supuesto, y, sin embargo, su obra ostenta una
novedad radical que no deja de asombrarnos. Es de una riqueza humana que
sigue abriendo nuevos derroteros. La intuición básica, el fuego
interior han sido llevados hasta su pleno desarrollo en la vida más
cotidiana. José Gregorio Hernández solía decir que la gran marginación
sirve a modo de lupa, y nos ayuda a ver a la sociedad entera. Como
médico de los más pobres, gracias a su duro bregar, nos enseñó el rostro
de una sociedad solidaria (una solidaridad que se compromete al lado
de sus miembros más endebles). Estos eran su objetivo y su concepción de
la Sanidad Pública.
Con esta beatificación entendemos las
lecciones de esta vida excepcional : admirable sin haber querido ser
admirada, reconocida sin haber buscado el reconocimiento, celebrada sin
haber pensado en la fama. En nombre de una Humanidad herida, José
Gregorio Hernández es solidario con los desamparados; en nombre de una
Humanidad olvidada, está al lado de los olvidados; en nombre de una
Humanidad humillada, obra por la emancipación, la dignidad, la igualdad.
Para él la compasión no es la caridad al uso. No es una elegancia del
alma, sino la fuerza del espíritu. Es el honor de una nación: Venezuela,
a quien ama por encima de todo.
Para que la solidaridad no
sea considerada como una obra de Beneficencia, para que los pobres no
sean sospechosos de querer seguir siendo pobres, y para acabar con los
estigmas del fracaso, para que no seamos indiferentes. La indiferencia :
es la enemiga actual. Hoy como ayer, indiferencia frente a las
injusticias, a las desigualdades, al fanatismo, al racismo, al
antisemitismo; indiferencia ante las catástrofes, al cambio climático,
al agotamiento del planeta.
Frente a la indiferencia, la
lección de vida de José Gregorio Hernández, es que cada generación tiene
un deber de vigilancia y acción. Y cada individuo tiene la posibilidad
de obrar. Todo empieza por una opción, aunque no se sabe de antemano
adonde puede llevar. Hasta qué abandono, hasta qué renuncia. Si esta
elección es mala, hasta qué realización. Hasta qué superación, si es
buena. La historia de cada uno de nuestros países nos levanta. Nos une
cuando se vuelve memoria compartida con personalidades tan relevantes
como José Gregorio Hernández. La Historia nos enseña la grandeza de las
mujeres y de los hombres que la hicieron. Nos enseña también lo que son
nuestras fuerzas y lo que pueden ser nuestras debilidades. La Historia
nos da mucho más que una herencia a celebrar, mucho más que un
patrimonio a mantener. La Historia nos transmite la eminente
responsabilidad de estar a la altura del pasado y de los desafíos de hoy
y de mañana. En palabras de Antonio Machado : "Estar a la altura de las
circunstancias".
José Gregorio Hernández desarrolló una nueva
filosofía de progreso, basada en una relación armoniosa entre el hombre
y la salud, y redefinió una ética de solidaridad a escala global. Su
ideal de una salud para todos, cumple con los imperativos de hoy, que
combinan el requisito moral de dignidad y equidad.
Todos los
días, con la globalización en marcha, destaca su relevancia y necesidad.
Después de esta decisión tan impactante de beatificación quería rendir
homenaje al trabajo visionario de José Gregorio Hernández, a este
espíritu excepcional, precursor de tantos cambios en nuestro mundo, y
cuyo requisito intelectual y moral continúa inspirándonos hoy.
Felicito a su Eminencia el Cardenal Baltazar Porras y a la Iglesia
venezolana apoyada por Monseñor Aldo Giordano, Nuncio Apostólico, que
han trabajado incansablemente para lograr este reconocimiento que
impacta a toda Venezuela y más allá a todos los admiradores del legado
de José Gregorio Hernández.