Mérida, Marzo Jueves 28, 2024, 03:55 am
Acertó Koeman de entrada sentando a Griezmann, la gran lacra deportiva y económica del Barça. Valiente el holandés, apostando en su lugar por Pedri. Ansu de delantero, Pedri a la derecha, Coutinho a la izquierda y Messi por detrás de Ansu. Una disposición inédita del nuevo técnico barcelonista. Pero el Madrid, durmiendo el partido con pases y más pases en las líneas defensivas, supo aprovechar con talento de la geriátrica defensa azulgrana y Benzema encontró a Valverde –brillante carrera– absolutamente libre de marca para adelantar a su equipo. Busquets se desentendió de la jugada, de su marca y de la suerte de su equipo. Tenía el balón el Madrid e imponía su ritmo, pero compareció Ansu como solía comparecer Messi para rescatar a los suyos, y, llegando a la carrera por el centro, empató el partido. Ansu es ya pichichi de esta Liga, con 4 goles, junto a Alcácer, y el primer menor que marca en un clásico. El Barça, tras el gol, recuperó el balón, pero le faltaban revoluciones para desbordar totalmente al Madrid. Los de Zidane intentaban hipnotizar a su rival en la elaboración para sorprenderle de repente con un latigazo.
Tras
dejar casi sentado a Ramos, Messi pudo marcar en el 23 lo que a la edad
de Ansu no habría fallado, aunque no se puede despreciar el sensacional
paradón de Curtois. A la jugada siguiente, Busquets falló otra vez en
la marca de Kroos y Benzema perdonó un gol cantado, aunque tampoco puede
obviarse la intervención de Neto. Partido vivo, entretenido, sin un
dominador claro. El Madrid gestionaba su veteranía y el Barça exploraba
su juventud. Benzema entre líneas era la principal amenaza blanca, sin
que el Barça supiera ajustar su defensa para neutralizarlo. Los de
Koeman no hallaban profundidad y perdían el balón con facilidad. Buen
trabajo defensivo de Dest, llegando muy atento a las ayudas. Le asistía
aplicadamente Pedri, que al no disfrutar su equipo de posesiones largas
no tenía ocasión de infiltrarse para proyectar ataques. Poca continuidad
del Barça, demasiado revolucionado, demasiado directo, y el Madrid
sabía cortarle los momentos más eléctricos y se protegía sin angustia
desde la posesión. Lucas Vázquez sustituyó a un Nacho dolorido desde la
falta por la que vio la cartulina amarilla. Benzema
es un futbolista excepcional y dio cuenta de ello con constantes
llegadas, aunque en la primera mitad sólo una fructificó. La
segunda parte empezó como la primera, pero con las defensas aún más
estabilizadas, rigurosas, con ninguna distracción. Costaba que los
ataques fueran realmente peligrosos, aunque Ansu a punto estuvo de
marcar y Messi, que empieza a dar un poco de pena en su decadencia, se
quejó de que no se la pasara, cuando la opción más audaz era la que
había elegido el joven jugador, aunque el disparo, por unos centímetros,
se le escapara. Y cuando todo parecía más o menos tranquilo, se produjo
la jugada más absurda del partido. A la salida de un córner, Lenglet
agarró la camiseta de Ramos, que manifiestamente se tiró hacia el otro
lado. El agarrón existió, pero nada tuvo que ver con la caída. Martínez
Munuera, VAR mediante, señaló un penalti que manifiestamente no lo era.
Muy listo Ramos, que a fin de cuentas hizo lo que tenía que hacer para
enredar al colegiado. El Madrid se encontró con una victoria inesperada,
y ya no quería el balón para atacar sino para administrar su ventaja,
cosa que hizo con notable audacia. El Barça se lanzó con más furia que
idea a por el empate, con dificultades para estirar la presión y para
llegar realmente a inquietar a su rival. Pedri, Ansu y Busquets fueron
sustituidos por Griezmann, Dembélé y Trincao. Fue como si no hubieran
existido los cambios. Zidane relevó a Asensio por Rodrygo. Poca luz en
el ataque local y el Madrid a la contra pudo sentenciar con dos disparos
de Kroos y Ramos que Neto salvó providencialmente. Débil y precipitado
el Barça, se le notó que está aún por hacer. Entero y letal el Madrid,
demostró que todavía es un gran equipo en los últimos minutos. Modric,
en el 89, marcó el tercero con el exterior, como justa consecuencia de
los precipitados y fallidos intentos del Barcelona por empatar el
partido. ABC