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Así fue, el ayer, se fue para no volver por Jim Morantes

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JIM MORANTES



La madurez mental trae cambios de visión, comportamiento y por supuesto de estilo de vida, la niñez, es la mejor etapa del ser humano, el mundo cambia y el niño no sale de la zona de confort, salvo que sea una turbulencia de gran magnitud que motive un salto existencial de lo contrario no se percata de la tormenta para ellos, todo es soleado y su afán, es permanecer en vacaciones, sin mayor responsabilidad ni preocupación en el andar.


Razón por la cual continuo con la narración de los episodios de esa infancia feliz, afortunadamente y gracias a Dios, salvo algunos sucesos inherentes al divorcio de mis padres, la mayoría de los días, vivía en un paraíso familiar con mucho amor, comprensión y dedicación.


Después del baño respectivo, recorría la casa de mi abuela nena, en carros de pedal, cabían 1 o 2 niños de acuerdo a la edad y al tamaño, obviamente no tenían motor como los de ahora, sin embargo se movían al pedalearlos, recuerdo con emoción manejar el automóvil de los Duques del peligro (anaranjado casi rojo) y el de Batman (color negro con el símbolo amarillo del héroe), en ocasiones llevaba sobre mis piernas o arriba del capo a mi perrita pelusa o la gatita minina, ahí paseaba parte del día.


Luego descansaba un rato, veía televisión, jugaba en el tradicional tanque de agua  o en poncheras con muñequitos de plástico colocados encima de los barcos de papel hasta que se hundían por el peso de los soldados y en otras oportunidades hacia carreras o choques con carritos a escala.


Escuchaba la música de Diony López, el famoso Popy con sus famosas canciones:   Mi amigo Dios, A cepillarse los dientes, Pinocho, A Comer, Cumpleaños Feliz… mis preferidos eran Enrique y Ana con Alibombo, Baila con el Hula-Hoop, la canción de los planetas, en un bosque de la china… la banda española Parchis, traía un disco de acetato verde con juego en su portada y Regaliz no podía quedarse atrás.


La discografía nacional, editó en varias oportunidades compilaciones de canciones infantiles con diversos cantantes, los clásicos tuvieron éxito como Los Chimichinitos, Que Llueva, Los Pollitos, La Vaca Lechera, Arroz con Leche, Duérmete Mi Niño y los recientes de la época (80 y 90)  como el festival de la voz infantil, no tanto.


 Era común  dibujar, colorear y leer cuentos algunos de bolsillo, otros con caratulas a full color con diversas formas (trenes, carros, castillos, etc) alegóricas de acuerdo a la historia y no podía faltar la colección numerada y empastada, cuya editorial no me recuerdo en este momento, no obstante, como conservo la mayoría de esas ediciones especiales al visitar la oficina, procederé a refrescar la memoria, razón por la cual  podre relatar editorial y  país de origen, las lecturas más comunes eran la de Caperucita Roja,       El Jinete Sin Cabeza, Los Tres Mosqueteros, La Bella Durmiente, Los Tres Cochinitos, Cenicienta, Blanca Nieves,  Los Cuentos Azules, Las Habichuelas Mágicas, Las Aventuras de Tom Sawyer, Bambi, El Soldado de Plomo, Moby dick, entre tantos otros.


Disfrutaba de la maravilla de  jugar acostado en el piso o sobre la mesa Ludo, Monopolio, Bingo con caraotas cuando las piezas plásticas se acababan o simplemente me divertía con las barajas de Disney (relataban historias en la parte inferior), Condorito, Batman, Superman y diversos temas alegóricos a las series televisivas o comiquitas.


A medida que la edad avanzaba, se exploraba con Guerra de barajas españolas, dinámica muy simple, el que sacaba la carta de mayor valor le ganaba a la menor y agarraba la pieza del derrotado por ser esa su victoria, quien se quedaba sin barajas perdía, también era común jugar 21 y ocho loco con las barajas, posteriormente era muy divertido el juego UNO.


Para esa época salía el dominó de niños con la cubierta de comiquitas, en mi caso tenía el de Los Picapiedra, también era común aprender a jugar ajedrez, aunque el aburrimiento ganaba, similar fue tocar flauta, sinfonía, órgano o acordeón, también practicaba  por periodos muy cortos basquetbol, voleibol, futbol, frontón,  tenis, ping pong  y beisbol. 


Al lado de la cocina, había una habitación que duró cierto tiempo vacía, allí un amigo muy tremendo (Alberto Alizo), me indicó como hacer el festín con las latas de refresco y cerveza, nos correspondía buscarlas para luego apilarlas en grandes torres con diversas formas, bien sea de edificios o casas, lo paradójico del caso no consistía en las horas niño invertidas en las referidas estructuras con el matiz de la cerveza Polar o de la naranja Fanta o Pepsi Cola, después de hacer las edificaciones que por cierto quedaban muy bonitas, el centro de atracción consistía en tumbarlas con una pelota de tenis o de goma y generar el gran escándalo con el eco de la habitación, en la quinta o decima repetición venia la llamada de atención por la enorme bulla y el relajo estruendoso.


Espera la próxima parte de amigos y sígueme en Twitter, Instagram y YouTube   @JIMMORANTES






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