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“Adviento, tiempo de esperanza" por Padre Edduar Molina Escalona

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Padre Edduar Molina Escalona


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Con espíritu alegre y lleno de ilusión damos inicio al "Adviento"; viene del latín adventus, que significa venida, llegada. Es Dios que se pone en camino y sale a nuestro encuentro para cambiar nuestra tristeza en gozo (Salm. 30,11).


El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado, símbolo de penitencia, de conversión, de necesidad de verdaderos cambios en la vida, nos recuerda que, sin sacrificio, ni esfuerzo, ni renovación del corazón no es posible una verdadera navidad.


El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, este año lo iniciamos este 28 de noviembre y culmina con las vísperas de la navidad el 24 de diciembre. Representa, por tanto, todo un camino de cuatro domingos en los que se aviva en los creyentes la espera del Señor.


La mejor forma de vivir a plenitud este hermoso tiempo está marcado por el símbolo de la “Corona de Adviento”. Aun cuando guarda su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios Sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar y enseñar que su círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar. Sus ramas verdes nos dicen que nunca muera la esperanza, el Señor viene a darnos vida abundante. Sus cuatro velones nos invitan a creer que la luz brilla en las tinieblas y nos aleja del pecado. A su vez son una clara invitación a la oración en familia durante los cuatro anhelantes domingos a la venida del Señor.


Las manzanas o bambalinas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo, pero recibieron también la promesa del Salvador Universal en Cristo Salvador.


A lo largo de las cuatro semanas, domingo a domingo, se nos permite ir preparando para la venida del Señor. En la primera de las semanas de Adviento centramos la atención en la palabra “vigilante, atento”. Actitud permanente en la vida del cristiano que nos lleva a no descuidar lo esencial de la vida, vivir en el amor. En la segunda semana se nos invita, por medio del Bautista, a “preparar los caminos del Señor”, “allanar los montes”. Es la actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, sigue queriendo que seamos mejores y santos. En la tercera semana se conoce como el “domingo de la alegría”.  El testimonio, de María, la Madre del Señor, nos motiva a vivir sirviendo y ayudando al prójimo. Ya en la cuarta semana se nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. Aparece de nuevo María como figura central, con su espera, nos estimula a recibir en el pesebre del corazón a Cristo Vivo.


También es importante reflexionar en torno a las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento, tomadas sobre todo del profeta Isaías, también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.


Culmino con las palabras del Papa Francisco, la espera de Jesús que viene debe traducirse en un compromiso de vigilancia. Vigilancia que también significa estar atentos a nuestro prójimo en dificultad, a dejarnos interpelar por sus necesidades, sin esperar que él o ella nos pida ayuda, sino aprendiendo a prevenir, a anticipar, como Dios siempre hace con nosotros”.


Mérida, 28 de noviembre de 2021






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