Mérida, Mayo Domingo 18, 2025, 06:31 am
¡SALUD
Y PAZ EN EL SEÑOR!
Los arzobispos y
obispos de Venezuela, reunidos en la CXVII Asamblea Ordinaria Plenaria, como
pastores y compañeros de camino, hicimos llegar a nuestras comunidades un
mensaje de amor y esperanza al comienzo de este nuevo año 2022. Hoy me dirijo a
ustedes para invitarlos a asumir responsable y sinodalmente las orientaciones
de la exhortación pastoral que propusimos en esa ocasión.
Partimos de la
llamada que hemos recibido del Papa Francisco para constituirnos como una
Iglesia sinodal, llamada a caminar juntos: siendo una Iglesia de la escucha en
la cual cada uno tiene algo que aprender[1].
“Una Iglesia que se centra en la misión, en el compromiso desde la fe para
humanizar la vida del pueblo y hacer más visible la presencia de Dios en la
historia[2].
La Conferencia
Episcopal nos animó en el marco de este llamado a comprometernos en el
acompañamiento del pueblo venezolano: “en
el resguardo de su dignidad y en la construcción del bien común, participando
en procesos de reflexión sobre la nueva sociedad que queremos construir o
refundar con la participación de todos, principalmente del laicado organizado,
diseñando procesos de formación desde la dimensión social de la evangelización,
la Doctrina Social de la Iglesia y el magisterio social latinoamericano y
venezolano integrado en planes de acción pastoral…”[3]
Como bien
señalamos los arzobispos y obispos de Venezuela, nos encontramos como país en
una grave crisis multidimensional, que se traduce en dolor y sufrimiento para
las grandes mayorías. “A nivel económico, asistimos a una gran contradicción: mientras
la economía venezolana se encuentra aún sumida en grandes deficiencias que
impiden un trabajo digno y un salario justo, cuantiosas inversiones se están
dando en el país que solo benefician a pocas personas o grupos de
inversionistas en áreas poco accesibles a la mayoría empobrecida de la
población.”[4] La
pobreza y la desigualdad se han convertido en el signo del pecado estructural
de esta sociedad. El Estado de derecho es constantemente vulnerado, impidiendo
la participación ciudadana en la libre deliberación pública y en la búsqueda de
soluciones. El amedrentamiento por parte de los órganos oficiales siembra miedo
y silencio. Nuestra democracia está muy
debilitada.[5]
La iglesia de
Caracas cuenta con muchos cristianos comprometidos en tareas de asistencia social,
en la catequesis, en la celebración de la Palabra. Muchos religiosos y religiosas acompañan desde centros
educativos, centros de asistencia social y centros de animación pastoral, a
nuestras comunidades. Nuestras parroquias y vicarías son espacios para el
encuentro, la celebración de la fe y la animación al compromiso. Muchos
movimientos laicales, comunidades de base, catequistas, grupos juveniles, viven
con entusiasmo y dinamismo su vocación cristiana.
Por ello me
siento animado a llamarlos a profundizar su compromiso con la formación en el
compromiso social, acompañando a las comunidades a las que sirven para
fortalecer sus luchas por reivindicar sus derechos a vivir en democracia, a
movilizarse mediante su organización para construir mejores condiciones de
vida. Los invito a desarrollar iniciativas de formación en el conocimiento de
los problemas del país y a profundizar en el derecho a vivir en democracia como
medio para responder a los grandes problemas que amenazan la vida del pueblo venezolano.
Los invito como bautizados
abrazar nuestra vocación a participar en la acción
Política, entendida como la expresión de más alta caridad y solidaridad,
como la búsqueda del bien más universal para nuestros hermanos, tal y como nos
los recuerda la doctrina social de la Iglesia.
Necesitamos
hacer nuestra la invitación del Papa Francisco en la Encíclica Fratelli Tutti,
que recojo textualmente por su claridad y contundencia: “Reconocer a cada ser
humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a
todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar
los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta
línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo
puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar
procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo
de la más amplia caridad, la caridad política. Se trata de avanzar hacia un
orden social y político cuya alma sea la caridad social. Una vez más convoco a
rehabilitar la política, que «es una altísima vocación, es una de las formas
más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.[6]
En los próximos
días estaré convocando a las parroquias y vicarías que quieran asumir esta
invitación, a los catequistas, a los jóvenes, a los centros educativos que
están bajo la responsabilidad de la iglesia, entre otros agentes pastorales,
para organizar programas de reflexión, formación y acción en esta dirección,
con el apoyo del Centro Mons. Arias Blanco, los obispos auxiliares y mi equipo
de apoyo.
Que el Señor
Jesús, nos llene de su gracia en este nuevo año para acometer ese gran reto al
que nos invitan los obispos y arzobispos de Venezuela: “La refundación de la
nación que implica la inclusión de los pobres y necesitados como sujetos de su
desarrollo; recuperar la convivencia fraterna a través de la promoción
permanente y efectiva del diálogo; realizar negociaciones claras y justas en
favor del pueblo; promover la familia y la educación… haciendo uso de los
mecanismos previstos en la Constitución Nacional y las leyes para resolver los
problemas que humillan y cierran posibilidades de vivir con calidad y en Estado
de derecho.”[7]
Con mi bendición
apostólica
[1] Discurso del Papa Francisco con motivo del 50 aniversario de la
institución del Sínodo de Obispos (17-10-2015)
[2] CXVII ASAMBLEA ORDINARIA PLENARIA EXHORTACIÓN PASTORAL
[3] Idem
[4] Idem
[5] Idem
[6] Carta Encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco sobre la
fraternidad y amistad social. 3 de octubre de 2020, No 180.
[7] Idem