Mérida, Julio Domingo 13, 2025, 07:25 pm
Todo aumento
en el tipo de cambio preocupa a la población del país cuya moneda se devalúa o
se deprecia. Esto se debe, entre otras cosas, a que el impacto del ajuste
cambiario puede ser positivo o negativo. Y nada garantiza que se distribuya de
manera equitativa, todo depende del rol de los agentes en la economía.
Cuando la
moneda local se devalúa o se deprecia, la economía evidencia una pérdida de
poder de compra respecto al resto del mundo, debido a que resulta más cara cada
unidad de moneda extranjera (divisa). Los efectos inmediatos de este aumento
del tipo de cambio son: 1) el encarecimiento de las importaciones por la
necesidad de utilizar más monedas locales para pagar por los productos elaborados
en el extranjero; 2) pérdida de poder adquisitivo de los ahorristas e
inversionistas con fondos en moneda nacional; 3) incentivos a las exportaciones
por la disminución de los precios nacionales en moneda extranjera; 4)
disminución del valor real de la deuda, algo positivo para deudores y negativo
para acreedores; 5) incentivo al consumo de la producción local; entre otros
efectos.
Ningún país
esta eximido de estos efectos, todo lo contrario, ante la cada vez mayor
interdependencia de los países a nivel mundial, una devaluación/ depreciación
de la moneda incrementa las preocupaciones del mundo sobre el impacto local y
los efectos globales que puede generar. Este es el caso de la reciente
depreciación del yen japonés, que alcanzó su nivel crítico en 30 años respecto
al dólar estadounidense con posibles incrementos y de amplia preocupación por su
impacto en la estabilidad económica.
El yen comenzó
a depreciarse en noviembre de 2012 después de que se optara por una política
monetaria expansiva para incentivar el incremento de los precios. Situación que
se exacerbo con la llegada de la pandemia del nuevo coronavirus que obligó a la
paralización de la actividad productiva; al uso de asistencia financiera para
los hogares -incluyendo la entrega de recursos a las personas de menores
ingresos (cerca de 880 dólares) y a las familias por cada hijo menor de 18 años
(cerca de 800 dólares) para apoyar en la adquisición de los productos de
primera necesidad y en los gastos en educación; subsidios para la producción local
de chips; además de recursos para la construcción de obras públicas y apoyo a
los proyectos de gestión en caso de desastres.
Las
depreciaciones provocaron un pequeño descenso de las importaciones totales,
principalmente impulsado por la caída de la compra en el extranjero de
alimentos. En cambio, otros productos con baja elasticidad precio de la demanda
evidenciaron un incremento de sus importaciones luego del aumento del tipo de
cambio, como es el caso de los productos farmacéuticos y el petróleo. Es decir, aunque el yen se debilite, Japón
necesita petróleo y no reducirá sus importaciones por la depreciación de la
moneda local. Un tipo de cambio más débil y unos precios del petróleo más altos
suponen una carga para los países importadores de petróleo como Japón.
Por otra
parte, el sector que más se benefició de la debilidad del yen fue el del
automóvil. Esto ocurrió porque las empresas japonesas desempeñan un papel vital
en el suministro de bienes intermedios y finales a otros países en la cadena
global de valor automotriz, y estos productos se abaratan cuando el yen se
deprecia.
Aunque la
debilidad del yen ha favorecido a muchas empresas japonesas y algunos de sus
socios comerciales, una nueva depreciación sería perjudicial. Debido a que
reduciría el poder adquisitivo de las empresas y los hogares, incrementaría las
necesidades presupuestarias del gobierno y limitaría las posibilidades de una
rápida reactivación de la economía. Es decir, un espejo donde deben verse los
demás países del mundo que enfrentan presiones alcistas del tipo de cambio.
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