Mérida, Junio Miércoles 29, 2022, 05:38 am
En la misa del día de la madre de 1910, en Estados Unidos, una mujer
llamada Sonora Smart Dodd pensó en homenajear a su padre, con la
gratitud de reconocer el enorme esfuerzo de aquel hombre que en solitario la
había formado a ella, junto a sus cinco hermanos, en una granja con el ejemplo
de su trabajo y virtud. En principio propone la fecha del 5 de junio,
cumpleaños de su padre.
No es sino hasta 1924 cuando se conoce
la primera declaración oficial por parte del presidente Calvin Coolidge que
asume la idea de establecer un día nacional del padre. A partir de entonces se
va dando la forma de día del hombre que entrega todo por sus hijos, hasta
llegar la declaración definitiva del presidente Lyndon Johnson que, en 1966, la
estableció como efeméride para el tercer domingo de junio.
Es importante reflexionar que toda paternidad se
origina en el amor del Padre eterno, que permite al hombre participar de su realidad
ontológica, que no es otra cosa sino el reflejar el ser paternal, “pater”, pertenencia y procedencia, de un
amor que se dona incondicionalmente, que nos pertenece a todos, cuida de todos
y hace llover sobre buenos y malos (Mt 5, 45); que valora a cada hombre más que
los pajarillos del campo (Mt 6, 26). Se trata de vivir un amor que procede de
lo alto, como un don precioso, que es alianza sellada para siempre, verdadera
vocación de amor y servicio permanente, ser padres a la manera del Padre Dios.
Como lo enseña el Papa Francisco, no se
nace padres, pero ciertamente todos nacemos hijos, muchos con el privilegio de
ser confiados a ese ser especial que llamamos “papá”, con quien establecemos
una relación responsable, en la que se comunican valores, se imitan ejemplos y
se siente plenamente amado y reconocido.
Ser papá es toda una escuela que nos enseña la experiencia
personal de no repetir errores, atesorar las cosas hermosas en la memoria
agradecida. También el buen padre aprende de
sus propios errores y los convierte en oportunidades y mejores estrategias para
relacionarse con sus hijos, enseñándole que el hijo brillante se va tallando
como la obra de arte cada día, con fe y dedicación constante; pero que también
el fracaso lo enseñará a ser fuerte y más humano, bien lo decía Rousseau “Un
buen padre vale por cien maestros”.
Otro aspecto importante en la formación de los
hijos en la disciplina, tal como lo enseña Pablo a los Efesios, “y ustedes padres,
no provoquen la ira a sus hijos, sino fórmalos en la disciplina e instrucción
del Señor” (Ef. 6,4). Disciplina entendida como corrección a tiempo, así como
cuando de pequeños se llegaba a la casa con un juguete del vecino y nuestro
papá nos reprendía haciéndolo entregar, con la vergüenza tan grande que
seguramente aprendimos el mandamiento de “no robar” no con palabras sino con la
obra de un padre honesto.
No podemos dejar de mencionar el tesoro más
preciado que Dios ha puesto en nuestras almas, la libertad, como don para saber
escoger, decidir, discernir y seguir el camino del bien. Por tanto, querer que los
hijos sean libres dista mucho de ser despreocupados o indiferentes ante el modo como usan
este don. Cuantas veces permitimos a los hijos crecer en el libertinaje de unas
vidas sin responsabilidad alguna, se vive en la casa como un hotel, cada uno en
su mundo, con la esclavitud de un celular todo el día, sin espacio para mirarnos,
escucharnos y sentirnos. Hoy más que nunca hay tanta necesidad de enseñar a los
hijos a vivir ligeros de equipaje, “manténganse libres del amor
al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: Nunca te
dejaré; jamás te abandonaré”. (Heb 13,5).
En medio de un mundo
desconfiado que paraliza, pareciera que todos estamos contra todos, que bueno
que el padre sea fuente de confianza que motiva a actuar, favoreciendo el
sentido de responsabilidad, al dejar “aprender haciendo”, aun cuando sabe que
se van a equivocar, ser papás es dar la otra oportunidad de hacerlo mejor, de
decidir por sí mismo, permitiendo así volar muy alto.
“El amor genera siempre libertad, el amor nunca debe
convertirse en una prisión, en posesión. José nos muestra la capacidad de
cuidar de Jesús sin adueñarse nunca de él, sin querer manipularlo, sin querer
distraerlo de su misión”, nos dice el Papa Francisco.
Pidamos a San José, modelo de paternidad responsable, nos
enseñe la capacidad de ejercer la propia libertad, de hacer elecciones, de
papás llenos de misericordia que sana, cura, consuela y anima el caminar de los
hijos, sin dejar de animar la ilusión de crear mundos nuevos.
¡El Padre Dios bendiga a todos nuestros padres,
feliz día papá!
Mérida,
19 de junio de 2022.