Mérida, Julio Domingo 13, 2025, 08:24 pm
“La libertad no es otra cosa que
aquello que la sociedad tiene el derecho de hacer y el estado no tiene el
derecho de impedir”
Benjamín
Constan
Han
transcurrido 213 años de aquel día que dio inicio a la Independencia y la
historia parece repetirse, el pueblo quiere nuevamente volver a presenciar un
Cabildo y aunque el actual contexto ofrezca un rostro aparentemente distinto.
En 1810 la lucha era por la libertad política, económica y social. En el 2023
el llamado es para que los venezolanos nos pongamos de acuerdo y podamos
retornar de nuestra historia el patriotismo tan ausente en la hora actual y
redimensionar nuestro futuro, asumiendo el compromiso extirpar la rémora que
llevamos por dentro y construir la patria soñada por los libertadores y que
todos añoramos. Estamos viviendo un momento estelar donde la mejor gota petróleo
debe ser el trabajo duro, el estudio y el sacrificio común. La lucha que nos
convoca es por cambiar el sistema de gobierno por un Estado Federal
Descentralizado (EFD), un régimen parlamentario y la escogencia de ciudadanos
probos que lideren el futuro del país. Basta de 200 años de ensayos y fracasos.
Es ahora o nunca. La Venezuela decente se merece lo mejor de lo mejor.
Este nuevo amanecer del 19 de abril nos llama a
mirar el pasado, vivir el presente y vislumbrar el futuro. Sólo así y de esa
manera damos vida a la historia y su lección será perenne. Si nos atrevemos a
mirar atrás es para seguir adelante... no para quedarnos como la “estatua de sal”,
en imprescindible activarnos para sacudirnos esta plaga política de ayer y de
hoy que en descarada connivencia han ultrajado el alma y el sentir venezolano.
Devolvámonos pues, un instante por la historia del
19 de abril para tomar la fuerza y seguir adelante. Sin prisa, pero sin pausas,
pensemos por unos instantes en el consejo de Juan Ramón Jiménez: “No corras, ve despacio, que adonde tienes
que ir es a ti mismo”, a donde hay que ir es sobre nuestra
identidad, sobre el ser venezolano. Una cosa es ser patriota y otra muy
diferente disfrazarse de patriotero. Los verdaderos patriotas forman parte de
nuestra historia y los descarados patrioteros rutilan con su opulencia. Hay que
temer a la ignorancia y no a la sabiduría del pueblo. “La postura del avestruz es siempre peligrosa”
Al
evocar tan significativa fecha, debemos afirmar categóricamente que celebraciones
como ésta carece de sentido sino extraemos de nuevo del libro de la historia,
para que nunca se nos olvide la lección repetida del nacimiento de la Patria,
el pasado merece recordarse y es un deber patrio recordarlo, los pueblos que
pierden su memoria histórica terminan por desvanecerse. Aunque el problema no
es tanto recordar, sino como se recuerda, como se extrae de ese libro de la
Historia la lección perenne que nos compromete en los tiempos funestos que
vivimos. Hoy más que nunca se torna obligante aceptar la invitación que el
poeta Andrés Eloy Blanco nos dejará hace casi un siglo, en sus “Poemas
continentales”:
“Ven
conmigo. Hablemos del presente.
No
más hablar de ayer; el ayer sea
la
calma del altar; nuestros mayores
nos
agradecerán seguramente
hablar
menos de ello y hacer más por su Idea.
Padres,
Libertadores,
al
Panteón, al bronce y a nuestro amor tenaz,
aumentar
en sus huertos la cosecha de flores
y
dejarlos en paz.
La
barca de los Héroes navega en los desiertos
del
pasado: llegaron, abrieron nuestros puertos
al
Sol, nos dieron velas, se volvieron a ir...
Ya
tenemos cien años alabando a los muertos,
sin
recordar que América necesita vivir”(1)
Que Venezuela necesita o clama a
gritos vivir o revivir. Pero Andrés Eloy, que era voz de pueblo y conocía a
profundidad nuestros orígenes, no hace un desdén por nuestra historia por el
contrario nos invita a que los homenajes no sean solo palabras, sino también
hechos responsables de compromiso con el destino de la Patria. Por eso, en ese
mismo poema nos dice a todos:
“Mira, devuélvete
por la Historia un instante
y atrás toma la
fuerza de seguir adelante:”(2)
Debemos estar conscientes que el 19 de abril no se
trata de un momento estelar de Venezuela perdido en los recodos del pretérito,
sino de un día proyectado hacia el futuro; símbolo de una patria digna de
Bolívar y un pueblo capaz de guiar pueblos. ¡Vayamos -como dijo el Dr. José Rodríguez Iturbe- a
la noche con un candil patriota para esperar la aurora mirando hacia la altura,
hacia las siete estrellas que Dios nos regalara como broches del Cielo a la
mejor Bandera!
La
lección más grande y siempre presente del 19 de abril es que hay que atender a
la voz del pueblo, a sus requerimientos, a sus clamores. El pueblo venezolano
pide a gritos una reconciliación nacional, que por encima de los intereses
políticos partidistas se imponga el bienestar nacional. Ya basta de
componendas, de corrupción y desinterés, Venezuela es de todos y necesita de
aficionados que la recompongan no más fanáticos que la destruyan y desdibujen.
Bien
lo dijo padre Epifanio Labrador, S.J., un sacerdote villoro (de Bailadores) fuera
de serie, cuyo apostolado fue ejemplar y su legado un dechado de virtudes, cuando
el 19 de abril de 1991 nos exhortaba a que: “Volvamos al Cabildo del 19 de
abril de 1810, como lo hizo Emparan, conminado por la voz de aquel enérgico
joven Francisco Salías. Aprendamos la lección del coraje. En ese momento estaba
en juego la salvación o la ´salud pública´, como decían entonces. Diputados,
clero y pueblo levantaron una muralla infranqueable, y sobre esa muralla de
voluntades aguerridas flameó la bandera de la libertad y saltaron rotas las
cadenas del despotismo. El reto era de vida o muerte, de esclavitud o
liberación. Autoridades, clero y pueblo -y este es el singular ejemplo-
asumieron ere reto con valor, energía y espíritu. El proceso de esta Patria que
nos legaron aquellos hombres no ha terminado. Cayeron unas cadenas, pero nos
atan otras. Hoy como entonces necesitamos una liberación”(3),
seguimos en las fauces del monstruo opresor, ya no del norte sino caribeño
aunque nos cueste reconocerlo somos una colonia cubana. Continuamos tan
postrados al becerro tras nuestro oro como ayer, nuestra deuda externa en
incremento y la dependencia económica, social, cultural y territorial cada vez
es mayor. Aunque hablemos de una nueva doctrina social y económica el centro de
la atención no es el hombre sino el capital. La miseria y el hambre siguen
campantes en Venezuela, nos estamos muriendo de hambre. La desigualdad social
cada día es más evidente. Es preciso volver a los planteamientos esenciales de
1810, a un humanismo que se contraponga a este canibalismo que estamos viviendo
y nos está matando. Si bien es cierto que contamos con recursos en supremacía a
pesar de lo que descaradamente se han robado estos rateros de cuello rojo, uno
se pregunta: ¿Tanta riqueza ha sido una bendición o una maldición?, que sólo ha
servido para el provecho de los traficantes de miseria de los distintos
gobiernos de turno. La Venezuela honesta es mayoría, entonces porque permitir
que los deshonestos hagan de las suyas y se repartan el país, rescatemos la
honestidad en el ejercicio de la función pública, que cada bolívar sea empleado
en resolver los problemas más urgentes. Venezuela merece un nuevo amanecer y
los venezolanos mejor calidad de vida, mejor educación y cultura, mayor ejemplo.
Con mis palabras ni temo ni ofendo, mi única intención es contribuir en la
construcción de la nueva Venezuela, que nos llama a reconciliarnos y en la
reconstrucción de una nueva historia deslindada del cuento, de la fantasía e
intereses mezquinos. Por eso he intitulado estas crónicas el 19 de abril en
tres tiempos históricos: 1810, 1850 y 2023.
Néstor Abad Sánchez
La Abadía, abril 19, 2023
Notas:
(1)
Andrés E., Blanco: Poda. Saldo de poemas 1923 - 1928. Editorial Diana, S.A., México,
D.F., 1953. p. 27-28. Este poema fue escrito después de su laureado “Canto a
España” (marzo, 1923)
(2)
Ídem. p. 28
(3)
Epifanio, Labrador, S.J.: 19 de abril de 1991. Discurso pronunciado en
la sesión solemne del Concejo del Municipio Libertador. Editorial Alfa,
Mérida, 1991. p. 17-18