Mérida, Septiembre Lunes 25, 2023, 09:43 pm

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La difícil tarea de gobernar por Edgar Márquez C.

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La difícil tarea de gobernar por Edgar Márquez C.


La democracia es el mejor sistema de gobierno. De eso no cabe duda. No obstante, los años recientes vienen mostrando que la tarea de gobernar, dentro de los parámetros democráticos (libertades, estado de derecho, separación de poderes, honestidad, defensa de los derechos humanos, calidad de vida y un buen etcétera) se ha tornado en un asunto difícil. Y así es, por variadas razones.
Entre ellas, las razones, hay que destacar, en primer lugar, el hecho de que dentro de los gobernantes (unos electos y otros designados) no hay clara conciencia de que se trata de un servicio al país y no un privilegio alcanzado dentro de la conquista de una especie de botín de guerra del cual deben aprovecharse los ganadores.
Siendo la democracia un modelo de gobierno y vida, se debe entender, asumir y respetar la participación de todos, de las personas y de las instituciones, de modo que ganar una elección no es motivo legal ni social para desterrar a los perdedores o para segregar a las instituciones, especialmente aquellas (como las universidades) que se encargan de estudios, análisis e investigaciones de asuntos o problemas concretos.
Ahora, para entenderlo, cada aspirante a una posición de servicio público debe estar formado, convencido y persuadido de que se trata de un servicio, de una acción impuesta por el mismo sistema democrático, dentro del cual todos debemos participar para el bien de la sociedad, para nuestra propia felicidad, la de todos y no de un grupo partidista o gobernante.
La formación del servidor público no se improvisa. Los partidos ya no son fuente de estudio, investigación y reflexión, sino que han desaparecido hasta como instrumentos asociativos. No será fácil recuperarlos para que se reconduzcan. Otras instituciones, como las universidades deben asumir esas tareas, las de formación y estudio dentro de la gerencia local, parroquial, municipal, estadal y nacional.
De la misma manera, las academias nacionales tienen que estar envueltas en un programa dirigido al desarrollo de nuestras potencialidades y deben cumplir el papel, asignado legalmente, de ser las grandes entidades de asesoría del Estado venezolano.
Queda claro que, para recibir esas ayudas técnicas y profesionales de las universidades y academias, entre otras instituciones, porque también hay institutos especializados, en el sector privado, el funcionario, de cualquier nivel, tiene, necesariamente, que estar preparado y totalmente convencido de que dirigir un ente gubernamental no es una tarea sometida a la improvisación, a los caprichos, a los orgullos y hasta al empirismo.
En ese sentido debemos proclamar un cambio de la mentalidad, del imaginario y especialmente de procurar que desechemos el imaginario popular y colectivo de que la tarea de gobierno es solo de los funcionarios, a quienes se les consideran dispensadores de beneficios directos a los habitantes.
El futuro de la democracia está directamente ligado al hecho de que logremos tener en los venezolanos, en todos, a personas que no sigan creyendo que el único componente del sistema es la elección, donde se eligen a unos señores todopoderosos que puedan hacer y deshacer, a un punto tal que se les perdona estar envueltos en la ineficiencia, en la corrupción, en los desafueros legales y constitucionales, en los ataques a los derechos humanos y hasta en torturas, por el hecho de que con artificios populistas y demagógicos asumen la redención de los pobres.




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