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NUEVAS CRÓNICAS DE HISTORIA UNIVERSITARIA (20)

La Universidad de Los Andes y la ignorada propuesta de la Oficina del Historiador por Alí Enrique López Bohórquez (*)

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La Universidad de Los Andes y la ignorada propuesta de la Oficina del Historiador por Alí Enrique López Bohórquez


(*) Coordinador de la Cátedra Libre de Historia de la Universidad de Los Andes

Reconocen diversos autores, desde la antigüedad hasta el presente, que la Historia es la herramienta indispensable y necesaria para conocer y comprender la evolución de la humanidad, al individuo como ser particular o ser social, a la sociedad en sus más variados aspectos, entre ellos a sus instituciones. En tal sentido, la Universidad de Los Andes no puede ser ajena a esas consideraciones, pues tiene un devenir histórico de doscientos trece años, ya que está constituida por una comunidad que dinamiza su funcionamiento con la interacción de quienes la integran (autoridades, profesores, estudiantes, empleados y obreros), los que a su vez forman parte de un espacio socio-económico-político-educativo-cultural en el que desarrolla sus actividades de docencia, investigación y extensión, la región andina venezolana y en Mérida particularmente. De manera que para el conocimiento y comprensión de la actuación de la ULA en su tiempo histórico y en el espacio que ocupa la comunidad universitaria que la conforma es imprescindible e inexcusable la existencia de una dependencia que canalice organizadamente, con propósitos generales y específicos, el estudio y explicación de cuál ha sido su papel histórico desde su fundación en 1810, y cómo se puede aprovechar su experiencia histórica para la solución de sus más ingentes problemas y la previsión del futuro inmediato y el porvenir más lejano. Como tiene lugar en la Universidad de Salamanca, en la Universidad Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Mayor de San Marcos de Lima. 

A partir de esas consideraciones, el 16 de enero de 2008 nos dirigimos al entonces electo Vicerrector Académico, Dr. Manuel Dager Boyer, para hacer la propuesta de la OFICINA DEL HISTORIADOR. Aprobando personalmente la idea, éste nos recomendó que dirigiéramos la misma al Rector Mario Bonucci Rossini para que, una vez considerada en el Equipo Rectoral, fuera elevada al Consejo Universitario para su consideración y decisión, lo que hicimos el 9 de julio. No hubo respuesta alguna inmediata, por lo que el 24 de noviembre de 2008 dirigimos a las autoridades universitarias electas para el período 2008-2012 la propuesta de la creación de la OFICINA DEL HISTORIADOR DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, en nuestra condición de Coordinador de la Cátedra Libre de la Universidad de Los Andes desde el 2003, por designación del Consejo Universitario. Proyecto que nunca fue considerado por el mismo, como legalmente corresponde, pues no fue presentada a este máximo organismo del gobierno universitario, ni tampoco hubo respuesta del por qué esa proposición no fuera elevada ante el mismo. Sin embargo, como buena parte de las cosas de la institución son enteradas por las vías que no son las que propiamente corresponden, inquirimos a una de las autoridades la explicación de la desatención a la propuesta, y esta fue la respuesta del Secretario José María Anderes: “en el equipo rectoral se había considerado el documento remitido, llegándose a la conclusión de que los objetivos de la Oficina del Historiador que se proponía coincidían con los del Archivo Histórico de la Universidad de Los Andes”, creado en el 2000 por propuesta nuestra al entonces Secretario, el Dr. Léster Rodríguez Herrera. Lo cual no era cierto pues se trata de dos dependencias que tienen objetivos distintos, el ARCHIVO HISTÓRICO: rescatar, organizar, conservar y difundir los documentos y demás papeles que den cuenta del devenir histórico de la institución; la OFICINA DEL HISTORIADOR: investigar, estudiar y asesorar a la institución en materia histórica, en todos los niveles de su estructura académica y administrativa. Veamos entonces las características de la propuesta y las razones que consideramos fueron las determinantes para que fuera ignorara por las autoridades rectorales, ya que, como señalamos, el Consejo Universitario nunca conoció de la misma, partiendo de la Justificación que entonces señalamos:


JUSTIFICACIÓN. El principal problema para el conocimiento de la historia de la Universidad de Los Andes lo representa la carencia de conciencia, institucionalmente hablando, de que la Universidad también es un objeto de estudio de la Historia, así como la falta de preocupación de los universitarios -entre ellos sus historiadores- por aportarle a la institución un trabajo que dé cuenta de su devenir histórico y que a su vez explique -con la fuerza que se requiere- lo que ella representa no sólo en el sentido de ser el centro fundamental de enseñanza superior y en cuanto a su extensa actividad de investigación en la región andina, sino también en el impacto económico local, en la formación de los profesionales que mayoritariamente dirigen los destinos de su administración pública, o en el aporte de su personal, cedido periódicamente para dicha tarea o para el servicio cultural, y hasta turístico, sin dejar de señalar el asesoramiento que el mismo hace tanto a instituciones públicas como privadas. De igual manera, no se ha sabido demostrar el aporte de esta Universidad al desarrollo de Mérida, los Andes y el país a través de diversos proyectos de investigación en los más variados campos del conocimiento; todo lo cual, debidamente reconocido, daría un mejor sentido a la existencia de la Universidad de Los Andes.

 

El desconocimiento de lo que ha significado esta institución universitaria para la ciudad, la región y al país se ha debido a la carencia de memoria histórica de muchos de los universitarios que la han dirigido o la dirigen y de los que conducen política, económica y culturalmente la ciudad y el Estado. No los culpamos en su totalidad, pues si carecen de esa conciencia debido a sus múltiples ocupaciones, también otros, conscientes de ello hemos podido contribuir a exponer esa estrecha relación histórica entre Mérida, los Andes y su Universidad. Pero ocurre que a veces los mejores recursos humanos no están al servicio de su institución, ni tienen a su alcance los medios de expresar sus ideas con la fuerza que desean. Lo cierto es que para que la ULA mejore, cambie y se prepare para eso que gusta mucha gente llamar el "tercer milenio", no debe olvidar o dejar a un lado su historia, pues -como señaló hace tiempo Mario Briceño Iragorry-, su función “...es mantener viva la memoria de los valores que sirven de vértebra al edificio social. Su objeto es presentar las formas antiguas como elementos indispensables para el proceso de reelaboración de la cultura que comprende a cada generación. No se puede mejorar lo que no se conoce...”.

 

Diversos han sido los intentos por rescatar y divulgar la memoria histórica de la Universidad de Los Andes. En 1891 ocurren tres hechos de significativa importancia pero que, lamentablemente, no tuvieron continuidad en el tiempo: El Rector Caracciolo Parra decreta la edición del Anuario de la Universidad de Los Andes, el cual solamente se publicó durante diez años (1891-1901), pero que recogió importantes documentos, datos y textos referidos a la historia de la institución, entre los que destaca la inclusión en el primer volumen del Anuario del “Resumen Histórico de la Universidad de Los Andes” del Dr. Juan Nepomuceno Pagés Monsant. Junto a ambos hechos debemos señalar la designación del Bachiller Tulio Febres Cordero como “Cronista de la Universidad de Los Andes”, cargo que no fue cumplido en cuanto a la institución se refiere, ya que aquél fundamentalmente se dedicó a registrar aspectos históricos de los Andes venezolanos. Más efectivo fue su trabajo de organización del Archivo de la Universidad en el año de 1915, por encargo del Rector Ramón Parra Picón, actividad que sería aprovechada años más tarde al convertirse en herramienta imprescindible para los estudios que realizarían algunos universitarios interesados en la historia de la universidad andina. Sustituyó al Anuario la edición de la Gaceta Universitaria (1904-1908, 1912-1947) y a ésta la Revista Universidad de Los Andes (1937-1944) y Universidad (1944), publicaciones periódicas que registraron un número considerable de fuentes documentales y dieron cuenta de las actividades académicas que se desarrollaban en la institución, lo cual sería de mucha importancia para quienes incursionarían más tarde en la reconstrucción de su devenir histórico. Otras publicaciones como Bibliotheca (1954-1956), Boletín del Centro Universitario de Cultura (1956-1957) y Universitas Emeritensis (1954-1961) suplirían al Anuario y a la Gaceta en la tarea de dar a conocer el acontecer universitario, considerándose que esas ediciones eran necesarias para dejar a la posteridad la memoria de la actuación de la institución en el tiempo. Cabe destacar que en todas esas publicaciones periódicas estuvo presente la participación activa de autoridades universitarias, entre las que destacaron los Rectores de turno.

 

Después del Resumen Histórico de Juan Nepomuceno Pagés Monsant, el segundo intento por registrar la historia de la ULA fue el de Roberto Albornoz Berti, quien dio a conocer su libro La Universidad de Los Andes en la Cultura Nacional (Síntesis Histórica) 1790-1957, publicado en 1958. A este trabajo seguiría el de Eloi Chalbaud Cardona: Historia de la Universidad de Los Andes (10 Volúmenes, 1963-1995), la obra más sistemática y de mayor proyección para la reconstrucción de la historia de nuestra Alma Mater, por cuanto incluyó un volumen considerable de documentos, junto con el análisis crítico y los comentarios que el autor hizo de muchos de ellos. Esta historia cubre solamente hasta 1921, y trata sobre destacados aspectos del funcionamiento de la universidad fundamentalmente en el siglo XIX. Sin embargo, independientemente de la opinión que tenemos de la forma como fue construida y escrita, justo es reconocer que hasta ahora es el trabajo más importante para el conocimiento del proceso histórico de la Universidad de Mérida, Universidad de Occidente o Universidad de Los Andes, como se le ha conocido en el transcurrir del tiempo. A esta singular historia documental sigue, más recientemente, el libro de Carlos Chalbaud Zerpa: Compendio Histórico de la Universidad de Los Andes de Mérida de Venezuela (2000), en el que se incluyen hechos aislados, algunos desvinculados del contexto histórico de la institución.

 

De igual manera, en el transcurso del siglo XX y lo que va del XXI, una pléyade de escritores, intelectuales y universitarios, particularmente merideños, han manifestado preocupación por escribir acerca de la trascendencia histórica de la Universidad de Los Andes en discursos, artículos, libros o capítulos de libros sobre aspectos particulares de la institución. La exhaustiva investigación historiográfica que hemos realizado sobre la historia de la ULA, de más de 3.000 referencias, permite señalar que es mucho lo que se ha avanzado en su conocimiento, pero es mucho lo que falta para tener una visión holística, de totalidad, que abarca doscientos trece años de su devenir histórico en aspectos generales y específicos, de su comunidad universitaria; de su estructura académica y administrativa; de sus actividades de enseñanza, investigación, administración y extensión; de los espacios que ocupa su quehacer de enseñar e investigar en Mérida, Trujillo y Táchira, además de sus extensiones de medicina en Valera, Barinas y Portuguesa; de sus programas editoriales, de cultura y deporte; de sus distintos proyectos periodísticos de interrumpida continuidad y de sus publicaciones periódicas en general; de los logros alcanzados en la formación de profesionales en las distintas ramas del conocimiento que forman parte de su estructura curricular, así como de profesores y estudiantes que en un momento determinado fueron reconocidos nacional o internacional por determinados aportes en sus respectivos campos del saber; del origen y desarrollo de los gremios de profesores, estudiantes, empleados y obreros que en búsqueda de mejores condiciones socioeconómicas generaron una dinámica funcional de la institución, en algunos momentos de trascendencia para la ciudad; de las relaciones en el tiempo con los distintos momentos, en acuerdos y desacuerdos, con los distintos gobiernos entre 1810 y 2023.

 

En fin, el conocimiento de éstos y muchos más aspectos del devenir histórico ulandino que requieren de una instancia que lo programe no solamente para ser estudiados, sino también para que sirvan de referencia y motivación a la necesaria y inminente transformación de la Universidad de Los Andes en el contexto de su realidad actual, la de las ciudades en las que desarrolla sus funciones y la del país. Esa instancia no es otra que la que propusimos en el 2008, LA OFICINA DEL HISTORIADOR DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, cuyos objetivos y características resumimos del extenso documento que abarca con mayores detalles sus propósitos, funcionabilidad y necesidad para llevar adelante la tarea de investigar y seguir enseñando el bicentenario proceso histórico de la ULA:      

 

DEFINICIÓN. La Oficina del Historiador de la Universidad de Los Andes será la dependencia encargada de la investigación, resguardo, promoción, difusión y realce de la memoria histórica, cultural, humanística y científica de la ULA en su trayectoria histórica. Estará adscrita directamente al Rectorado de la Universidad de la Universidad de Los Andes, con sede natural en el Edificio del Rectorado, con dependencias funcionales en otros espacios de la institución, particularmente en los Núcleos Universitarios de Trujillo y Táchira.

 

La Oficina del Historiador de la Universidad de Los Andes estará a cargo de un Profesor de la institución que haya demostrado en su trayectoria académica tener conocimientos, experiencia en la investigación histórica sobre la misma y preocupación por el rescate de su historia, desde su fundación hasta nuestros días. Esta función será con la condición de ad honorem y con carácter vitalicio, a fin de que se mantenga en el tiempo la continuidad histórica de la institución y la conservación de su patrimonio histórico, cultural, humanístico y científico.

 

La función de Historiador de la Universidad de Los Andes será conferida mediante Concurso de Oposición o de Credenciales, según lo determine el Consejo Universitario, siguiendo los procedimientos establecidos en el Estatuto del Personal Docente de la ULA.

 

El Historiador de la Universidad de Los Andes coordinará la investigación, resguardo, promoción, difusión y realce de la memoria histórica, cultural, humanística y científica de la ULA, y cumplirá también la labor de asesoramiento a las autoridades y demás miembros de la comunidad universitaria que en el ejercicio de sus funciones requieran del conocimiento de la historia de nuestra Alma Mater.

 

 

OBJETIVOS. 1. Coordinar la investigación histórica sobre la Universidad de Los Andes. Esta comprenderá los siguientes aspectos: a) Estudios generales y específicos sobre la institución, sus dependencias, autoridades, profesores, estudiantes, empleados y obreros, desde su fundación hasta nuestros días. b) Relación y proyección de la Universidad en la ciudad, la región y el país. c) Recopilación y conservación de la información histórica de la Universidad publicada en los medios impresos o presentada en los medios audiovisuales. d) Rescate de las publicaciones periódicas de las distintas dependencias de la Universidad (Anuarios, Gacetas, Revistas, Boletines, Periódicos) y de los estudios que se han realizado sobre la misma. e) Registro diario de las actividades que se realizan en la Universidad, para dar origen a una agenda o cronología histórica universitaria.

 

2. Asesorar a las autoridades y demás miembros de la comunidad universitaria que en el ejercicio de sus funciones requiera del conocimiento de la historia de la institución. Esta atribución está relacionada con el rescate y divulgación de la memoria histórica de las autoridades universitarias, las distintas dependencias y diferentes miembros de la comunidad que integran la institución, así como en la consulta y aclaratoria sobre fechas y hechos de su devenir histórico.

 

3. Divulgar la memoria histórica de la Universidad de Los Andes mediante un programa que comprendería los siguientes aspectos: a) Impresión del Anuario Histórico de la Universidad de Los Andes, que recogerá las actividades, sucesos, realizaciones y acontecimiento de la institución, y dará cuenta su devenir histórico. b) Edición de materiales escritos, gráficos y documentales sobre la historia de la ULA. c) Publicación de secciones de prensa escrita local y nacional sobre temas históricos universitarios. d) Edición facsimilar de obras referidas a la historia de la Universidad, y de viejas publicaciones periódicas. e) Publicación contentiva de los escritos que a través del tiempo han dado cuenta del proceso histórico de la Universidad de Los Andes. f) Organización de actividades de promoción y difusión del acervo histórico-cultural-científico universitario a través de los medios de comunicación de la Universidad de Los Andes y de otros medios de la ciudad, la región y el país. g) Diseño de una Página Web que permita dar a conocer el proceso histórico de la ULA y las actividades que al respecto desarrollará la Oficina del Historiador, en la cual también se incluya la publicación del Periódico Digital Quincenal ULA HISTORIA, el cual dará a conocer hechos relevantes del devenir de la institución. h) Programación de conferencias en las Facultades, Escuelas y Dependencias, sobre temas históricos universitarios con la presencia del Historiador y otros integrantes de la Oficina y personalidades invitadas.

 

4. Colaborar con la conservación del patrimonio histórico de la Universidad de Los Andes a través de el resguardo y supervisión del mantenimiento del Paraninfo de la Universidad, del Aula Magna y del Edificio del Rectorado; la protección y conservación de diplomas, medallas, premios, acuerdos, reconocimientos y títulos otorgados a la Universidad de Los Andes; y la supervisión y conservación de las Ordenes Honoríficas de la Universidad de Los Andes, con la vigilancia del cumplimiento de las normativas correspondientes.

 

Concluimos señalando que, además de la justificación, estructura, objetivos y otras características de la OFICINA DEL HISTORIADOR DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, la propuesta de su creación incluía el correspondiente Reglamento de Funcionamiento, comprensivo de los siguientes aspectos: la Oficina, Adscripción, Sede, Funciones del Historiador, la Comisión Asesora, Atribuciones, Personal, Presupuesto y Disposiciones Finales. Dice un refrán de que “las esperanzas son las últimas que se pierden”; y esas esperanzas, de que algún día exista dicha la Oficina, anhelamos sean consideradas por la autoridades universitarias que regirán los destinos de la Universidad de Los Andes para el período 2024-2028.

 

Pero no debemos concluir esta Crónica sin señalar nuestra interpretación del rechazo de esa propuesta, expresada en tres aspectos. En primer Lugar: el documento en cuestión fue conocido fuera de la Universidad, pues según una de las autoridades se requería la opinión externa al respecto. Sabemos bien a quienes se les enviaron copias. En segundo lugar, si se necesitaba otra opinión, antes de ser considerada la propuesta por el Consejo Universitario, se ha debido recurrir a la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades y Educación, instancia que estaba en las mejores condiciones académicas para emitir la opinión correspondiente. Y en tercer lugar, porque seguros estamos que nuestro atrevimiento en desmontar la historia fundacional de la Universidad de Los Andes, negando que fue fundada por el Obispo Fray Juan Ramos de Lora el 29 de marzo de 1785 y afirmando que ese hecho aconteció el 21 de septiembre de 1810, representó el argumento para IGNORAR la idea de una Oficina para la Historia de la Universidad de Los Andes. La primera fecha sigue siendo un error histórico conmemorado anualmente, mientras que la segunda es totalmente relegada, a pesar de que en 1910 y 1960 la ULA celebró su Centenario y Sesquicentenario, respectiva. Ello, y otros hechos relacionados, los hemos expuesto en diversos trabajos, recomendando en particular la lectura de nuestro libro: LA FUNDACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES. 21 DE SEPTIEMBRE DE 1810. ESTUDIO CRÍTICO E INCÓMODO, PERO NECESARIO (Mérida, Ediciones del Rectorado, 2010, 376 p.).





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