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Cuaresma 2024: “A través del desierto Dios nos guía a la libertad” por Padre Edduar Molina Escalona

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Cuaresma 2024: “A través del desierto Dios nos guía a la libertad” por Padre Edduar Molina Escalona


La reflexión del Santo Padre para la Cuaresma de este 2024, camino de preparación a la Semana Santa, lleva por título “A través del desierto Dios nos guía a la libertad”, una verdadera invitación a todas las todas las comunidades cristianas a ofrecer espacios para la reflexión personal y comunitaria, que nos lleven a reflexionar sobre nuestra verdadera vocación la libertad del espíritu y contribuya a una sociedad más humanizada y humanizadora.

 

Al inicio de su mensaje, el Papa Francisco lamentó que la humanidad camine en la oscuridad de las desigualdades y conflictos, apunta a que hoy el pueblo de Dios lleva por dentro de sí ataduras opresoras que paralizan e impiden soñar con un mundo distinto, por lo que el cristiano debe decidirse a abandonar todas estas ataduras que atentan contra nuestra vocación de ser libre para actuar en el amor, mediante la oración, el ayuno y la entrega al prójimo. Caminos o medios cuaresmales que nos ayudan a transitar por una autentica conversión de corazón.

 

En su reflexión sobre este “tiempo de conversión”, el Papa latinoamericano nos interpela a todos sobre el amor al prójimo. Los gritos de los oprimidos en la actualidad no pueden pasar inadvertidos, los hermanos con hambre y tantos sin salud ni medicinas, los forzados a la migración forzada, los niños y ancianos quedados atrás, los jóvenes que vagan sin esperanza, entre otras tantas formas de sufrimiento, en medio de una sociedad, insensible al dolor del prójimo, dice el Papa “el grito de tantos hermanos y hermanas oprimidos llega al cielo” y pregunta: ¿Nos llega también a nosotros? ¿Nos sacude? ¿Nos conmueve? El Romano Pontífice nos recuerda la pregunta que le hace Dios a Caín por su hermano Abel, ¿Dónde está tu hermano? (Gn 3,9).

 

El Sumo Pontífice denuncia, igualmente, un déficit de esperanza. Actuamos bajo patrones de vida que nos dejan exhaustos y nos vuelven cada vez más insensibles. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro; que ha contaminado la tierra, el aire y el agua, pero también las almas. Frente a esta cruda realidad Dios no se cansa de nosotros, dice el Papa, y nos regala este tiempo de Cuaresma como el tiempo fuerte en el que la Palabra de Dios se dirige de nuevo a nosotros: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud” (Ex 20,2).

 

También Bergoglio nos recuerda que éste es un tiempo para actuar, “actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido… No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”, afirma el documento cuaresmal.

 

Las practicas cuaresmales de la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento, puntualiza el Papa, lo que permite sacar de nosotros los ídolos que nos agobian, los apegos que nos aprisionan. “entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará”.

 

La invitación es a vivir este “tiempo de conversión, tiempo de libertad”, a desacelerar y detenerse, para encontrar sentido en la dimensión contemplativa de la vida, que la Cuaresma nos hará redescubrir y permitirá movilizar nuevas energías. Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad; en lugar de amenazas y enemigos encontramos compañeras y compañeros de viaje. Este es el sueño de Dios, la tierra prometida hacia la que marchamos cuando salimos de la esclavitud”. Asevera, y explica que, “el desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud”.

 

Para concluir el Papa nos recuerda la necesidad de una Iglesia en salida, una Iglesia sinodal, que nos lleve a todos a “un tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de cambiar la cotidianeidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados. Que nos permita ver la alegría en los rostros, que se sienta la fragancia de la libertad, que se libere ese amor que hace nuevas todas las cosas, empezando por las más pequeñas y cercanas. Esto puede suceder en cada comunidad cristiana, anhela el papa.

 

No podía faltar el llamado a los jóvenes para que tengan la valentía de la conversión, de salir de la esclavitud, recordándoles el mensaje de la JMJ Lisboa 2023: “Busquen y arriesguen, en este momento histórico los desafíos son enormes, los quejidos dolorosos, estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos, pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto”.

 

No olvidemos que en la medida en que esta Cuaresma sea de conversión, entonces, la humanidad extraviada sentirá un estremecimiento de creatividad; el destello de una nueva esperanza.

 

Mérida, 18 de febrero de 2024

 





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