Mérida, Mayo Sábado 18, 2024, 05:12 pm
Haciendo un repaso por la hemeroteca de nuestro Archivo Arquidiocesano
nos encontramos con selectas publicaciones dedicadas a honrar el Día del Trabajador,
aparecidas en reseñas detalladas de programaciones festivas, discursos,
peticiones de sindicatos, congratulaciones de los entes públicos y privados a
quienes cada día con verdadero tesón hacen posible la construcción del bien
común de nuestra Ciudad.
Me gustaría comenzar por la reflexión cristiana, hecha por el sacerdote Pedro
J. Juárez, el 1 de mayo de 1934, para entonces coadjutor de Tovar, en donde exterioriza su entusiasmo
por la Acción Católica apostolado seglar, o mejor dicho, la presencia de los
laicos en el mundo, con estas palabras: “Los tiempos que atravesamos son de una
lucha espantosa. El individuo, la sociedad y la familia, tienen en contra una
cantidad de enemigos formidables que se agrupan, que se unen y arman con el fin
de inyectar en su organismo el virus del mal, la corrupción, e impedir que la
savia de Jesucristo corra por los ambientes”.
Toda una verdadera denuncia de una realidad que hoy se agrava y nos invita
a los hombres y mujeres de bien a dar respuesta, como el mismo continúa
diciendo: “es necesario que los católicos todos nos organicemos y nos agrupemos
en torno de Jesucristo, para trabajar su reinado social en los pueblos y en las
almas. Alistémonos en las de los verdaderos soldados de Cristo, en esta guerra
se necesitan hombres; pero hombres valientes, hombres de acción, hombres
gigantes que mueran clavados en su puesto, antes que retroceder frente al
peligro. El permanecer indiferentes es una cobardía infame”. Y con mirada
profética, lanza el llamado que diez años más adelante nos haría el Concilio
Vaticano II y la Iglesia en salida del Papa Francisco: Por eso se impone que el
seglar dirija sus pasos a donde el sacerdote no puede entrar. El seglar puede
entrar en el salón, en el teatro, en el cine, en el club, en la fábrica, en el
taller, y sembrar la doctrina de Cristo que es luz vida… Y todos tienen que
trabajar por establecer el reinado social de Jesucristo: Los padres de familia,
formando el corazón, la voluntad y la inteligencia de sus hijos en los
principios sólidos de la educación cristiana; el maestro, enseñando a sus
discípulos la doctrina de Jesucristo que engrandece y salva; el obrero, con sus
compañeros enseñándoles a amar el trabajo que dignifica”. Palabras sabias de un
editorial que hoy sigue siendo presente y desafiante para quienes queremos
impregnar el mundo con el Evangelio de la Vida.
El primero de mayo de 1.963, el Vigilante elogia la nueva forma que irrumpe
en el país, la fuerza de los trabajadores organizados con estas palabras: “La
de hoy es una fecha consagrada ya como mundial. Es el día escogido para rendir
homenaje al Obrero en todas las latitudes. Es el día en que los obreros de todo
el orbe civilizado elevan su voz, en un solo acorde, para dejarse sentir como
lo que en realidad son: Como una fuerza organizada, como una avanzada del
progreso, como una de las piedras angulares de la grandeza y de la prosperidad
de todos los pueblos, que saben lo que vale y significa el trabajo. Porque el trabajo, personificado en miles de
hombres que dedican su cotidiano esfuerzo a las labores creadoras, es una de
las facetas que definen la vida entera de los pueblos. Porque los trabajadores
organizados deben mirarse como una fuerza revolucionaria para el progreso y el
logro de fines muy elevados.
También es interesante la reflexión que realiza sobre los deberes y
derechos del trabajador que son correlativos, en una sociedad que aspira a la
perfección. Advierte sobre el peligro de una posición unilateral la de reclamar
derechos únicamente, sin tener una clara conciencia de los deberes a cumplir. Aseverando
que una clase trabajadora que sólo supiera reclamar y no se preocupara por dar
de sí misma, en una equilibrada relación de justicia, estaría entorpeciendo la
grandeza de su propio país.
Llama la atención el año 1973, centenario de la muerte del General Páez,
con este elocuente editorial: “Ejemplo edificante de devoción al trabajo han
dado Presidentes de la República. El General en Jefe Don José Antonio Páez,
Presidente fundador de esta Patria, y de cuya muerte 1973 es centésimo año,
para 1848 tenía en su célebre hato San Pablo veinte mil reses, setecientas
yeguas, trescientas mulas y cerca de quinientos caballos: "bienes que
había adquirido con mi trabajo personal”… y proseguía: mirar este ejemplo nos
hace comprender que la ociosidad es la madre de todos los vicios. Con tanta
huelga, paro, feria y puente no puede país alguno desarrollarse. Tanto tiempo
perdido produce: a) merma de la producción, b) escasez de bienes y servicios,
c) alto costo de la vida. Por fuerza de pérdida de tiempo que debería
aprovecharse en trabajo duro, continuo, no hay carne, ni hay maíz, ni hay
clases…”. Apremiante compromiso de construir progreso a base de esfuerzo y
unidad de todos.
En el año 1991 el diario católico merideño dedica, para el mes de mayo una
edición especial por la publicación de la encíclica "Centesimus
Annus", en la que se celebró el centenario de la "Rerum Novarum"
de León XIII y actualizará el pensamiento social de la iglesia en la época del
post-comunismo. En sus líneas se puede leer: “El Papa Wojtyla, no obstante,
resaltó que si los derechos de los trabajadores son admitidos y reconocidos por
muchas legislaciones nacionales e internacionales, también es cierto que
existen muchas medidas injustas para no llevarlos a cabo. Entre estas maniobras
resaltó el trabajo negro, de seguridad social, las pensiones para los ancianos,
salarios reducidos y el aprovechamiento de la mano de obra de menores de edad.
Por ello, el papel de los sindicatos sigue vigente y deben seguir defendiendo y
haciendo respetar los derechos de los trabajadores, puntualizó el Papa.
En el año 1995, el primero de mayo, lo titulaba El Vigilante: “En los
albores del siglo XXI: ¿Venezuela requiere de un nuevo sindicato? En el inicio
de sus párrafos nos deja esta joya de reflexión sobre el actual desafío en
nuestra patria de hacer crecer la cultura del trabajo: “Hoy nuestro país está
en crisis y debemos darnos cuenta cada día más, de la importancia de la clase
trabajadora en el desarrollo de todas las naciones. No es sólo el hecho de desfilar y escuchar o
pronunciar discursos en las plazas y avenidas exigiendo mejores salarios y
condiciones de trabajo, acusando a los patronos y al gobierno de todo lo malo
que nos sucede. La clase trabajadora, si realmente desea resolver sus
problemas, conjuntamente a los de Venezuela, para mejorar nuestro nivel de
vida, debe recordar que es necesario convencernos de que en la vida nada es
gratis.
Durante muchos años estuvimos acostumbrados a que "Papá Estado"
nos entregara la comida en la boca, tanto a empresarios como a trabajadores y
por esto "Papá Estado" se quedó sin dinero. Es muy fácil acusar a
políticos y banqueros de haber arruinado el país, pero no queremos acordarnos
que nunca nos exigimos en el estudio ni en el trabajo y hoy pagamos las
consecuencias. Empresarios y
trabajadores debemos unirnos a recuperar un país que nos ofreció todo sin
exigirnos mucho”. Tarea perenne en la construcción del país que todos soñamos.
Al conmemorar en este mes el Día del Trabajador, compartimos estas páginas
de oro de nuestro centenario diario El Vigilante, decano de la prensa merideña,
expresión de fe y laboriosidad de nuestras tierras andinas.
Mérida, 5 de mayo de 2024