Mérida, Febrero Viernes 14, 2025, 05:39 am
ZABALA DE LA
SERNA
Diario EL
MUNDO de Madrid
Tomó la Corrida de la Prensa formato de Beneficencia con el Rey Felipe VI en el Palco Real en lugar de la barrera habitual. Nada lo fue. La corrida de Victorino no se pareció en nada al exultante corridón de la pasada edición, ni lucida, ni clara, más correosa que encastada y brava. Paco Ureña y Borja Jiménez, tan afanosos pero no siempre ni precisamente lúcidos, se sumaron a una tarde trabajosa, espesa, ciertamente costosa. Para torearla, verla y escribirla. Todo se juntó.
La importancia del Rey en los toros, con la tauromaquia, supera cualquier resultado. No podrá asistir a la Beneficencia el próximo día 9 de junio -delega en la Infanta Elena-, así que la Corrida de la Prensa ocupó su sitio, prestigiada con su presencia. Incluso sonó el Himno Nacional y al final recibió en audiencia a los protagonistas de la cosa allá en el palco regio donde antes fue cumplimentado por los pertinentes brindis de Ureña y Jiménez. Y luego, caída la noche, vendría la enhorabuena por salir vivos, el pésame de los derrotados.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el ministro de Agricultura, Luis Planas, la presidenta de la Asociación de la Prensa,María Rey, y Francisco Rivera Ordónez, como asesor, acompañaron al Rey en el palco e imagino que en el sentimiento por el trabado espectáculo.
A los puntos Paco Ureña podría decirse que adjudicó con una vuelta al ruedo como premio de consolación. La fulminante estocada con la que tumbó a un espectacular toro cornipaso agitó los tendidos, que pidieron la oreja no con la suficiente fuerza, pues en verdad tampoco había motivo. Ureña se aplicó con aquella belleza dormida, que careció -como casi toda la corrida- de humillación -sello de la casa- y, sobre todo, de empuje.
No sé si el planteamiento de primero apostar por la izquierda y después por la derecha sucedió en el orden debido. Pero, en general, lean la crónica con la cautela de que yo también me siento espeso. No se dejó nada en el tintero el murciano, esto es cierto. Tanto como que al mansito quinto que se desentendía después de un templado embroque le dibujó los muletazos de la tarde, allí abajo la reunión. La faena planteada casi en el platillo, no en paralelo y más cerca del tercio como podría haber sido, alcanzó esos brillos antes de que el toro se desentendiera del todo y Ureña lo asaetara a sartenazo limpio.
Fue malo hasta para morir aquel victorino de los albores de la tarde con cara del antiguo toro del encaste que encarnó el papel de depredador desde que apareció, agazapado. No digo alimaña porque la alimaña humillaba, y éste cazaba por las alturas. Siempre tuvo a Paco Ureña en el punto de mira, en un ay, en el aire. Se tapó la muerte con la espada y el descabello. Malo hasta para morir, ya digo.
Borja Jiménez le puso inteligencia y apretó los dientes con su primer victorino, que humilló con toda su seriedad a cuestas en el bien volado saludo con el capote. Amplio el lance, ampulosa la media. El toro entonces lo hacía mejor por el pitón derecho. Como repitió en los doblones del prólogo de faena ya con clara definición y marcada diferencia con el izquierdo, por donde se revolvía venenoso. Jiménez apostó por la mano buena, buena pero exigente. Y la apuesta vino con la lista visión de jugar con la inercia, la media distancia, en el inicio de cada serie que el victorino acortaba según avanzaba.
BJ sentía siempre el aliento encima -mientras perdía el suyo- con la codiciosa repetición, que ya en el cuarto muletazo de cada serie no se salía de la suerte. La emotividad ocupó todos los espacios de la batalla. Como el toro. Que reuniría a la postre, tras encasquillarse la espada, más plácemes por su encendida casta que el torero por su ardoroso esfuerzo. De nada le valió con un cuarto que traía una expresión más amable dentro del impecable trapío de la cinqueña corrida.
Lo brindó a Raúl, mítico 7 del Real Madrid. Y eso sería lo más generoso de la lidia del rácano toro. Que no se dio ni regaló una embestida. Sin romper nunca hacia delante. Borja Jiménez, además del acertado brindis, enterró la espada con facilidad, quizá algo rinconera. Lo que apuntó el último de la tarde, que se antojaba de fino dibujo, fue francamente mal administrado en una lidia a la contra, profusa en capotazos, hostil en el caballo. Vuelvo a colocar la duda sobre el tapete: el toro cambió y desconozco si por su propia condición o por las cosas mal hechas. Bajó el telón con manifiesta decepción.
El caso es que se juntó todo en la trabajosa y
trabada tarde. Y a ver quién es el guapo que desbroza las claves de esta
Corrida de la Prensa en la que la categoría y el brillo los puso el Rey de España.
PLANAS POR URTASÚN TRAS SU ESPANTÁ
No reunió el ministro de Cultura Ernest Urtasun el valor necesario para acompañar al Rey en la Corrida de la Prensa como si hizo el año pasado su antecesor en el cargo: Iceta se presentó en Las Ventas después de encajar la derrota del Bono Cultural.
Luis Planas, a la postre ministro de Agricultura y Ganadería, sustituyó a Urtasun tras su espantá. Escuchó algunos pitos a su llegada mientras se esperaba a Felipe VI y Ayuso se daba un baño de masas. Pero ya. Al fin y al cabo Planas siempre ha recibido a los ganaderos de bravo cada vez que han llamado a su puerta.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de VICTORINO MARTÍN; todos cinqueños; impecables de presentación; correosos, a falta de humillación y empuje bravo en general.
PACO
UREÑA, de rosa y oro. Dos
pinchazos y estocada atravesada y suelta y varios descabellos. Dos avisos
(silencio); estocada corta fulminante. Aviso (petición y vuelta); pinchazo y
sartenazo y bajonazo. Aviso (silencio).
BORJA JIMÉNEZ, de verde hoja y oro. Pinchazo hondo, media tendida y varios descabellos. Aviso (silencio); estocada desprendida y descabello. Aviso (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
MONUMENTAL DE LAS VENTAS.
Miércoles, 5 de junio de 2024. Vigésima tercera de feria. Corrida de la Prensa.
Lleno de «no hay billetes».