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La Crónica menor

EL CAMINO DE SANTIAGO por Cardenal Baltazar Porras Cardozo

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Cardenal Baltazar Porras Cardozo


Peregrinar es salir de viaje, dejar lo cotidiano y estable para una aventura en la que se puede tener claro el fin pero no del todo el recorrido, en el que surgen temores ante lo desconocido, desconfianza ante situaciones imprevistas, pero también, con experiencias hermosas de acogida sincera. A su vez, esos caminos van tejiendo huellas imperecederas en edificaciones que dan razón del camino que han recorrido infinidad de generaciones sembrando estilos artísticos que muestran la fe y el servicio en monasterios, iglesias, hospitales, centro de acogida que los peregrinos de todos los tiempos han ido dejando como testimonio de su recorrido. Es, pues, una experiencia muy humana cargada de significado, según las circunstancias. No es lo mismo salir de vacaciones que tener que trasladarse por razón de trabajo o de alguna obligación. Más compleja es la salida de casa por motivos políticos, sociales, económicos, de conflictos y guerras…, pues queda la nostalgia de la querencia que arranca los afectos y recuerdos.

 

En la historia del cristianismo son muchos los caminos que ha trazado la fe de pueblos y generaciones. Tres sobresalen sobre otros. Peregrinar a las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo, en la Roma eterna es uno de ellos. El camino a los lugares santos, llamados así, las tierras donde vivió Nuestro Señor, marcado por el testimonio de la peregrina Egeria y más tarde, las aventuras de los Cruzados queriendo rescatar la tierra santa. Y, en tercer lugar, el Camino de Santiago de Compostela, en el Finisterre medieval, donde la tradición y la leyenda el occidente cristiano asegura que allí se conserva el sepulcro del primer apóstol que dio su vida por la causa de Jesús de Nazareth. Este camino, en realidad son varios los caminos que conducen a Santiago, se ha convertido en un viaje pródigo de misterios y hechos prodigiosos.

 

Cada vez que el 25 de julio, festividad del apóstol, cae en domingo, es declarado año santo jacobeo. Toda la historia del Apóstol Santiago y de cómo surgió el culto jacobeo está bañada por la intrigante neblina de lo incierto. Pero ya a finales del siglo VIII, hacia el 786, el Beato de Liébana escribió sobre Santiago, cuando todavía no se había descubierto su sepulcro en el corazón de Galicia. El camino francés, hunde sus raíces en los triunfos de Carlos Martel y su nieto Carlomagno. En palabras de Menéndez Pelayo, en la historia de los heterodoxos españoles, constata: “temeridad sería negar la predicación de Santiago, pero tampoco es muy seguro el afirmarla”. Lo que resulta innegable es que aquella creencia, así como la inagotable devoción a Santiago, cambió la historia de la Europa cristiana.

 

Este año 2021 es año santo que ha sido prolongado hasta el 2022 por el Papa Francisco dada la circunstancia del coronavirus. Hacer todo o parte del camino hasta el monte del Gozo y el Pórtico de la Gloria es una experiencia humana, cultura y sobre todo religiosa digna de realizarla. Sobran los testimonios de creyentes y agnósticos, de curiosos y aventureros, de pillos y devotos, de jóvenes y ancianos, para descubrir el valor de hacer el camino de Santiago.

 

Entre nosotros hay varios “caminos”, varias peregrinaciones que movilizan multitudes. La Divina Pastora de Barquisimeto es la mejor expresión, pero lo son también fiestas señeras como la de la Virgen del Valle, tanto en la Isla de Margarita como en varios lugares de la costa. La Chinita en Maracaibo, la Consolación en Táriba, y la Coromoto en Guanare, reciben permanentemente devotos que van a sus pies a dar gracias o solicitar ayuda. Podemos multiplicar devociones mayores y menores que generan peregrinaciones. El espacio no nos lo permite. En tiempos recientes, la devoción al Apóstol Santiago ha popularizado el “camino”, en Caracas y en Mérida, ya que son numerosos los templos, parroquias y lugares que tienen el nombre del apóstol.

 

Promover caminos y peregrinaciones es una saludable experiencia que nos hace salir de nosotros mismos, compartir con gente que no conocemos, y escuchar experiencias que nos ayudan a crecer en la fe y en el servicio desinteresado al prójimo.

28.- 9-8-21 (4165)





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