Mérida, Abril Jueves 18, 2024, 05:30 pm
La Organización Mundial
del Comercio (OMC) se creó en 1995 para promover el comercio internacional y
resolver los problemas a los que se enfrentaba su predecesor, el Acuerdo
General sobre Aranceles y Comercio (GATT por sus siglas en inglés). En este
orden, sus principales funciones son: 1) establecer y hacer cumplir las normas
del comercio internacional, 2) promover el libre comercio mediante
negociaciones comerciales entre países, y 3) resolver las diferencias entre los
Estados miembros de la OMC. En la medida que crecieron las actividades económicas
a nivel mundial, se amplió la variedad de bienes y servicios objeto de
intercambio, así como las normas necesarias para sustentar las relaciones
comerciales internacionales.
Al respecto, la OMC
no ha sido eficaz a la hora de establecer nuevas normas para actividades en
rápida expansión dentro de la economía internacional —la inversión y el
comercio electrónico, siguen sin una respuesta clara por parte del órgano
multilateral—. Y promover negociaciones comerciales multilaterales se ha vuelto
cada vez más difícil, debido a la necesidad de consenso entre los miembros de
la OMC; muchos de ellos países con marcadas diferencias políticas e
ideológicas.
Ante esta realidad,
la OMC ha adoptado dos enfoques para reforzar un orden comercial internacional
basado en normas y superar el problema de la ineficacia en la elaboración de principios
que rijan las nuevas actividades de la economía internacional. El primer
enfoque es a través de los Acuerdos Comerciales Regionales (ACR), que promueven
el comercio entre países mediante la eliminación de barreras comerciales. Estos
acuerdos favorecen los vínculos comerciales entre economías que logran expandir
su intercambio de mercancías en la medida que una mayor cantidad de países hacen
parte del ACR. En los últimos años, estos acuerdos han incorporado ámbitos como
el comercio de servicios, la inversión, el comercio electrónico, los derechos
de propiedad intelectual, las tecnologías de información y comunicación, entre
otros. A partir de esto, han contribuido a la liberalización y han establecido
normas para hacer frente a las nuevas prácticas comerciales evidentes en el
mundo. En este orden, se espera que los mega-ACR —en forma de Acuerdo Integral
y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP) y Asociación Económica
Integral Regional (RCEP)—, aumenten el número de miembros y amplíen el alcance
internacional del sistema basado en normas.
Y el segundo
enfoque consiste en la promoción de acuerdos plurilaterales, donde los países
con ideas afines acuerdan normas entorno a un ámbito específico de la economía
internacional, sin perseguir la toma de decisiones por consenso dentro de la
OMC. El primer paso para avanzar en este enfoque es emprender iniciativas de
declaraciones conjuntas dentro de la OMC que, sin necesidad de lograr apoyo
pleno de los países dentro de la organización comercial, aglutine respaldo de
un grupo de países. En este orden, varias negociaciones de acuerdos
plurilaterales están en marcha o han concluido, destacando las relacionadas con
el comercio electrónico, la facilitación de la inversión, el medio ambiente y la
regulación nacional de los servicios. Los acuerdos plurilaterales pueden
facilitar la celebración de nuevos acuerdos porque sólo los interesados tienen
que comprometerse, mientras se acepta el no cumplimiento por parte de los
países sin interés alguno en suscribir el acuerdo —estos últimos recibirán los
beneficios de los acuerdos sobre la base de la nación más favorecida—.
Los países que
participan en la OMC deben recordar que el objetivo final de estos dos enfoques
es establecer un sistema comercial mundial basado en normas. Para lograr esta
meta, cada economía participe de ACR y de acuerdos plurilaterales debe estar
abierta a ampliar los acuerdos suscritos en función de un mayor número de
países miembros y de temas. De esta manera, la reactivación del sistema
comercial internacional basado en normas permitirá recuperar la senda de crecimiento
económico mundial.
* @ajhurtadob