Vínculo Japón-África: Lecciones por Sadcidi Zerpa de Hurtado

África es un continente cuya población es joven, cuenta con gran cantidad de recursos naturales y concentra en la actualidad una serie de cambios que incrementan su atractivo para el resto del mundo. Uno de estos cambios ha sido la conformación del Área Continental Africana de Libre Comercio, la mayor zona comercial sin aranceles del mundo que tiene la región metropolitana de más rápida expansión del mundo —en la región subsahariana—, cuenta con países cuyos índices de gobernabilidad y democracia son cada vez mejores —incrementando el atractivo para el desarrollo de actividades económicos-productivas—. 

A pesar de ser la región más pobre del mundo y espacio de conflictos devastadores, la situación general sigue mejorando, lo que ha llamado la atención de las principales potencias del mundo. Por ejemplo, en marzo de 2019 más africanos salieron de la pobreza de los que entraron en ella; una tendencia que probablemente seguirá luego de la estabilización de las economías tras la pandemia del COVID-19.

En otras palabras, el continente africano se ha convertido en un nuevo escenario geoestratégico para los países de altos ingresos con liderazgo económico-comercial a nivel mundial. Las inversiones de Rusia, China, Japón, la Unión Europea y los Estados Unidos ven al África como un espacio de mejor y nueva perspectiva de equilibrio de poder mundial en el siglo XXI. A modo de ejemplo, el Foro sobre Cooperación China-África en noviembre de 2021 y la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo Africano (TICAD por sus siglas en inglés) en agosto de 2022, representaron la octava celebración de estas conferencias africanas de alto nivel que simbolizan la importancia que le asignan ambas potencias asiáticas a su relación con los países africanos.

De ambas, el caso del vínculo Japón-África, constituye una relación geoestratégica de vieja data de ella derivan tres lecciones para Venezuela y los países latinoamericanos. La primera es, el vínculo no típico de cooperación y ayuda al desarrollo. En su lugar, es una relación que se sustenta en los principios básicos de desarrollo de Japón: apropiación, asociación y seguridad humana, que expresa singularidad del proceso TICAD y las asociaciones de Japón con los estados africanos.

La segunda es la filosofía de autoayuda de Japón. Desde su origen, en 1993, el enfoque prevaleciente en la TICAD se diferenció de los conceptos occidentales de ayuda caritativa y de relaciones verticales entre donante y receptor de ayudas. A través de las conferencias, Japón desempeñó un papel fundamental en la promoción, presentación y apoyo de las agendas africanas en instituciones multilaterales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, principalmente en los temas relacionados con las políticas de ayuda, industrialización y objetivos de desarrollo. 

Y la tercera lección, tiene que ver con el compromiso de hacer sostenible el vínculo Japón -África. Japón como abanderado de la seguridad humana, definió un enfoque de desarrollo centrado en el ser humano que contrastó marcadamente la posición de otros países que privilegian el usufructo de los recursos naturales disponibles en el continente africano. El TICAD debate iniciativas ambientales y de salud que responden a la necesidad de priorizar la protección de la población africana y la preservación del medioambiente. Finalmente, el vínculo Japón – África es un buen ejemplo de entendimiento mutuo tácito, en el cual, la virtud del vinculo radica en la capacidad de abrazar la fugacidad del mundo con las imperfecciones del error reconocido y la mejora de la medalla del escorpión.

*@zerpasad