Mérida, Junio Martes 28, 2022, 08:50 pm
La primera vez que Mario Vargas Llosa vio los camarones de un delicioso
chupe arequipeño parece que lloró. Luego, ese manjar de la gastronomía peruana
se ha convertido en su plato favorito. Lo malo es que cuando suele regresar a
la ciudad que le vio nacer y donde sólo pasó el primer año de vida, resulta
imposible conseguir el ingrediente principal. Hay veda en el río y no se pueden
pescar cangrejos. Trata de volver con frecuencia en la fecha de su cumpleaños
—el 28 de marzo— pero entonces no se cocina chupe ni ocopa a base de
crustáceos. Ahora, sí. Y fueron precisamente los dos platos que comió ayer en
la ciudad donde se encuentra junto a Isabel Preysler, su actual pareja, para
participar en el Hay Festival.
Mónica Parra lo conoce desde hace años. Es dueña de la picantería La
Nueva Palomino y se lo preparó a su gusto como gran especialidad de la casa:
queso, leche, zapallo, yuta, habitas, choclo, ajo, cebolla, papa, repollo,
arroz y camarones. De ahí sale un delicioso y nutriente caldo rojizo con el que
el premio Nobel se chupa los dedos. De hecho, en vez de cualquier banquete en
un restaurante de postín, Mario quiso celebrar la conquista del galardón en la
picantería de su amiga. “Eso le define”, afirma Parra, después de pasarnos sin
que faltara detalle la receta.
A la comida le acompañó Isabel Preysler y convocó Penguin Random House,
su editorial. Es la segunda vez que ella viaja con Vargas Llosa a Arequipa.
Aterrizaron el pasado jueves, se cambiaron y acudieron al Monasterio de Santa
Catalina (siglo XVI) para acaparar todos los flashes en la inauguración de Hay
Festival. La fiesta congregó a más de mil asistentes a los largo del espacio
que es patrimonio de la humanidad y recibió a la pareja entre pisco y cumbia.
No había ojos para Shalman Rushdie o Helen Fielding, autora del Diario de
Bridget Jones, otras dos estrellas del festival. Sólo para el hijo pródigo en
traje con corbata y Preysler, enfundada en un vestido negro estampado.
Por Arequipa, ella ya había conocido la Biblioteca Vargas Llosa, donde él
ha cedido gran parte de sus libros y cada año envía un nuevo cargamento para
mantenerla convenientemente surtida. También su casa natal, hoy museo, en la
Avenida Parra 101. Fue allí, en ese cruce hoy bullicioso, antaño más campestre,
donde el autor vino al mundo en el segundo piso alquilado del edificio, en
1936. Allí pasó sus primeros meses de vida ante la imponente vista del Misti y
el Chachani, dos de los volcanes que rodean la ciudad, con 5.822 metros de
altura el primero y 6.057, el segundo.
De hecho, el día de su nacimiento, la radio tronaba con la acechante
actividad del Ubinas, otra boca de fuego de los alrededores. Apenas afectó la
labor de Miss Pitzer, la comadrona más reconocida de la ciudad, aunque quizás
sí los dolores de parto de Dorita, su madre, con quien un año después partiría
junto a él y sus padres a Cochabamba (Bolivia) tras certificar que su marido
los había abandonado.
Mario volvió a Arequipa de niño en sucesivas visitas familiares. Con
tiempo para aficionarse allí al chupe de camarones que le prepararon por
primera vez en casa de su tío Eduardo García. También para palpar con los pies
y la mirada toda la iconografía del recuerdo que atrapaba a su madre y a sus
abuelos cuando salieron hacia Bolivia, aquejados de frecuentes ataques de
nostalgia. Pero hoy, el lugar no es un triste pozo de memorias para Vargas
Llosa. Más bien una ciudad que lo celebra como a uno de sus nativos ilustres y
a quien esta semana esperaban con orgullo.
El Hay Festival lleva cuatro años celebrándose en la ciudad blanca, que
llaman, tallada a base de piedra volcánica y recia pese al embate frecuento de
los terremotos. Se ganó el apelativo por su impacto reluciente en mitad de un
agreste valle desértico, como un oasis atravesado por varios ríos de cuencas
habitualmente secas. El autor participó en el impulso inicial del evento
cultural junto a su entonces esposa, Patricia Llosa. Ella ha acudido a todas
las ediciones anteriores, como también lo ha hecho en esta ocasión, aunque
hasta el momento del cierre de esta crónica la expareja no se ha cruzado en
ningún momento. Pero el divorcio no propició un acercamiento del escritor en
las fechas que se suele celebrar el evento literario. Sin embargo, este año,
Vargas Llosa es el invitado estrella. “Tenía una deuda con nosotros”, comentó
en la inauguración la gobernadora, Yamila Osorio. Ahora ha cumplido.
Además de las intervenciones que el autor tiene previstas, su hija
Morgana inaugura una exposición fotográfica. Su padre, por lo que le toca,
conversará en público hoy sábado con Rushdie. Ayer lo hizo con la periodista
cubana Yoani Sánchez y en otra sesión junto a escritores peruanos de
generaciones posteriores a la suya como Santiago Roncagliolo, Jeremías Gamboa,
Karya Adaui, Mariana de Althaus y Renato Cisneros.
Una agenda apretada que no le impedirá pasearse por la amplia Plaza de
Armas o perderse de nuevo por el asombroso laberinto sacro en perfecto estado
de conservación del Monasterio de Santa Catalina. Con rumores de boda desde no
hace muchos días, después de que la pareja apareciera en las portadas de varias
revistas sin ataduras y listos para un nuevo compromiso.
AGENCIAS