Mérida, Diciembre Viernes 13, 2024, 01:49 am
ROSARIO
PÉREZ
@CharoABCToros
Diario ABC
de Madrid
Asomó el 7 su pancarta y enmudeció el mundo. Callaba el del sillón de la Plaza del Rey; callaba la del 63 del Paseo de la Castellana, callaba toda la ‘gauche divine’ reseñada por Page. El 7 silenciaba al doce por ciento que divide mientras tocaban las palmas unos tendidos cien por cien llenos, los del norte y los del sur, los del sol y los de la sombra. La afición agitaba la lámpara de las genialidades y sacudía batallas culturales, no por el camino más bello, ni tampoco el más fino ni elegante. Era la voz del pueblo: «Urtasun, nos vas a comer los huevos por detrás». No habría tanta unanimidad en la mansa tarde de Alcurrucén como en aquella ovación por el ‘urtasunazo’ (invención de Calero) del 7.
Y de aquello al ‘morantazo’ del estreno de la isidrada, la verdad de la Cultura, que es también la de la expectación y la decepción, frente al simulacro del Ministerio de Urtasun, el antitaurino de un partido que –ironías de la arena política– viste el color de los capotes. Ese con el que Morante no pegó ni un lance, pero sí un formidable petardo con el acero. Cuando los cencerros de los bueyes ya sonaban, cuando Florito agarraba la vara y el presidente acariciaba el tercer pañuelo, Morante, más parsimonioso que ceremonioso, cogió el descabello y envió a Rompeolas a criar algas. Nueve pinchazos habían precedido al certero golpe de verduguillo, nueve pinchazos en los que se aferraba al primer mandamiento: no matarás. Como si más que no poder, no quisiera que las mulillas arrastrasen al cinqueño. Cayeron los dos recados presidenciales y el reloj, lejos de ponerse poético, corría en su contra. ¿O a favor? Por un momento, algunos aficionados pensaron que Morante quería hacer un homenaje a grandes que se dejaron un toro vivo, desdeCurro y Paula a José Tomás, que hace unos días, contaban, se metió entre pecho y espalda seis toros en una finca madrileña y que, según quien dijo verlo, este año toreará. El dios de Galapagar lo quiera.
Finalmente no hubo morlaco al corral, pero sí una
bronca monumental. Como el bautismo de este segundo, Rompeolas, había sido el
derribo del picador, con Aurelio Cruz a merced de caballo y toro, de más cuerpo
que cara. La boca de la ilusión se hizo agua nada más coger la muleta el de La
Puebla: torerísimo el principio, de poder y látigo. Pero enseguida brotaron las
voces del «¡crúzate!». Todo hacía presagiar que aquellos gritos provocarían el
corte de faena. Pero no. El genio, el mayor retrato de pureza, plantó las telas
en su zurda mientras embelesaba la boyante embestida de Rompeolas por ese
pitón. Pero cuando cambió de mano, el Núñez enseñó su lado informal: o andarín
o parado. Y con una trinchera allende los mares rebosó la torería. Hasta que
decidió matarlo a la última. Como en un homenaje al Madrid de Champions y los
últimos minutos, de las remontadas épicas. Pero sin épica ni camisetas blancas
mojadas. Con una torera bronca.
Sin baño en la Cibeles
Que los seguidores de Morante no se bañarían ayer en la Cibeles, sino entre almohadillas, cotizaba al alza antes de que saliera el cuarto. Pocas esperanzas albergaban cuando el matador ordenó a Curro Javier parar a Tamborilero, de la gloriosa reata de los músicos. Qué pedazo de torero de plata, gobernando la embestida del manso desde primera hora. Magistral su lidia, una cátedra impartida por el hombre que durante la pandemia recogía algodón, pero que nunca olvidó el tacto de las telas. Y soberbios Ferreira y Zayas, desmonterados. La alegría sólo duraría otros treinta segundos, los de aquel prólogo con una senda de trincheras y ese ayudado por abajo. Espejos de belleza, fogonazos en el día en que la gloria tampoco estaba escrita para el sevillano. Porque el toro, tan mermado de casta y con esa lidia que valió por otro puyazo, se agotó pronto, aunque no tanto como las ganas de Morante. Otra canción triste en su triste primavera.
Había estrenado la tarde un animal con su
mansedumbre a cuestas en varas, como sus hermanos, y nada fácil con los palos,
donde complicó la existencia a la cuadrilla en un mitin de campeonato. Pero
cuando Afectuoso –que así se llamaba– se quedó a solas con Guillermo García
Pulido, rompió a embestir con chispa y humillación. Buen concepto lució el
confirmante en la primera parte diestra, adelantando las telas y con un temple
impropio del chaval que toreaba la segunda corrida de su vida. Por el zurdo
bajó el ritmo y ya le costó subir el diapasón en una digna faena, en la que le
recriminaron su colocación frente a un ejemplar que respondía con clase si se
le hacían las cosas bien y por abajo, lo que no siempre sucedió. Aguantó Pulido
los parones del astifino Afectuoso en las bernadinas antes de enterrar un
espadazo algo desprendido. La petición no cuajó lo suficiente, pero no hubiese
sobrado la vuelta al ruedo, el nuevo pecado capital. Por encima del deslucido
sexto anduvo el de Castillo de Bayuela, merecedor de más oportunidades.
Un toro Amoros
En el umbral de la oreja se quedó Diego Urdiales, autor de la única maravilla a la verónica, con una media tan arrebujada que envolvía al propio toro a su cadera. De corazón a corazón arrancó la faena. Con un toreo de añeja barrica, con el poso del gusto y la veteranía, mientras el Núñez metía la cara con calidades, tan despacioso. Pero la obra no terminó de encajar lo suficiente, pues le costó dejar la muleta puesta a punto y de verdad. La recompensa, ahora sí, fue de un paseo al anillo. Al quinto, tan a contraestilo, no quiso verlo.
Entre fogonazos y la nada acabó una tarde de llenazo
en los tendidos, ocupados por el pueblo del tiempo y la memoria. Ay, Urtasun...
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Viernes, 10 de mayo de 2024. Primera corrida. 'No hay billetes'.
Toros de Alcurrucén, desiguales; mansos en el caballo y con distintos matices en la muleta, nobles y sin maldad; buenos 1º y 3º.
Morante
de la Puebla, de Primera corrida.
'No hay billetes'. Toros de Alcurrucén, desiguales; mansos en el caballo y con
distintos matices en la muleta, nobles y sin maldad; buenos 1º y 3º.
Diego
Urdiales, de buganvilla y oro.
Ocho pinchazos, metisaca y descabello (bronca tras dos avisos). En el cuarto,
estocada atravesada (pitos).
Guillermo
García Pulido, de celeste y
plata. Estocada desprendida (saludos tras aviso y petición). En el sexto,
pinchazo y estocada baja (silencio).