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FERIA DE SAN ISIDRO – TERCERA CORRIDA

«Bastonito», un toro de leyenda para cambiar una vida

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«Bastonito», un toro de leyenda para cambiar una vida


En la corrida de la demagogia (la menos señalada en la casilla de los abonos), el de Baltasar Ibán levantó un clamor y Francisco de Manuel no convenció

ROSARIO PÉREZ

@CharoABCToros

Diario ABC de Madrid

 

Cuando pasadas las nueve arrastraban al quinto, extasiados aún por la bravura, todavía no éramos conscientes de que las mulillas tiraban de un toro de leyenda. Bastonito era su nombre, un bautismo que ya por sí sólo alumbraba la expectación y el furor. Como aquel mítico y fiero animal que cambió la vida a César Rincón -pero en las antípodas tanto de hechuras como de juego- y que había nacido para transformársela a un torero de este siglo. Nada variará en la carrera de Francisco de Manuel: en el primer ruedo del mundo, además de ser buen torero, hay que tirar de listeza y leer los códigos de esta afición. Nunca sabremos si con otra vara se hubiese venido abajo, pero la realidad es que su faena no convenció a Madrid. Fue el de Baltasar Ibán un toro cumbre para encumbrarse en la capital, para firmar escrituras de fincas de hectáreas mayores, para subirse de nuevo a este tren del toreo tan harto difícil. Diez minutos para dar la vuelta a una trayectoria, seiscientos segundos para decir «aquí estoy yo». Y claro que De Manuel estuvo. Y lo intentó, pero este número 35 pedía el carné y la comunión nunca llegó. De gala la ovación en el arrastre a Bastonito, merecedor para la mayoría de la vuelta al ruedo, pero para la presidencia no. «¡Fuera, fuera!», gritaban enronquecidos en el sol, pero también en la sombra. Porque Bastonito puso a norte y sur de acuerdo, mientras la obra transcurría por el camino de la división.

 

Había pisado el Ibán por primera vez la arena a las ocho y cuarenta y tres. Metiendo el hocico desde que Francisco de Manuel le presentó con decisión el capote. Se acercaba entonces el sueño de las noches del 7, hecho carne y hueso en el primer encuentro con Luis Alberto Parrón. Fue el segundo –tras el vistoso quite por chicuelinas, con una soberbia media– el que puso los tendidos literalmente en pie. Se caía Madrid después de que un hombre con chaquetilla marino y oro torease a caballo como mandan los cánones. Qué bellísima escena. Cuánta emotividad en aquel cuadro que parecía sacado de otra época, una pintura más para descolonizar por los catedráticos de la moralidad. «¡Otra, otra!», coreaba la plaza al unísono, como cuando en las verbenas piden la última canción a la banda. Sin embargo, Fernández Egea asomó el pañuelo blanco y Bastonito se quedó sin enseñar su bravura en el peto por tercera vez –hubiese sido grandioso–. El desastre se acrecentó con la cuadrilla, terriblemente mal (lo opuesto al anterior de su lote).

 

El caso es que tampoco le perdonarían ya nunca ese cambio de tercio al matador. De Manuel había cometido el mayor pecado que se puede cometer en Madrid cuando el público toma partido por un toro. Y le afearon hasta el brindis. Quiso resarcirse con el prólogo del perdón. De rodillas, con enorme transmisión. Pero ya en pie, pese a su generosa distancia primera, no hubo entendimiento y Madrid se posicionó claramente de parte del extraordinario toro, con voces de «¡se va sin torear!». Aunque ya en los finales Bastonito hizo amagos de aburrirse, humilló con más clase, profundidad y codicia que ninguno. La estocada tampoco selló el pacto de la paz y un sector protestó hasta los saludos. Que Dios te libre de un toro bravo...

 

Este quinto episodio sucedió cuando nos disponíamos a escribir sobre lo listos que habían sido los abonados que no subrayaron la casilla del 12 de mayo, la fecha –de domingo torista– que menor número adquirió. Pensábamos en la felicidad de aquellos que se habían ido de comunión o a pasear primaveras por el Retiro, alejados de la demagogia, del toro chico, ayer sí, porque así es su encaste (y acorde a cada línea debe ser). O de los aplausos a desbravados sólo por los colores de su divisa. O todos moros o todos cristianos. Apenas hubo tibias protestas para algún torito, que de llevar otro hierro hubiesen causado un incendio. Pero vino Bastonito a escribir leyendas con su casta brava en una corrida de voluntades de la terna. En el recuerdo, también, dos puyazos en la yema de Juan Francisco Peña.

 

Mucho hablaremos de Bastonito esta feria, aunque yo tampoco olvido

 

FICHA DEL FESTEJO

 

Toros de Baltasar Ibán, desiguales de presencia, sin casta, bravura ni clase en conjunto, salvo el gran 5º.

 

El Calita, de espuma de mar y oro. Estocada desprendida atravesada y tres descabellos (silencio tras aviso). En el cuarto, estocada caída (silencio).

Francisco de Manuel, de berenjena y oro. Estocada caída y seis descabellos (silencio tras aviso). En el quinto, estocada suelta y dos descabellos (saludos tras dos avisos entre división de opiniones).

Álvaro Alarcón, de blanco y plata. Estocada trasera tendida (silencio). En el sexto, estocada tendida (silencio).

 

Se guardó un minuto de silencio en memoria de Pedro Giraldo.

 

Monumental de las Ventas. Domingo, 12 de mayo de 2024. Tercera corrida. 15.111 espectadores.





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