Mérida, Diciembre Sábado 06, 2025, 12:05 am
La economía mundial se encuentra inmersa en una profunda
transformación, cuyo rasgo más característico es la creciente adopción de
monedas digitales de bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés). Este
proceso evoca el cambio generado en la sociedad mundial por la aparición y uso
generalizado del papel moneda durante el siglo XVII en Europa, tecnología
financiera que en su momento reemplazó a los metales preciosos como medio
principal de intercambio. En la actualidad, la transición hacia las CBDC no
solo redefine los fundamentos del sistema monetario, sino que también abre
nuevas oportunidades en términos de inclusión financiera.
Uno de los factores más influyentes en este impulso hacia
las CBDC es la irrupción y consolidación de las criptomonedas. Cuando los inversionistas
retiran fondos de los bancos tradicionales para adquirir activos digitales, o
cuando las empresas privadas intentan introducir sus propios sistemas de pagos
basados en monedas estables (stablecoins), los bancos centrales perciben una
amenaza directa a su soberanía monetaria. Siendo el proyecto Libra lanzado en
2019 por Facebook el que aceleró la actual tendencia de CBDC, al evidenciar los
riesgos de una fragmentación del sistema financiero bajo el liderazgo de
actores no estatales.
Y desde entonces, las iniciativas de CBDC se han
multiplicado a nivel mundial. Hasta la fecha, 137 países han lanzado o están
explorando CBDC. En Asia, el renminbi digital de China permite transacciones
incluso sin conectividad a internet. Camboya lanzó en 2020 Bakong, la primera
CBDC minorista basada en blockchain. Asimismo, diversas formas de CBDC ya se
utilizan en Brunéi, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia,
Vietnam, Japón y Corea del Sur. En América Latina, Drex representa el real brasileño
en formato digital, manteniendo su valor, seguridad y liquidez, pero en un
entorno virtual, siendo la iniciativa de CBDC más avanzada en la región,
seguida de los esfuerzos de desarrollo de su propia moneda digital en México,
Chile, Colombia y Perú, mientras Bolivia, Paraguay y Argentina siguen en
proceso de investigación. Y Uruguay y Venezuela mantienen inactivas sus
iniciativas de CBDC.
Al respecto, en el contexto de los países en desarrollo,
las CBDC minoristas (retail) pueden servir como catalizadores de inclusión
financiera, al permitir transferencias directas entre personas mediante
billeteras electrónicas, sin necesidad de intermediación bancaria. Esto no solo
reduce costos y tiempos de transacción, sino que también mejora la eficiencia
de los pagos transfronterizos. Además, frente a criptomonedas descentralizadas
como Bitcoin, las CBDC ofrecen transparencia porque cada transacción queda
registrada en un libro mayor controlado, lo que dificulta su uso en actividades
ilícitas y fortalece las capacidades estatales para combatir el crimen
financiero.
Sin embargo, la implementación de una moneda digital
respaldada por el Estado no está exenta de tensiones. Los países deben mantener
delicados equilibrios entre derechos democráticos y gestión macroeconómica,
especialmente entre transparencia y privacidad. En este sentido, las CBDC
pueden afectar cuatro pilares: libertades civiles, trato equitativo, confianza
en los bancos centrales y protección de la privacidad.
Muchos de estos riesgos pueden mitigarse mediante un
diseño institucional adecuado. Por ejemplo, ciertos modelos limitan el acceso
del banco central a datos pseudónimos, salvo con autorización judicial. También
es posible garantizar equidad mediante soluciones inclusivas, como el uso de
teléfonos básicos para acceder a servicios CBDC en zonas con escasa
conectividad. Más allá del diseño técnico, se requieren políticas
complementarias a favor de la innovación fintech y la sana competencia en el
sector; la confianza institucional, en cambio, se fortalece asegurando la
independencia operativa y política de las autoridades emisoras.
En cuanto a la gestión económica, un riesgo clave es la
fuga bancaria, es decir, que los depósitos fluyan masivamente hacia la CBDC,
afectando la intermediación y la liquidez del sistema. Los gobiernos deben
adoptar mecanismos para preservar la estabilidad financiera y facilitar el
acceso de la población a esta transformación digital del sistema financiero
mundial.
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