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FERIA DE FALLAS – NOVENO Y ULTIMO FESTEJO

La gesta humana de Román por encima del gesto artístico con una encastada corrida de La Quinta en Valencia

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Dramáticos momentos se vivieron ver a merced de las astas del segundo de la tarde, al sevillano Borja Jimenez, quedando con toda la corrida Roman Collado, saliendo en hombros. Foto: Archivo


El valenciano se queda con seis toros tras la violenta cogida de Borja Jiménez y salda la inesperada y dura prueba por la puerta grande con sólo dos orejas; cuatro ejemplares de nota, uno de categoría especial premiado con la vuelta ante la presencia del Rey

ZABALA DE LA SERNA

Valencia

Diario EL MUNDO de Madrid

Román Collado superó un duro examen psicológico, el de la soledad inesperada con seis toros. La violenta y temprana cogida de Borja Jiménez lo colocó frente a su destino. Ya con la noche a cuestas respiraba la satisfacción del éxito por la puerta grande, rendida con un innegable esfuerzo, la gesta del hombre sobre el gesto del artista. La corrida de La Quinta adquirió el rango de la importancia, cuatro toros de nota en diferentes registros, siempre con la casta por bandera, uno de ellos con la calidad de la bravura especial, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Román no cuajó a ninguno. Tampoco a éste. Cortó tan sólo dos orejas en turnos separados. La espada restó, pero no es eso; el viento enredó, pero no es excusa. Román es un tipo de simpatía arrolladora, lleno de desparpajo, con una admirable capacidad para superar las cruentas cornadas de su carrera, la cabeza arrebolada de ilusiones y técnica y artísticamente muy limitado. Debió salir consagrado y, sin embargo, sale en el sitio exacto en el que se encontraba.

Cuando Borja Jiménez se tiró a matar con demasiada distancia por delante, el toro lo esperó con su afilada cara alta. Lo prendió de muy mala manera por una zona que asustaba, por debajo de la chaquetilla. La violencia del percance asustó, el chaleco roto. El gesto de dolor del torero ya en manos de las cuadrillas sobrecogió a la plaza entera. Delante del Rey, que tenía la montera del brindis: "Por cómo ha defendido a los valencianos en esta tragedia". Se lo llevaron a la enfermería después de una faena complicada y una cogida terrorífica. Quedamos a la espera de noticias de la enfermería. Román por el momento se quedaba con cuatro toros entre la congoja generalizada en Valencia. Serían finalmente los seis. Despachó al toro hiriente, que había sido complejo y cambiante. Tan gazapón. El aire enredó lo suyo.

Desde la enfermería salían noticias contradictorias pero tranquilizadoras. Quería salir BJ y provocó el cambio en el orden de lidia. Pero no pudo ser. Tercero y cuarto consecutivos para Román. Y después todos los demás. El tercero, por cierto, era el número 40, rechazado y repescado por las arbitrarias autoridades de la plaza de Valencia. En Rabanero se daba la belleza absoluta de su encaste, una guapeza incuestionable. Una pintura. Fue bravo con las más óptimas prestaciones por la mano derecha. RC entre el aire y su técnica -un decir- no lo acabó de aprovechar. De más a menos. Exigía el santacoloma una muleta que enganchase la embestida, más dominadora y mandona. Acusaba cualquier variación de velocidad. No hubo la misma entrega del toro al natural. Aquello se desmadejó. O desmanejó. La estocada contraria careció de muerte. Cayó Román en un traspiés. No pasó nada.

"No llovía, y esto era noticia, pero soplaba un ligero e incómodo viento. Marcó mucho la corrida. No tanto como la cogida de Borja. Román hizo un esfuerzo sobrehumano que acabó por la puerta grande. No es poco, pero ya".

Román había brindado a Felipe VI el primero de los cinco cárdenos de los Conradi, sólo uno fallaba: "Máximo respeto y admiración. Su compromiso con España y el pueblo valenciano han sido un ejemplo. Va por usted y por España". Cocherito había salido con son suave, el poder preciso, la calidad preclara. Más y mejor por el pitón izquierdo. Se vio pronto en los serenos lances del valenciano, también en el quite por chicuelinas de Jiménez. Cuidado en el caballo, tuvo el buen toro una duración exacta: dos series por la mano derecha, dos por la contraria, más humillado y generoso en el viaje por ésta. Los naturales largos tuvieron su eco. Sobró una última deslucidota tanda, que el toro ya no quiso, por la derecha. Esa cabeza. Lo resolvió con manoletinas, alegrando la fallida idea. Pero el trasero espadazo hizo guardia y sepultó todo. Las mulillas arrastraron a Cocherito entre palmas, con todos sus despojos.

Otra ovación cosechó el cuarto, más abierto de cara, menos reunido, muy vivo. Fuera de las rayas otra vez Román haciendo frente a su destino. Otros seis toros un año después, otro atragantón en Fallas. La faena fue un continuo querer. Apostando más por la derecha al llevar armada la muleta frente a Eolo, pero el pitón era el izquierdo. Dentro de la casta encendida. La espada funcionó esta vez y evitó un tercer fiasco. La estocada agitó los tendidos, pañuelos y voces, una oreja. Se conocía en ese instante que Borja Jiménez no volvería de la enfermería. Al menos se despejaba la incertidumbre. El valenciano habló con su coach. Y respiró hondo. La prueba psicológica se hacía subir el Alpe d’Huez sin oxígeno.

Quiso Dios que el quinto de La Quinta fuera un toro de calidades especiales. Otra belleza. Famoso de nombre. Lo lució en el caballo. Muchos metros y generosidad. Puchano lo bordó, en la misma yema los puyazos. Un volatín contó como otra vara. Cara bravura también en la muleta. De categoría. Ese ritmo de lo extraordinario. Algunos finales no tanto. Román tuvo un notable principio. Después se aligeró. Concentró una tanda diestra casi al final en el tono inicial. La estocada casi entera provocó una escena antigua, sentado Román en el estribo. Una oreja que paseó invitando a Puchano a la vuelta al ruedo. Otra se concedió a Famoso en justicia. Pesó el tercio de varas en la determinación presidencial.

El último de La Quinta restó nota al conjunto, alejado de la belleza y la casta de la casa. Desentendido de sus obligaciones. Derribó por accidente laboral. Superó al de Borja como garbanzo negro, pero sin mala intención. Manso de libro. Un cierre injusto para los Conradi. Román mató a la quinta intentona.

Volvió a pisar Valencia el Rey de España, que puso en pie la dignidad del Estado en Paiporta, cuando la DANA anegó la tierra de muerte. Felipe VI ocupó una barrera de la plaza en esta corrida del otrora día grande de Fallas que se ofrendaba a las víctimas de las inundaciones. Al Monarca le flanqueaban el maestro Luis Francisco Esplá y el presidente de la Real Unión de Toros de Lidia, Antonio Bañuelos. Un luctuoso minuto de silencio prologó la tarde aderezado por un triste solo de trompeta. No sonó la Marcha Real.

Los tendidos lucían un aspecto espléndido gracias a la generosidad de la empresa Nautalia Espacios 360 con las zonas devastadas. El coso de Monleón, aparantemente lleno, registraba la mejor entrada después de los dos "no hay billetes" de Roca Rey el fin de semana. Román Collado y Borja Jiménez protagonizaban un interesante mano a mano con los siempre atractivos toros de La Quinta, cuatreña entera la corrida. ¡Menuda corrida! Los contendientes saludaron una ovación de aliento. No llovía, y esto era noticia, pero soplaba un ligero e incómodo viento. Marcó mucho la corrida. No tanto como la cogida de Borja. Román hizo un esfuerzo sobrehumano que acabó por la puerta grande. No es poco, pero ya.

Parte facultativo: Borja Jiménez presenta '"lesiones varias. Fuerte contusión en la región lumbar, con varetazo corrido. Varetazo y contusión en abdomen. Varetazo en hombro izquierdo y contusión. Contusiones varias en M.M.I.I. Pronóstico: Reservado"

FICHA DEL FESTEJO

 

Plaza de Valencia. Miércoles, 19 de marzo de 2025. Última de feria.

 

Toros de LA QUINTA, todos cuatreños; bien presentados; de notable y encastado juego; el excepcional 5º, premiado con la vuelta en el arrastre; de notable pitón izquierdo el 1º, más justo de fondo; muy vivo y encastado el 4º; bueno el 3º, mejor por el derecho; complejo el 2º; manso el 6º.

 

ROMÁN COLLADO, de grana y oro. Estocada trasera que hace guardia (silencio). En el tercero, estocada muy contraria y dos descabellos. Aviso (saludos). En el cuarto, estocada (oreja). En el quinto, estocada casi entera (oreja). En el sexto, cuatro pinchazos, estocada defectuosa y varios descabellos (silencio). Salió a hombros.

BORJA JIMÉNEZ, de sangre de toro y azabache. Cayó herido y Román lo despachó. Aviso (silencio).

 





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