Mérida, Mayo Sábado 17, 2025, 07:45 am
BARQUERITO
Especial para VUELTA AL RUEDO
LA NOTA COMÚN de la corrida de Santiago
Domecq fue la nobleza. La general bonanza, pero no la misma condición. Tampoco
es que fuera corrida en abanico -si acaso, las pintas-, pero, de rebote, el
grado sobresaliente de dos toros, tercero y quinto, la hizo desigual. El
tercero fue el de más bravo estilo. Muy completo. El quinto, el más alto del
envío, montadito, frentudo y chato, no paró de moverse y galopar antes y
después de haberse blandeado en varas. Dieron buen juego un sexto burraco de
preciosa lámina, pastueño pero frágil tras una vuelta de campana demoledora, y
un primero espectacular -jabonero y capirote en colorado, salinero, según el
programa de mano- que mugió lo indecible, pero fue de dócil obediencia. No tan
propicios los dos restantes: un segundo cinqueño encogido, paradito, de
perezoso empleo en medias embestidas, y un cuarto que, tardo, solo quiso en
serio cuando le echaron el engaño al hocico. Fue por todo eso lo que se llama
una corrida muy sevillana. No solo por las hechuras. Por el fondo y por la
forma.
La fortuna se repartió como
suele: puro azar. El lote, a las manos de Alfonso Cadaval, que, sin sitio,
inseguro y desconfiado, se dejó ir sus dos toros. De manera manifiesta el
espléndido tercero, con el que pareció renunciar a las primeras de cambio, y de
otra manera, muy desangelada, con el lindo burraco que solo precisaba de un
mínimo pulso. Un toro para torear con pinzas y que a pesar de sus flaquezas se
dejó ver con claridad.
El primero de lote de Álvaro
Lorenzo, acalambrado de salida, afligido cuando, cerrada la salida, el caballo
de pica lo tuvo contra las tablas, fue el toro menos lucido de los seis. Álvaro
lo pasó con fría corrección. Cuando se paró y amenazó con aplomarse el toro,
hubo que cortar. La estocada fue notable.
La compensación vino con el
quinto, que, sin el rico estilo del quinto, rompió sin hacerse esperar y no
dejó de hacerlo a lo largo de una profusa faena de ocho o nueve tandas, y
tandas profusas también. Puesto desde el comienzo, sin una sola prueba, sin una
sola rectificación tampoco, el torero toledano ligó por las dos manos, abrió el
toro cuando convino, se lo trajo siempre toreado y se inspiró en los remates de
tanda, unas veces con cambios de mano para ligarlos con el de pecho, y otras
con el mero de pecho, amplio, de perfecto dibujo. Antes de buscar la igualada,
todavía se enredó Álvaro en dos tandas últimas, una de ellas abierta con una
versión heterodoxa del pase de las flores, que solo admite una versión, la
original. Otra estocada cobrada con fe. La primera oreja de la feria, es decir,
del ciclo continuado de casi dos semanas.
Las dos faenas de José Garrido
fueron tan largas que pasaron a ser opacas porfías. Brillante y resuelto con el
capote, pero sin sentido de la medida a la hora de buscar con la muleta ese
momento en que una faena se ilumina. Fogonazos con la mano izquierda en el caso
del toro salinero que se rebrincaba si no venía metido en el engaño. Y una
tanda buena, ligada en el sitio, al comenzar la faena del cuarto que iba a ser
castigada con un aviso, el primero de la feria.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Santiago Domecq.
José Garrido, aplausos y aplausos tras aviso.
Álvaro Lorenzo, palmas y una oreja.
Alfonso Cadaval, silencio en los dos.
Picó muy bien Pedro Geniz al primero. Raúl Ruiz prendió al segundo
un par de riesgo extraordinario y tuvo que saludar.
Sevilla. 3ª de abono. Estival. 5.000 almas. Dos horas y meda de
función.
POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Ir a los toros no es nunca una rutina. O no debiera serlo. Si es en
Sevilla, menos. Es que aquí se va a los toros andando. No digo los coches de
caballos en los días de feria. Ese es otro mundo. Pero incluso renunciando a la
rutina,
la ruta impone su norma.
San Pedro Mártir hasta la esquina
de Gravina. Gravina hasta el final, cruza de barrio hasta el Arenal: Santas
Patronas, la calma tranquila de Galera, calle empedrada y silente, López de
Arenas, el ventanal con aves del paraíso en
la esquina de Pastor y Landero,
donde echó raíces la revolución del Comandante Dorado, y... Adriano, una
de las calles más taurinas del mundo, tal vez la que más. Escalones en las
aceras. Terrible en días de lluvia, pero aquí no llueve. De momento,
Cruzas Adriano y ya estás en la
Maestranza de Caballería, donde la plaza de toros, con su barroca Puerta del
Príncipe, que no se parece a ninguna otra puerta de plaza. Las cancelas, el
runrún de cualquier tarde de toros. Y trepa hasta la grada por la puerta número
4. Siéntate. El cielo azul de la primavera de Sevilla. Vuelas.