Sólo hay dos vías para abordar la solución de una crisis
tan grave como la que estamos viviendo los venezolanos: la de las armas
o la de la política, la razón y la inteligencia.
Las
armas pueden ser nacionales o internacionales. Desde hace mucho tiempo
he venido sosteniendo que la vía de las armas no es probable y mucho
menos aconsejable. No soluciona nada y agrava todo. Sería trágico que
para resolver un problema tan grave como el que padece Venezuela haya
que apelar a más violencia de la que ya hemos sufrido.
En
estos días escuché a un vocero de la oposición que decía: “A Maduro ni
agua”. Eso para reclamar más sanciones contra Venezuela. No se da cuenta
quien así se expresa que el último venezolano a quien le faltará agua,
comida o gasolina es precisamente, al señor Maduro.
Todos
los venezolanos estamos padeciendo por la falta de agua, de comida, de
gasolina y de muchas cosas más. Lo que los venezolanos necesitamos no
son más sanciones sino una solución. Más sanciones nos conducirán
eventualmente a un destino como el de Cuba. Un país abandonado a su
suerte, con muchas sanciones y sin ninguna solución.
La
solución de la crisis venezolana debe ser por la vía de la razón, de la
civilización, de la inteligencia y del patriotismo. Esa solución pasa
por la conformación de un gobierno de emergencia nacional, un gobierno
de unidad nacional, un gobierno que pueda abordar la solución de los
problemas de hambre, de colapso de los servicios públicos, agua,
electricidad, gas doméstico, gasolina, salud, seguridad, etc… con
eficiencia y con la cooperación de la comunidad internacional.
Para
que ese gobierno de Unidad Nacional pueda tener éxito debe contar con
el apoyo de todos los venezolanos, de los que hoy respaldan al gobierno y
de los que hoy estamos en oposición al actual gobierno.
Debe
contar con el apoyo de los factores importantes de la vida nacional.
Empresarios y trabajadores. Civiles y militares. Profesionales y
técnicos. Hombres y mujeres.
Para
lograr ese objetivo hay que abandonar la cultura de la confrontación
agonal. Es decir, aquello de que “si yo gano tú estás muerto y si tú
ganas yo estoy muerto”. Esa cultura debe ser sustituida por una de
inteligencia y patriotismo. Para resolver la crisis todos somos
necesarios.