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FERIA DE OTOÑO – CUARTO FESTEJO

De Víctor Hernández a José Tomás: viaje a las entrañas de la izquierda más pura

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Cara y cruz la que ha protagonizado el joven torero Víctor Hernández, cortando una oreja de mucho peso, y siendo corneado tras un quite. Foto: Plaza 1.


Después de convulsionar al natural y cortar un orejón de ley (mereció mayor gloria), derrama su sangre en un quite

ROSARIO PÉREZ

Diario ABC de Madrid

«De las entrañas de su casa ha salido lo más grande del toreo». Fue el brindis de Víctor Hernández al padre de la figura más pura que han visto los ojos de Madrid: José Tomás. Y aquel toreo se concentró en la izquierda de Los Santos de la Humosa, la del matador que bebe en las fuentes del mito de Galapagar. Cumbre al natural Hernández, con la zurda más auténtica de esta temporada venteña. De azul José (Tomás) y oro vestía el madrileño, como aquel de la Beneficencia de las cuatro orejas, en una inmensa faena que a su progenitor le recordó a la primera Puerta Grande de su hijo con los de Alcurrucén. ¡Ahí es nada!

Un prólogo tomista por estatuarios abrió la senda. El viento incomodaba y una voz –que Dios lo perdone– le recriminó que la muleta no estaba plana. A favor del toro lo hizo con la derecha mientras embarcaba la embestida. Era Grosero un serio cinqueño, bajo y recortado, con el que no se podía derramar más verdad cuando enseñó la mano de contar los billetes, esos que todo lo ensucian, pero que en sus yemas y con su asiento fue tremendamente pura. Dichosas las pupilas que se embelesaron; bienaventuradas las miradas que se nublaban por esa emoción de los vuelos echados, de la pata p'alante, de esa manera de enroscarse el toro –que no era fácil, aunque sí agradecido a su sinceridad– a esa cintura quebrada, rematando atrás, más allá de la cadera. Atalonado como un ancla, profundo como el mar. Suertudo Manolo Piñera por contemplar aquella grandeza con el padre del dios de la izquierda del toreo. Porque aquello fue un viaje a los tiempos de José Tomás, el hombre de oro más íntegro que ha parido la Tierra. Un hilo de seda los unía. Una cumbre por naturales, una sinfonía que la Monumental no quería dejar de escuchar. A pies juntos llegó el último deleite, de uno en uno, frente al burladero de capotes.

Ni un solo aspaviento, aguantando parones, buscando la colocación más cabal y loca a la vez. No había postureo alguno: era un valor seco, un pulso con la muerte. ¡Qué bestialidad de naturales! Se tiró a matar con el corazón Víctor y enterró la estocada mientras el de Fuente Ymbro, al que había sacado todo su fondo zurdo, al que potenció, se tragaba el adiós. Torerísimo aguardó la hora de Grosero y arrancó un orejón de ley por una faena que bien valía una gloria mayor. ¿Cuándo volveremos a ver torear así, con tal autenticidad, sin un solo guiño a la galería? Enorme mientras su muleta nos trasladaba, como páginas de un códice, a la leyenda de Galapagar.

Después de la vuelta al ruedo con el trofeo, la afición estaba ansiosa de ver en el sexto su pecho ofrecido, el tarro de pureza destapado. Pero tanta exposición tiene un peaje: no perdonó el matador su quite al desagradable quinto y este Soplón no le perdonó a él cuando quiso elevar tafalleras. El castaño le levantó los pies del suelo, hundiendo el pitón en su gemelo, con el torero sobre esa Parca que tanto abrazó la venas de José Tomás. Como un arco que se rompe cayó en la arena. Dolía ver el cuerpo sobre el cuello del guerrero, al que portaron en andas hasta la enfermería.

Entre olor a cloroformo abandonó la plaza un tío que mereció salir a hombros, aunque solo se le pidiera una oreja... No tuvo oportunidad de arrancársela al manso sexto, que lo cierto es que no valió un alamar, tan descompuesto. Se hizo cargo Uceda, que dejó la impronta de su clasicismo con un primer toro del Puerto de estupendo pitón derecho y esculpió verónica y media con piedra inmortal. Fortes, entregado pero sin redondear, se acordaría del bravo segundo del Puerto cuando apareció el peligroso quinto de Gallardo.

Todos hablaban de Víctor el Puro, que se miró en el espejo de su ídolo y trasladó a la afición a las entrañas de un torero irrepetible.

FICHA DEL FESTEJO

 

Monumental de las Ventas. Domingo, 5 de octubre de 2025. Cuarta corrida. Lleno aparente.

 

Toros de Puerto de San Lorenzo (1º, bueno por el derecho; 2º, bravo, el mejor, y 6º, manso) y Fuente Ymbro (3º, de agradecido pitón zurdo; 4º, sin clase; 5º, complicado y con peligro), cinqueños y serios.

 

Uceda Leal, de caldero y oro: pinchazo hondo, descabello y estocada sin puntilla (saludos); estocada (silencio

Fortes, de azul y oro: pinchazo hondo, otro, estocada corta defectuosa y dos descabellos (saludos tras aviso); gran estocada (leve petición y vuelta al ruedo).

Víctor Hernández, de azul y oro: estocada trasera desprendida (oreja tras aviso). Cogido en un quite al 5º. Mata al 6º Uceda de estocada (silencio).





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