Mérida, Noviembre Miércoles 19, 2025, 12:08 am
La camarilla usurpadora, sus agentes de propaganda y los colaboracionistas se han dedicado en los últimos días a denunciar una amenaza de invasión de los Estados Unidos a nuestro país. Los mismos que roban elecciones, intentan ahora disimular sus fechorías presentándose como patriotas que “defienden la soberanía y la dignidad” nacional, cuando han sido ellos quienes han ejecutado la verdadera invasión que padecemos
Lo triste es que algunos actores políticos y sectores de la sociedad salten a la escena pública a golpearse el pecho “por nuestra soberanía”, afirmando que su defensa es un deber ético e insistiendo en una salida negociada al golpe de Estado contra la soberanía popular, perpetrado el 28 de julio de 2024. Esa postura no es otra cosa que una complicidad vergonzosa con la dictadura que nos ha despojado de nuestros derechos más elementales.
Lo cierto —y estos sectores lo olvidan o fingen olvidarlo— es que Venezuela está invadida desde hace más de dos décadas. Hugo Chávez, junto con su cúpula militar y política, entregó nuestra nación a los intereses del difunto dictador cubano Fidel Castro. El chavismo decidió ser un régimen lacayo de la barbarie cubana.
Una fuerza de ocupación de más de 80.000 agentes provenientes de la isla se instaló en sectores claves de la vida nacional. Disfrazados de médicos, llegaron espías y activistas políticos, con la misión de ejercer control ideológico sobre nuestra población. También llegaron militares a cumplir diversas funciones. Fidel Castro envió a Venezuela su sistema de espionaje y contraespionaje para controlar los cuarteles, ante la profunda desconfianza que Chávez albergaba luego de los sucesos del 11 y 12 de abril de 2002. No hay institución militar venezolana que no esté, de hecho, bajo supervisión o influencia cubana. Sus agentes, en los servicios de inteligencia, operan con más información y poder que los propios oficiales venezolanos.
A esta invasión cubana se sumó luego la sumisión de Chávez y Maduro a los dictámenes imperiales de Rusia y China. La obsesión antinorteamericana, del difunto teniente coronel de Sabaneta, lo llevó a sustituir nuestro sistema de defensa con material bélico ruso, a costos astronómicos, y a entregar nuestra soberanía militar a Moscú.
En mayo de 2001, Chávez realizó su primera visita oficial a Rusia, firmando acuerdos de cooperación con Vladimir Putin. Desde el 2005 comenzó la compra de armamento ruso, que incluyó: 24 cazas Sukhoi Su-30MK2, helicópteros de combate y transporte Mi-35M y Mi-26, sistemas antiaéreos S-300 y otros misiles tierra-aire portátiles. Además, adquirió 92 tanques de guerra, 100.000 fusiles de asalto AK-103, con sus fábricas para su producción local, y misiles aire-superficie, de crucero y antibuque. La inversión superó los 50 mil millones de dólares, y hoy buena parte de ese arsenal yace destruido, inservible o convertido en chatarra.
Simultáneamente, la nación fue invadida por chinos, iraníes y palestinos, a quienes se entregaron refinerías, cementeras, supermercados, minas de oro y otros activos estratégicos, a cambio de apoyo político y financiero para sostener la usurpación.
Pero tal vez la invasión más perniciosa y peligrosa ha sido la que Chávez permitió, al ceder amplios territorios a la guerrilla colombiana, tanto al ELN como a las disidencias de las FARC. La presencia de estos grupos narcoterroristas compromete gravemente la seguridad nacional en toda la frontera occidental del país, convirtiéndonos en un escenario para los negocios de la droga que estos grupos manejan.
Más de 25.000 hombres armados controlan zonas completas del territorio venezolano, amparados y protegidos por el régimen. En muchos casos, unidades militares nacionales deben subordinarse a las directrices emanadas de los campamentos de estas organizaciones criminales. Cuando Diosdado Cabello negó su presencia, el propio presidente colombiano Gustavo Petro lo desmintió: “Diosdado dice que en Venezuela no están. Sí están. Yo lo que he hecho es invitarlos a que los saquen, coordinando.”
En otro pronunciamiento, Petro afirmó que esa guerrilla “se ha convertido más en una banda de narcotraficantes que en un movimiento ideológico”, calificando su accionar como “terrorista” y “criminal”.
De modo que la dictadura y sus cómplices olvidan deliberadamente esta realidad. Venezuela ya está invadida, y lo ha sido por fuerzas extranjeras que han destruido su independencia, su economía y su dignidad. Esa invasión ha causado un daño profundo a nuestra nación y amenaza la estabilidad de toda la comunidad del hemisferio occidental, que ahora comienza a reaccionar ante sus múltiples consecuencias, por lo prolongada y devastadora.
Nosotros hemos padecido por años los efectos perversos de la misma con la confiscación de nuestros derechos, la división de nuestras familias y la ruina de toda la nación. Ahora se abre la oportunidad de expulsar del poder a quienes lo ocupan ilegítimamente para recuperar nuestra soberanía en todos los aspectos, y así podernos reinsertar en el contexto de las naciones de occidente, donde geográfica y culturalmente estamos. Los venezolanos queremos y apoyamos nuestra liberación, el retorno a la democracia y el progreso.
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