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Por Alberto Jiménez Ure

Alfred Nobel sabía que se convertiría en la muerte por Alberto Jiménez Ure



Alfred Nobel sabía que se convertiría en la muerte por Alberto Jiménez Ure

«La dinamita no tiene una fórmula química única, sino que es una mezcla de nitroglicerina [C3H5N3O9] absorbida en un material inerte como la tierra de diatomeas. La nitroglicerina es el componente explosivo y el material absorbente hace que sea más segura de manipular y transportar» (https://concepto.de/internet/)  

Inaudito que un «mercader de la muerte» llamado Alfred Nobel trabajase férreo en la creación de la dinamita sin pensar, numerosas veces, que su hipotético éxito tendría usos militares y provocaría destrucción de seres humanos, sus viviendas o edificaciones nacionales:

«[…] 1888 leyó en un  periódico su obituario titulado El mercader de la muerte ha muerto. Los fabladores lo confundieron con su hermano Ludwig, quien sí había fallecido […]»

Nadie imaginaría que innumerables monstruos codiciarían los premios Nobel (fundado el año 1900) por voluntad testamentaria del «mercader de la muerte», nacido en Estocolmo (1833).

Un testamento o «mea maxima culpa» 

«[…] Todos mis activos realizables restantes se desembolsarán de la siguiente manera: 

(01)

El capital, convertido en garantías por mis albaceas, constituirá un fondo, cuyos intereses se distribuirán anualmente como premios a quienes, durante el año anterior, hayan aportado el mayor beneficio a la humanidad. 

(02)

Los intereses se dividirán en cinco partes iguales y se distribuirán de la siguiente manera: 

(a)

Una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento o la invención más importante en el campo de la física.

(b)

Una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento o la mejora química más importante.

(c)

Una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento más importante en el campo de la fisiología o la medicina.

(d)

Una parte a la persona que, en el campo de la literatura, haya producido la obra más destacada en una dirección ideal.

(e)

Y una parte a la persona que haya hecho la mayor o mejor contribución para promover la confraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y el establecimiento y promoción de congresos de paz. 

(03)

Los premios de física y química serán otorgados por la Academia Sueca de Ciencias; logros fisiológicos, médicos y literatura por el Karolinska Institute en Estocolmo

La distinción por la paz estará a cargo de un comité de cinco personas, seleccionadas por el Storting noruego. 

Es mi expreso deseo que, al otorgar los premios, no se tenga en cuenta la nacionalidad, sino que se otorgue a la persona con mayores méritos, sea o no escandinava […]».

(Ragnar SohlmanAlbacea)

El año cuando Adolf Hitler fue nominado al Premio Nobel de la Paz: 1939

Era canciller y führer de Alemania (1933-1945) al momento de ser postulado por Erik Gottfrid Christian Brandt, político - diputado sueco (socialdemócrata) del Riksdag (parlamento) de 1938 a 1943. 

Helo aquí:

Al Comité Noruego del Nobel

-«[…] Por la presente sugiero, humildemente, que el Premio de la Paz - 1939 se otorgue al Canciller y Führer alemán Adolf Hitler, un hombre que, en opinión de millones de personas, es quien más merece esta prestigiosa recompensa en el mundo. Documentos auténticos revelan que, durante septiembre de 1938, la paz mundial corría grave peligro; era solo cuestión de horas antes de que estallara una nueva guerra europea. El hombre que salvó a nuestra parte del mundo de la terrible catástrofe fue, sin dudas, el gran líder del pueblo alemán […]»

Curso de la primera mitad del siglo XX, destacaron dos galardonados que rechazaron el Nobel: menciones Literatura y Paz. El año 1945, tras la derrota de Japón en la II Guerra Mundial, Ho Chi Minh declaró la independencia de Vietnam: una proclama rápidamente frustrada por los franceses convertidos en vencedores en alianza europea - norteamericana contra el nazismo. Pronto Duc Tho demostró coraje y capitaneó la resistencia contra los invasores que, sin embargo, lograron dividir la república entregando el control de un sector a Estados Unidos.

El prominente miembro del Partido Comunista Duc Tho fue nombrado negociador jefe de Vietnam del Norte y enfrentó al representante norteamericano Henry Kissinger, quien, una Navidad, ordenó bombardear Hanói. Le Duc Tho decidió el armisticio y por ello le fue concedido el Premio Nobel de la Paz, cierto, pero compartido con su enemigo de contienda armada Kissinger (1973).

-«Americans are criminals and I will not accept being awarded alongside one of them» -expresaría el vietnamita y lo rechazó. 

Un caso histórico que califico de rarísimo y extraordinario fue el rechazo del escritor Jean-Paul Sartre a recibir el Premio Nobel de Literatura. Leámoslo:

-«[…] Mi negativa no es un gesto impulsivo, siempre he declinado las distinciones oficiales. En 1945, cuando me ofrecieron la Legión de Honor, la rechacé aunque simpatizaba con el gobierno. De la misma manera, nunca he intentado entrar al Collège de France como muchos de mis amigos me sugirieron.

Esta actitud se basa en la concepción que tengo sobre la empresa del escritor. El escritor que adopta una posición política, social o literaria debe actuar únicamente con los medios que le son propios, es decir, la palabra escrita. Todos los honores que puede recibir expone a sus lectores a una presión que no considero deseable. Si me designo a mí mismo como Jean Paul Sartre no sería lo mismo si me designara ganador del Premio Nobel.

El escritor que acepta un honor de esta clase se involucra a sí mismo con la asociación o institución que lo ha honrado. Mis simpatías por los revolucionarios venezolanos solo me comprometen a mí mismo, Mientras que si Jean Paul Sartre, ganador del Premio Nobel, campeón de la resistencia venezolana, también compromete a su institución […]»

(https://dialektika.org/carta-de-jean-paul-sartre-rechazando-el-premio-nobel-de-literatura-1964/)

Distinto a los mencionados, el argentino Jorge Luis Borges fue un lamentable caso de genio literario no reconocido por Estocolmo. Sin menoscabo del talento indiscutible que exhibía, año tras año se paseaba por ámbitos académicos mundiales en los cuales alguien [obviamente histriónico] le preguntaba qué sentía un intelectual jorobado por la indiferencia sueca pese a su nombradía universal. Pero parecía feliz con los doctorados honoris causa (más de 10) y medallas que había recibido de prestigiosas universidades, el Cervantes, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y Legión de Honor mencionado por Sartre en su misiva dirigida a la Academia Sueca.

albertjure2009@gmail.com